Una joven explica que su salud y felicidad se deben a que empieza cada día nadando en un lago a 4 grados bajo cero, en traje de baño.
Elina Mäkinen, de 27 años, tiene más de un millón de seguidores en las redes sociales, intrigados por su fortaleza mental y su enorme sonrisa cuando salta al agua helada. Cada día nada entre dos y cuatro minutos en las piscinas heladas, con la ciudad finlandesa de Helsinki cubierta de nieve como telón de fondo.
«El agua suele estar por más fría a 0.2 grados centígrados, porque solo puede estar a menos grados si está salada o fluye», explica. «Así que básicamente el punto más frío es después de levantarse, cuando el aire está a -20 grados Celsius [-4 F] o más frío. … A veces es una verdadera lucha contra el dolor, pero siempre queda la euforia de después de nadar».
Elina, a quien le encanta estar en la naturaleza, descubrió por primera vez las alegrías del chapuzón helado a los 5 años, cuando su abuelo y su hermano la llevaron a nadar.
«Mi abuelo me gritó que saliera y que no debía nadar en el agua», cuenta. «Ahora nos reímos del suceso y me dijo que nunca le asustó mi habilidad para nadar, ¡sino que le asustaba más tener que meterse él también en el agua! Nací en diciembre y en Finlandia los bebés duermen fuera en invierno, así que supongo que me gusta el frío desde muy pequeña. Por supuesto, también me encanta el verano».
Nadar en los lagos helados es una tradición en Finlandia en invierno, así que Elina se aclimató durante toda su infancia y continuó cuando empezó a estudiar Derecho Fiscal en la Universidad de Finlandia Oriental.
«Ir al sauna y al hielo era mi escapada y mi momento para relajarme», dice. «Participábamos en competiciones en hielo con mi madre y conocíamos mejor la cultura de la natación en hielo y a gente de todo el mundo. Empecé a darme cuenta de que el juego mental y físico es algo que realmente disfruto y decidí después de los Campeonatos del Mundo de 2014 empezar a entrenar para distancias más largas, como 450 metros y 1000 metros».
Su lago local favorito para nadar es el Suuri Vehkalahti, en Joensuu, pero también le gusta ir a lugares de Rusia cuando está de vacaciones. Elina intenta nadar entre dos y cuatro minutos al día, y de vez en cuando se da un chapuzón más rápido para despertar el cuerpo sin pasar frío. Una vez al mes opta por nadar más tiempo, hasta 17 minutos, para mantener su capacidad de nadar en condiciones extremas.
«Solía atarme una cuerda alrededor de las caderas para poder nadar quieta, pero el único problema era que la cuerda se congelaba en la escalera y no podía abrir el nudo», explica. «Hacía -30 grados [-22 F] fuera y yo conseguía quitarme el cinturón y me iba a la sauna para entrar en calor. Tuve que echar agua caliente en la cuerda para abrirla al cabo de unas horas.
«Después de eso, aprendí a ser muy cuidadosa y a tener siempre un plan B».
A pesar de su exterior tranquilo, Elina quiere que la gente sepa que soportar el frío no es fácil.
«Me encanta salir de [mi] zona de confort, así que cada vez que tengo menos ganas de meterme, es el momento en que me empujo a salir a nadar», dijo.
Su secreto para soportar las temperaturas árticas es no pensar en el frío y ser consciente de cómo se siente su cuerpo. Mientras grababa uno de sus primeros videos, un oficial de policía la vio en el agua y bajó al río para comprobar que se encontraba bien.
«Después de aquello me resultó muy difícil grabar videos en lugares públicos», afirma. «Espero poder animar a la gente a probar la natación sobre hielo, pero al mismo tiempo quiero recordarles que tengan cuidado y estén a salvo».
«Normalmente me gusta llevar a mis amigos a nadar cuando los veo, así que realmente no pueden evitar mi lavado de cerebro. Los extraños se dividen entre los que dicen que estoy loca y los que se inspiran para hacer alguna locura».
«Sal de tu zona de confort».
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