Seguramente muchas veces te has encontrado en la calle a niños vendiendo dulces o haciendo malabares. Desafortunadamente no todos tienen la misma suerte de tener un hogar o asistir a la escuela, sin embargo, una pequeña acción puede dibujar una sonrisa en el rostro de cualquiera.
Un grupo de chicos estaba comiendo alitas de pollo y pizza en un restaurante de Acatzingo, México, cuando un niño de suéter blanco con negro entró al establecimiento a vender sus dulces. Los chicos, sin el afán de impresionar a nadie, no dudaron en invitarlo a comer con ellos.
Un comensal se sorprendió de ver al niño comiendo con ellos así que decidió tomar una foto y subirla a Facebook. La imagen fue publicada por Bienestar Comunitario Acatzingo Puebla 911 y ha sido compartida 115 mil veces tocando los corazones de muchos internautas.
La persona que relató la historia describió que probablemente los niños tuvieron que cooperar para invitarlo a comer:
“Los niños probablemente hicieron una ‘coperacha’ para poder degustar una pizza y un plato de alitas, lo estaban disfrutando cuando entró el niño de suéter negro con blanco a vender dulces, mi sorpresa fue cuando lo invitaron a que se sentara a comer con ellos sin conocerlo”.
El posteo causó sensación en las redes sociales tocando las fibras más sensible de los usuarios con comentarios que representan los sentimientos de muchos.
“Gracias a esos papás que educan con valores y buenos sentimientos a sus hijos, un aplauso. Esos pequeños serán grandes personas el día de mañana”, escribió un usuario.
“Lloro de la emoción, de los más humildes pueden salir los sentimientos más hermosos, niñitos humildes y con un gran corazoncito hermosas criaturitas”, escribió otro con gran emoción.
Seguramente, todo padre concuerda que esas son las acciones que debemos enseñar a nuestros hijos, tal como se lee en uno de los comentarios: «dicen que el pan más sabroso es el que se comparte y la satisfacción personal de ayudar a alguien eso no se compra con nada, felicidades a esos niños”.
Embolsando bendiciones
Otro caso similar ocurrió en Albama donde una niña de cinco años de edad prefirió gastar su mesada en ayudar a las personas sin hogar que en dulces y juguetes.
El corazón de Tynslee Blue fue tocado por primera vez cuando su padre, Corey, regresó a casa después de su trabajo en el Centro de Florencia y mencionó que un hombre estaba durmiendo en un colchón al lado de un contenedor de basura, relató Courrier Journal.
«Esa noche hicimos un plato extra para llevar allí», dijo su madre Haley Bennett. Pero eso no fue todo, la pequeña Tynslee les hizo varias preguntas incómodas a sus padres.
«¿Por qué estaba durmiendo allí? ¿Dónde está su casa? ¿Y si llueve? La niña estaba verdaderamente preocupada porque aquel hombre no pasara frió, así que la familia le compró una manta.
Desde entonces, Tynslee ha estado determinada en ayudar a los más necesitados.
«Ella tiene una mesada, limpia su habitación y me ayuda con las tareas, pero en lugar de comprar juguetes … iremos al Dollar Tree, compraremos ponchos, paraguas», aseguró Bennet.
Ellas preparan bolsas tamaño galón con artículos de aseo personal hasta comida para repartir a las personas sin hogar en el Centro de Florencia.
La mamá de la pequeña dijo a Good Morning America que admira a su hija por ser tan compasiva y ponerse en los zapatos de los demás en lugar de mirar hacia otro lado.
«Ella actúa como si estas personas no fueran diferentes a ella. Dirá: ‘Oye, ¿cómo estás y que Dios te bendiga’. Un niño normal de 5 años no intentaría ayudar a la gente, ni se acercaría a un extraño y trataría de ayudar a la gente, o les daría su jugo o su agua».
Bennet dijo que cuando caminan en el centro con su familia y ven a una persona sin hogar, incluso si ella solo tiene cajas de jugos, «ella suele preguntar: “Mamá, ¿puedo darles mis jugos?».
Courrier Journal reportó que ella trata de involucrar a primos, amigos y a su comunidad en la entrega de bolsas de bendiciones y esperan entregar cada vez más bolsas.
Sin lugar a dudas la riqueza no se encuentra en el dinero sino en el tamaño del corazón que tiene cada uno. Acciones como las de estos niños nos hacen recuperar nuestra fe en la humanidad y nos inspiran en hacer mejor este mundo con generosidad. ¡Bien dicen que lo bueno que haces por los demás algún día será bien recompensado!
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