Mujer sobreviviente de tumor cerebral ayuda a niña a vender piedras para pagar la comida de su gato

Por Louise Bevan
15 de noviembre de 2021 6:12 PM Actualizado: 15 de noviembre de 2021 6:12 PM

Una sobreviviente de un tumor cerebral vio la oportunidad de ayudar cuando vio a una niña vendiendo piedras. Ofreciendo comprar cuatro en lugar de una, conmovió hasta las lágrimas a la niña y, con su generoso gesto, le permitió quedarse con su querido gato.

Jodi Orgill Brown, madre de cuatro hijos y residente en Ogden, Utah, vio a Lizzie —que calcula que tiene 10 u 11 años— en Riverdale el 2 de septiembre mientras llevaba a su hijo a una cita médica.

«La vi por primera vez y me intrigó su cartel, ‘Se venden rocas'», dijo Jodi a The Epoch Times. «Supe que tenía que hablar con ella (…) mi primer pensamiento fue: ‘Vaya, si está vendiendo rocas, no debe tener nada más que vender'».

Jodi Orgill Brown, madre de cuatro hijos, de Ogden, Utah. (Cortesía de Jodi Orgill Brown)

Jodi, de 45 años, sobrevivió a un tumor cerebral hace 12 años y afirma que «siempre busca a aquellos que puedan necesitar un pequeño ‘empujón’ o un poco de optimismo», ya que entiende muy bien el impacto de estas acciones.

Mientras conducía a casa, Jodi vio a Lizzie y se acercó a preguntarle por sus rocas. Las piedras eran de Oklahoma, donde vivía su padre, respondió Lizzie. También dijo que intentó venderlas de puerta en puerta y se quedó fuera durante dos horas ese día, sin éxito.

Después de escucharla, Jodi le entregó a Lizzie un billete de 20 dólares y la niña no sabía qué hacer —no tenía cambio— hasta que Jodi le explicó que quería comprar cuatro piedras de 5 dólares y que no necesitaba cambio.

Al escuchar esto, las lágrimas empezaron a rodar por la cara de Lizzie.

Las cuatro rocas que Lizzie vendió a Jodi. (Cortesía de Jodi Orgill Brown)

«Me explicó que, para poder mantener a su mascota, un gato, tenía que ayudar a mantenerlo y pagarlo», dijo Jodi. «Con 20 dólares podía comprar comida».

También mencionó que el gato era su mejor amigo, y que estaba muy agradecida de poder aportar su granito de arena.

«Las piedras eran muy singulares (…) ella utiliza incluso los pequeños trozos rotos; los envuelve con alambre y los convierte en collares», destacó Jodi. «Era una joven emprendedora (…) No solo quería alegrarle el día, sino cambiarle la vida demostrándole que alguien valoraba sus productos y creía en ella».

Después de conocer a Lizzie, Jodi publicó el conmovedor encuentro en Facebook y la historia se hizo viral. Las personas se conmovieron con el proyecto de Lizzie y el gesto de Jodi, y además quisieron ayudar.

«En el momento en que lo publiqué en Internet, mi teléfono empezó a sonar con comentarios, respuestas y las veces que lo compartían», contó Jodi.

«Algunos compraron piedras y otros enviaron paquetes de comida para gatos», dijo Jodi, que reunió 810 dólares en efectivo y 50 dólares en tarjetas de regalo para la niña. Dos semanas después visitó a Lizzie y a su gato, Goose, con el permiso de la madre de Lizzie.

Después de recibir el amable gesto, Lizzie se arrodilló y empezó a llorar afirmando que era el mejor día de su vida y que Jodi sería su «mejor amiga para siempre». Su agradecida madre aseguró: «Cuando uno es una buena persona, suceden cosas buenas». Entre abrazos y más lágrimas, Lizzie le regaló a Jodi su más bella roca de cristal de 5 libras como muestra de «agradecimiento».

Jodi es conferencista profesional, escritora y consultora sin ánimo de lucro. Al explicar más sobre su tumor cerebral, dijo que, después de tres craneotomías y 35 días en cuidados intensivos, quedó con parálisis facial, una fuga de líquido cefalorraquídeo, una infección cerebral, mareos permanentes, migrañas crónicas y perdió la audición en el oído derecho.

Jodi tuvo un tumor cerebral hace 12 años. (Cortesía de Jodi Orgill Brown)
(Cortesía de Jodi Orgill Brown)

Además, Jodi dijo que ha tenido que someterse a 12 cirugías para reparar y reconstruir su cuerpo por el impacto del tumor cerebral.

«Muchas veces, los pequeños y sencillos actos de bondad, amor y cariño de los demás fueron los que me hicieron seguir adelante», explicó a The Epoch Times.

Reflexionando un poco sobre los «actos de bondad», Jodi dijo: «Realmente no creo que sea al azar. Creo que nos ponen en el camino de los demás y nos dan la oportunidad de ayudarles, y al contrario».

Y continuó: «Nuestra decisión de ayudar tampoco es aleatoria; comienza con un impulso o un pensamiento, se refuerza con la creencia de que podríamos hacer algo bueno, o ser de alguna ayuda, y entonces debemos elegir actuar. Cuando actuamos intencionadamente, nada es aleatorio».

Al ayudar a Lizzie ese día, Jodi pudo mantenerse fiel a su filosofía personal: «Cada interacción es una oportunidad para cambiar una vida».

Jodi con sus cuatro hijos y su esposo. (Cortesía de Jodi Orgill Brown)

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