Tras dos años de educación en casa utilizando el plan de estudios del instituto, Elliott Tanner, de 13 años, se graduó en la universidad con una licenciatura y un promedio de 3.78. Ahora es estudiante de doctorado en la Universidad de Minessota, con la ambición de convertirse en profesor.
«No nos preocupa que sea joven, porque es nuestra vida», dijo la madre de Elliott, Michelle Tanner, de 45 años, a The Epoch Times. «Ha dedicado su tiempo y ha demostrado a todos que es capaz de tener éxito en la universidad».
Michelle, que vive con su familia en St. Louis, siempre supo que su hijo tenía grandes ambiciones académicas.
A Elliott, que es el único hijo de sus padres, le encantaba que le leyeran cuando era un bebé y aprendió a leer por sí mismo a los 2 años, sin ninguna instrucción formal. Empezó a escribir un año después y se interesó por las matemáticas, pasando rápidamente de las sumas básicas a las sumas, multiplicaciones y divisiones de 3 y 4 dígitos.
El adolescente comenzó oficialmente la educación en casa a los 6 años, después de la inmersión en español en el jardín de infancia. Sus padres le proporcionaron «una tonelada de libros», mentores y tutores, e incluso visitas a la industria para satisfacer su floreciente amor por las matemáticas, la física, la química y la codificación informática.
Terminó álgebra y geometría en el instituto a los 7 años, tomó trigonometría a los 8 y se matriculó en la universidad tres semanas después de su noveno cumpleaños para tomar clases de cálculo y más allá, obteniendo un título de asociado en matemáticas a la tierna edad de 11 años durante la pandemia.
«No tuvo una ceremonia de graduación típica, fue en línea», se lamenta Michelle. «Fue un momento incómodo; estábamos increíblemente orgullosos de él, pero deseábamos que hubiera podido celebrarlo caminando por el escenario».
Mientras estudiaba su licenciatura en física, con especialización en matemáticas, en la Universidad de Minessota, Elliott contribuyó a la investigación del Programa Internacional de Neutrinos de Base Corta en el Fermilab de Chicago, Illinois. Su investigación consistía en determinar los efectos de la dispersión Rayleigh en el SBND.
Michelle recuerda la experiencia universitaria de su hijo.
«Antes de que cumpliera los 13 años, lo llevaba a la universidad y me quedaba en el campus mientras él estaba en sus clases; buscaba una cafetería», dijo. «Una vez que cumplió los 13 años, nos sentimos bien al poder dejarlo y recogerlo».
«Elliott tomaba días completos de clases y también participaba en el Club de Física… le encantaba poder pasar el rato en la sala de estudiantes de física, asistía al Club de Matemáticas. La carga de trabajo de la universidad no es demasiado para Elliott».
Explicó que no pasa muchas horas estudiando por la noche y que suele hacer los deberes entre clase y clase, de modo que cuando los demás chicos del instituto se bajan del autobús, él ya puede estar en casa y prepararse para jugar.
Otro de los pasatiempos favoritos de Elliott es jugar a la realidad virtual con su gran amigo, el actor Iain Armitage, que interpreta a Sheldon en la serie de televisión «Young Sheldon».
A Elliott, al que le encanta Minecraft, Dragones y Mazmorras, los juegos de mesa y pasar el rato en el parque de atracciones con sus amigos, solía «destacar» y provocar dobles miradas entre sus compañeros de universidad cuando era pequeño. Algunos incluso asumían que era el hijo de un estudiante en clase. Pero desde que es más alto, encaja, dice Michelle, y el «valor de choque» de su edad desaparece rápidamente.
Además de tener una gran capacidad ejecutiva y madurez, Elliott también aporta un poco de diversión en la escuela, dijo Michelle.
Debido a sus logros académicos, muchos piensan que «no consigue ser un niño» o que le han quitado la infancia, reveló Michelle. Sin embargo, asegura que no es así en absoluto.
«No solo juega regularmente con compañeros de su edad, sino que también tiene cubiertas sus necesidades académicas», dijo Michelle. «Así que puede pasar el rato con otros adolescentes, así como hablar con otros estudiantes y profesores de física sobre conceptos de física de alto nivel. Ha sido una combinación perfecta para poder estimular todas las áreas de su vida, tanto social como académicamente».
Michelle, fotógrafa independiente y gestora de redes sociales, y su marido productor musical, Patrik Tanner, de 56 años, defienden a su hijo lo mejor que pueden, a pesar de que a Elliot le resulta difícil ser aceptado en la industria.
«Su edad tiene inconvenientes, como el hecho de que no le ofrezcan un puesto de asistente de profesor en la universidad para su programa de doctorado», explica Michelle. «Esto significa que es uno de los únicos 3 por ciento de los estudiantes de doctorado de física en Estados Unidos que no tienen una exención de matrícula o un estipendio, por lo que tenemos que intentar recaudar fondos para su matrícula».
«Parece que todo el mundo piensa que Elliott tendrá una selección de ofertas en escuelas con financiación cubierta para él, o que grandes nombres se interesarán por él y ayudarán a financiar su programa de doctorado, pero no es el caso».
Michelle señala que puede deberse a su interés por la física, ya que esta materia necesita más diversidad y aceptación.
Elliott, a quien le encanta ayudar a los demás a entender conceptos complejos, alberga la ambición de convertirse en profesor de física mientras continúa su propia investigación sobre la física de partículas de alta energía.
«Es un profesor muy paciente y entusiasta», dice su madre. «Dice que le gustaría ser profesor de la Universidad de Minnesota algún día. Tal vez eso ocurra».
Mientras tanto, Michelle y Patrik crían a su único hijo con una filosofía sencilla: haz lo que te haga feliz.
«Si se da cuenta de que está haciendo algo que ya no le produce alegría, entonces evaluaremos la situación y veremos si hay que hacer cambios, y dónde», dijo Michelle. «Si el día de mañana decide que quiere cambiar completamente de rumbo, le apoyaremos y abogaremos por que haga todo lo que le aporte felicidad».
Michelle también dijo que le ha dicho a Elliott que si algún día quiere ser un surfista profesional, venderían su casa y se mudarían al océano.
«Él no le debe nada a nadie», dijo. «Solo tiene que ser fiel a sí mismo».
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