Una noble mujer de Estados Unidos se enfrentó a la dura decisión de ayudar a un hombre sin hogar de su ciudad, más allá de solo darle comida o una manta para el frío.
Para Ginger Sprouse, propietaria de un negocio que ofrece clases de cocina en Nassau Bay, Texas, era habitual la presencia de un hombre sin hogar en la en la esquina de El Camino Real y Nasa Road 1 en Clear Lake, Texas.
Pasaron 3 años, hasta que un día de 2016, Sprouse se detuvo a saludar a Victor Hubbard, el hombre que vivía en aquella esquina.
«Bajé la ventanilla de mi Jeep y vi a un hombre flaco, sucio y maloliente que tenía un aspecto francamente aterrador», escribió Sprouse para Fox News.
«Se acercó a mi coche con cautela, su trastorno obsesivo-compulsivo hacía que el avance fuera dolorosamente lento, por no decir que era un espectáculo extraño. Pensé en la posibilidad de detenerme», agregó.
Decidió bajarse de su vehículo, y saber más de aquel hombre. Después de aquella primera conversación, Sprouse supo que el joven de 36 años había sido dejado en aquella esquina por su madre años atrás, diciéndole que regresaría por él. Eso nunca sucedió, aunque siguió esperando.
«No está bien para mí que esté allí esperando, y no podemos hacer nada al respecto», dijo Sprouse a TODAY.
Luego de hacer varias llamadas sin éxito a los servicios sociales, la policía, refugios para personas sin hogar y psiquiatras, también pidió ayuda en redes sociales a su comunidad. El jefe de bomberos local y varias personas de inmediato respondieron al llamado.
Pero la ayuda, aunque era valiosa, aún seguía siendo ropa o comida, y no alcanzaba a llegar al punto de resolver la dramática y apremiante situación de Hubbard.
Dentro de Sprouse se comenzó a vislumbrar la respuesta, pero aún no tenía la determinación de llevarla a la práctica. Solo después de leer su Biblia, logró saber qué hacer.
«Después de una oración y una respiración profunda abrí las páginas gastadas, y mis ojos se posaron en versos familiares, ya resaltados: […] ‘Supongamos que un hermano o hermana está sin ropa y sin comida. Si uno de ustedes le dice: Ve en paz; manténgase abrigado y bien alimentado, pero no hace nada con sus necesidades físicas, ¿de qué sirve? De la misma manera, la fe en sí misma, si no va acompañada de acción, está muerta'», recordó Sprouse, de acuerdo a su artículo en Fox News.
Así que, armada de valor, y luego de consultarlo con su familia, llevaron a Hubbard a vivir con ellos.
«Si lo ayudamos, no podemos simplemente limpiarlo y darle una ducha y arrojarlo allí y decir, ‘Está bien, pajarito, vuela'», dijo Sprouse a TODAY. «Es un compromiso de por vida».
Luego de atender la enfermedad mental de Hubbard —que era lo más urgente—, el joven pudo aceptar la ayuda y el nuevo hogar que le ofreció Sprouse. Además también pudo tener un trabajo en la cocina de Art of the Meal, el negocio de la generosa mujer.
«Tuvimos que tomar esa decisión. ¿Es realmente parte de nuestra familia? ¿De verdad lo decimos en serio cuando decimos que estará en nuestras vidas por el resto si es ahí donde quiere estar?», reflexionó Sprouse. «‘Sí, lo es».
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