Los padres Bernie y Diane Lierow criaron con éxito a sus cinco hijos hasta la edad adulta cuando se dieron cuenta que querían adoptar a una niña pequeña.
Emocionados ante la perspectiva de hacer crecer a su familia, se pusieron manos a la obra en el proceso de adopción y asistieron a un evento para conocer a posibles niños. Pero cuando vieron una fotografía de una niña en particular, la decisión que tomaron de traerla a su casa —a pesar de las advertencias de la agencia— cambiaría su vida para siempre.
Había muchos niños que conocer en el proceso de adopción al que asistieron los Lierow en Tampa Bay en 2007. Pero a pesar de las sonrisas en todos los rostros de los niños, la pareja se sintió atraída por una singular imagen de una niña que la describieron cómo «ojos oscuros y vacíos».
Insistentes, le preguntaron a la agencia de adopción más sobre ella y se sorprendieron cuando les contaron su pasado como un cuento de mucha prudencia.
La niña salió en todas las noticias dos años antes de que los Lierow tomaran la decisión de adoptar. Cuando un vecino vio una cara desconocida en la ventana de una casa en ruinas en Plant City, a media hora de Tampa, llamaron a la policía.
Las autoridades se encontraron con un horrible caso de abuso que los dejó conmocionados.
La cara en la ventana era la niña de la foto que vieron los Lierow, una niña de casi 7 años llamada Danielle Crockett. Fue encontrada sentada en un colchón sucio en una pequeña habitación desbordante de pañales sucios, cubierta de pulgas y con un peso de solo de alrededor de 21 kg.
Danielle, o Dani, no hablaba y no tenía ningún conocimiento del contacto humano ni de la conducta social. No comía alimentos sólidos, y se le diagnosticó una afección conocida como «autismo ambiental» debido a la grave negligencia que dejó su cerebro terriblemente poco desarrollado.
Las autoridades la separaron enseguida de su madre y pasó seis meses en rehabilitación en un hospital, pero advirtieron a los Lierow que no iba a ser una niña fácil de adoptar, que no podía hablar ni interactuar, y que existía la posibilidad de que nunca lo lograría.
Aun así, la pareja sabía que la descubrieron por una razón.
«Me hizo llorar el solo hecho de leer cómo la mantuvieron y las condiciones en las que la encontraron», dijo Diane.
Así que la trajeron a casa, e incluso a través de siete u ocho rabietas al día, la desalentadora tarea de enseñarle a comer raciones, y la batalla emocional de tratar de establecer una conexión, ellos continuaron hacia adelante.
Le llevó años, pero al final empezó a suavizarse poco a poco. En 2011, fue presentada por el Tampa Bay Times y mientras aún luchaba por hablar y conectarse con otros, ya había desarrollado un vínculo con Bernie, su padre adoptivo.
Para el 2017, Dani ingreso a un hogar de acogida para atender mejor sus necesidades, pero Bernie todavía iba y celebraba su cumpleaños con ella y salía a caminar.
Todavía no habla mucho, pero sus padres adoptivos se sienten muy orgullosos de ella por todo el progreso logrado. Después de no tener casi ninguna habilidad para la vida a la edad de 7 años, aprendió a usar el baño, a cepillarse los dientes e incluso a decir unas pocas palabras; mientras luchaba con el apego emocional, descubrió que le encanta el aire libre.
«Ella ya superó todas las expectativas que los especialistas tenían para ella en el momento en que fue encontrada», explicó Diane, al hablar con CBN en 2012.
La historia de Dani sigue siendo muy difícil. Pero para una niña que fue encontrada en condiciones impensables, su vida cambió por completo, todo porque una pareja de corazón bondadoso insistió en que ella era parte de su familia.
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