Una mujer de un hogar afectuoso siguió los pasos de su padre al volverse adicta a las drogas. Quedó sin hogar, fue delincuente en nueve ocasiones y estuvo en la cárcel, y finalmente perdió la custodia de su hijo. Pero encontró a una madrina y canalizó su fe en un plan de recuperación.
Hoy, Shay Walters, de 30 años, disfruta a su familia, la gracia de Dios y el regalo de mantenerse alejada de las drogas.
Mientras crecía con sus padres y dos hermanas en un pequeño pueblo de Ohio, Shay vio a su padre recaer en la adicción y la actividad criminal. Pero él los amaba, dijo a The Epoch Times en una entrevista por correo electrónico.
La madre de Shay, en cambio, era la «verdadera definición de una dama». Se ocupaba de todas las tareas del hogar y cuidaba a sus tres hijas.
En el primer año de escuela secundaria de Shay, su padre fue a la cárcel por cargos de drogas.
Durante ese año, Shay quiso volverse «desafiante». En aquel entonces, la joven de 15 años tenía un novio de 19 años y empezó a probar las drogas y el alcohol.
«Quería ser conocida como la ‘rebelde'», dijo Shay, que describe la adicción como una enfermedad de percepción. «[Pero] mientras mis amigos que experimentaban conmigo lo dejaban y se iban a la universidad, yo me dirigí hacia un camino completamente diferente».
La adicción de Shay pasó de beber los fines de semana a consumir marihuana y drogas de clase A. Cuando tenía 17 años, se dio cuenta que se enfermaba si no tomaba pastillas para el dolor. Ese mismo año, quedó embarazada. Durante este tiempo, su novio de la escuela secundaria se volvió físicamente agresivo. La adolescente soportó puñetazos y golpes, y sufrió una fractura de nariz y se le astilló un diente.
A los 18 años, Shay dio a luz a su hijo, Tyce, y dejó al padre, pero su adicción se había descontrolado.
«Uno podría pensar que el amor que sentía por mi bebé sería suficiente para que me diera cuenta que quería hacerlo mejor», dijo, «pero realmente no puedo expresar con palabras cómo estaba mi mente en ese momento».
Shay, que en ese momento ya se involucraba en peleas, también empezó a meterse en problemas con la ley. Se inyectaba drogas más fuertes como la heroína y el crack, y alimentaba su hábito robando y vendiendo drogas.
Tyce fue testigo de sobredosis y viajes en ambulancia, gritó por su mamá a través de los vidrios de la cárcel y estuvo en un accidente automovilístico, todo antes de la tierna edad de 6 años, según un posteo en Facebook. La familia de Shay, con los Servicios de Protección de Menores a su cargo, solicitó la custodia de emergencia y se hizo cargo de Tyce el día en que Shay cumplió 25 años.
En ese momento, Shay tocó fondo.
«Había fracasado como madre, no tenía hogar, estaba sola y estaba completamente destrozada», dijo a The Epoch Times. «Mi hijo estaba mejor sin mí, y yo estaba mejor muerta».
Sin embargo, durante esta difícil etapa de su vida, Shay dijo que Dios la salvó al permitirle tener problemas con la ley.
Shay cumplió solo dos años de una condena de 22 años de prisión, durante los cuales conoció a una mujer que organizaba reuniones de rehabilitación dentro de la institución.
«Me enseñó a vivir sin consumir drogas y hoy sigue siendo mi madrina», dijo Shay. «Cuando me di cuenta que había gente como yo que superaba la adicción y llevaba una vida productiva y feliz, supe que con la ayuda de Dios yo también podría».
Shay tomó una firme decisión: pasara lo que pasara, no volvería a meterse drogas en el cuerpo.
Se mantuvo fiel a su palabra y a su programa de 12 pasos. Ahora, Shay, que lleva más de cinco años sin consumir drogas, dirige el inspirador blog From Prison to Purpose (De la prisión al propósito) y es cofundadora del centro ambulatorio Peer Solutions en Parkersburg, Virginia Occidental.
También recuperó la custodia de Tyce, se casó y es madre de cuatro hermosos hijos. En una conmovedora publicación de Facebook, rindió homenaje a la vida de su primogénito.
«Hoy cumple 12 años», publicó. «Vive conmigo. Asiste a una escuela cristiana privada. Está en el cuadro de honor. Oramos con él todas las noches y su mamá está allí para despertarlo para [ir a] la escuela todas las mañanas».
«Gracias, Dios, por permitirme ser madre de este dulce niño cada día», escribió. «Es el regalo más dulce de dejar de consumir drogas».
Reflexionando sobre su viaje a la sobriedad, Shay cree que la fe ha sido la base de su recuperación. Ahora asiste a la iglesia dos veces a la semana y entrega su vida a Dios, afirmando: «Él hace un trabajo mucho mejor en la dirección del espectáculo de lo que yo nunca hice».
También se siente bendecida por tener una familia que nunca se dio por vencida, y que constantemente le dicen que están muy orgullosos de su proceso.
«Si alguien me hubiera conocido en aquel entonces, nunca habría creído que me convertiría en la mujer que soy hoy», dijo Shay a The Epoch Times, pidiendo a los demás que sean amables consigo mismos y con otras personas que pueden estar luchando.
Shay compartió un consejo para aquellos que están esforzándose por superar su propia adicción: «A Dios le encanta hacer de nosotros un ejemplo para mostrar su gracia y su poder, y a la gente le encanta una historia de resurgimiento. Encuentre a alguien que tenga lo que usted quiere, y pregúntele cómo lo consiguió (…) Con humildad, pida ayuda (…) Usted no es menos que nadie, y puede usar sus dificultades para ayudar a cambiar este mundo».
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