Además de ser el segundo país más grande en población, la India también está infestada de trata de personas. La mayoría de las víctimas son mujeres y niñas, y la India tiene el mayor número de niñas menores de edad que trabajan en burdeles en el mundo.
Iniciada por el movimiento «Free A Girl», la School for Justice, es un ambicioso programa que tiene como objetivo educar a estas niñas no solo para que se recuperen, sino también para que se conviertan en fiscales en la lucha contra la trata de personas con fines de explotación sexual.
Para la mayoría de las niñas, la trata dejó cicatrices emocionales de traumas pasados. En la mayoría de los casos se les engañaba hablando de oportunidades de empleo o matrimonio y luego se les obligaba a participar en el comercio sexual.
Tales experiencias traumáticas pueden impedirles encontrar educación y empleo más tarde, debido a los estigmas, o incluso simplemente para salir de sus caparazones hacia lo que siempre ha sido para ellas un mundo hostil y malicioso.
Una de las muchas historias horribles que atestiguan esta vida, Sangita dejó a su insolvente familia a la edad de 9 años para trabajar como empleada doméstica. A una edad tan temprana, Sangita fue abusada por hombres que trabajaban a su lado. A la edad de 13 años, dejó la casa donde trabajaba, pero sin dinero ni instrucciones para el camino a casa. La ingenua niña pidió indicaciones a un mendigo en la calle, pero en lugar de ser ayudada, fue vendida a un burdel.
«Quiero luchar contra la explotación sexual infantil y ayudar a otras como yo», dijo Sangita a HuffPost . «Estoy muy contenta de ser abogada y por eso me uní a la School for Justice», agregó.
A través de la School for Justice, las niñas menores de edad son rescatadas de la prostitución infantil y se les proporciona alojamiento y comida. Además, se les ayuda a tomar cursos de inglés y de derecho básico para prepararse para el ingreso a la escuela de leyes.
En asociación con una de las principales universidades de derecho de la India, el programa preparó a las niñas para la universidad a fin de que obtuvieran una licenciatura en derecho. Una vez que tengan la educación, estarán capacitadas para luchar contra la injusticia que se apoderó de su pasado y las despojó de su infancia.
Por razones de seguridad, no se revelan las identidades y ubicaciones completas del programa.
Las sobrevivientes del comercio sexual también sufren de estigma. La gente piensa que son «chicas malas» y que son demasiado «perezosas para hacer otro trabajo». Otra víctima, Kalyani dijo a HuffPost: «Algunas partes de nuestra sociedad nos tratan como ‘algo más’ o como un bicho que no tiene derecho a una vida o a formar parte de la sociedad tradicional».
A menudo, las niñas y mujeres que son rescatadas son rechazadas por sus propias familias. «Todavía no soy bien recibida en mi propia casa», dijo Kalyani. El gobierno a menudo arresta a las sobrevivientes por prostitución o delitos relacionados con la trata, lo que las hace inseguras en casi cualquier lugar.
El tráfico sexual, aunque ilegal, sigue siendo endémico en la India. Las leyes no se aplican adecuadamente y el desafío persiste. En 2015, alrededor de 1.2 millones de niñas menores de edad trabajaban en burdeles en la India, pero solo había 55 condenas por tráfico sexual. En 2014, el 77 por ciento de los traficantes que fueron arrestados terminaron siendo absueltos.
«La policía me rescató, después de que alguien que operaba en la zona de prostitución les avisara», dijo Sangita. «La gente del burdel ni siquiera fue arrestada», agregó.
Las leyes de delitos sexuales de la India continúan desactualizadas. La última mejora legislativa del país fue en 2013, después de un caso fatal de violación en grupo de una joven que tuvo lugar mientras viajaba en un autobús. Sin embargo, poco ha cambiado en la forma en que se aplican esas leyes. Otros actos, como la violación marital, siguen siendo legales.
Dado que el actual sistema de justicia no está haciendo su trabajo lo suficientemente bien, hay mucho trabajo para que estas futuras fiscales se defiendan a sí mismas y a otras con un pasado similar.
«No vas a cambiar el sistema con 19 chicas», dijo a HuffPost la agenta del programa J. Walter Thompson. «Pero tú pones las cosas en marcha. Se convierten en agentes de cambio, se habla del tema, la presión internacional se basa en el sistema para que cambie», agregó.
Cambiar las leyes y asegurar su cumplimiento es puesto sobre los hombros de estas jóvenes sobrevivientes de la trata de personas, porque su experiencia ha inculcado una pasión que a otros les falta. Con la esperanza de lograr una sociedad justa, cambiar el sistema no solo es necesario, sino también urgente.
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