Nikki Lewis aún recuerda el muro de agua que se desplomó sobre ella y le cambió la vida para siempre.
Apenas cuatro días después de su matrimonio con su esposo, Will Lewis, sufrió un accidente en una playa de Maui. Mientras practicaban boogie boarding, una enorme ola la golpeó con fuerza.
La pareja tenía toda su vida por delante.
El accidente ocurrió en septiembre de 2018.
Afortunadamente lograron rescatar a Nikki, aunque su pronóstico fue sombrío: los médicos dijeron que tal vez no volvería a caminar.
También le preocupaba si podría cumplir su sueño de tener un hijo con su nuevo marido.
«El minuto en que esa ola me golpeó, se me atravesaron todas esas emociones», dijo Nikki a CBS. «Me pregunté qué iba a pasar con todos los que me rodeaban».
Nikki recordó que no podía sentir los brazos y las piernas: su cuerpo se sentía como «un peso muerto».
Se estrelló de cabeza contra la arena y se rompió el cuello en tres partes, reportó CBS. Quedó instantáneamente paralizada e inconsciente.
Su marido, Will Lewis, recuerda la aterradora sensación que le causó saber que ella acababa de sufrir una grave lesión en el cuello, y el momento en que un paramédico fuera de servicio que estaba allí de vacaciones acudió en su ayuda.
La llevaron a la orilla y la colocaron en la playa con cuidado hasta que llegaron los primeros auxilios. Los recién casados fueron trasladados desde Maui a un hospital de Honolulu.
Los médicos dijeron que podría quedar postrada en una cama el resto de su vida.
Sin embargo, conociendo a Nikki, Will sabía que no sería así.
A los pocos días, ya movía los dedos. Al poco tiempo, fue capaz de sentarse erguida y alimentarse por sí misma.
Semanas más tarde, la pareja voló a su casa en Dallas, Texas, y Nikki comenzó la rehabilitación. Y durante los últimos dos años y medio, Nikki se ha esforzado por aprender a caminar de nuevo, rompiendo todas las expectativas.
Desafiando su pronóstico, su recuperación ha sido una especie de milagro, según la pareja. Nikki se mueve con la ayuda de un caminador, pero se siente más cómoda usando una silla de ruedas en público, lo que evita caídas precipitadas.
Pero lo más notable es que cumplió su sueño de concebir un hijo con su marido, Will.
Durante mucho tiempo se preguntaba si su sueño de volver a ser madre —tanto Nikki como Will ya tienen hijos de relaciones anteriores— sería médicamente posible.
Pero todos los expertos que consultaron dijeron que no habría problemas.
Después de obtener «un apoyo del 100 por ciento», empezaron a intentarlo, y al instante quedó embarazada. La pareja está esperando una niña el próximo mes de mayo.
«No pensé que fuera ‘Mirto fértil’ y que con un solo intento se quedara embarazada. No fue divertido», bromea Will.
Aunque su embarazo fue normal, el primer trimestre fue difícil. Para proteger a su hijo, Nikki renunció a la medicación recetada, por lo que sufrió intensos dolores de espalda y molestias nerviosas, además de las previsibles náuseas y la fatiga del embarazo.
«Cuando mi cuerpo siente dolor, por ejemplo si me tropiezo con un dedo del pie o algo así, la respuesta que obtengo son espasmos y contracciones que no puedo controlar», explica Nikki.
Sin embargo, la madre pensaba en el bienestar de su hija por nacer. «Me preocupaba que el bebé pudiera sentir el dolor», dijo.
A medida que avanzaba el embarazo, el peso y la barriga de Nikki le han hecho perder el equilibrio y ha tenido que depender más de su caminador y de la silla de ruedas.
La pareja decidió llamar a su hija Makena Rose, en honor a la playa de Makena, en Maui, donde celebraron su boda.
Los médicos planean inducir el parto en mayo, y ella admitió que está nerviosa. Aunque ya ha dado a luz antes, dice que no sabe qué esperar esta vez.
Sin embargo, Nikki y Will están muy ilusionados.
«A mi modo de ver, esto es un milagro para mí», dice ella.
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