La superviviente de un ataque con ácido, Pragya Singh, de la India, tenía apenas 23 años cuando fue atacada ferozmente en un tren nocturno mientras dormía. Pero en lugar de ser víctima de sus heridas, dominó una inmensa determinación personal, un deseo de ayudar a los demás y una actitud optimista para cambiar la vida de cientos de supervivientes en toda la India.
El Horrible Ataque
Pragya se casó en su ciudad natal de Varanasi, al norte de India, el 18 de abril de 2006. Doce días después, tuvo que viajar a la capital del país, Delhi, para asistir a una entrevista de asignación en el campus. Esa misma noche, su querido abuelo falleció y ella estaba reacia a irse.
«Mis padres me convencieron de que siguiera adelante con mi entrevista», recordó Pragya, hablando con The Epoch Times por correo electrónico. «Probablemente, no debería haberlos escuchado y haberme quedado atrás, ya que nadie podría haber imaginado lo que me esperaba esa desafortunada noche».
Pragya subió a un tren nocturno a Delhi. Se despertó de repente a las 2 de la mañana con un dolor insoportable; un hombre cuya propuesta de matrimonio había sido rechazada por sus padres le había arrojado ácido en la cara y el cuerpo.
Pragya cayó inconsciente y pasó 17 días en la UCI del hospital Safdarjung de Delhi, oscilando entre la vida y la muerte. El ataque dejó quemaduras en la espalda y el pecho de Pragya, destruyó su visión en un ojo y dañó su oído y brazo izquierdo.
Confinada en su cama entre los lamentos de otros pacientes y sus parientes afligidos, Pragya se dio cuenta de lo trágica que es la vida para las víctimas de las quemaduras. Algunos de los pacientes que contrajeron infecciones y fallecieron presentaban quemaduras comparativamente menores que las de Pragya; ella lamentó la deficiente infraestructura para el tratamiento de los pacientes con quemaduras en India.
«Me dije a mí misma que Dios me ha hecho enfrentar esta adversidad en la vida para salir fortalecida y así poder ayudar a otros que son menos afortunados que yo», declaró.
Recuperar la vida
No mucho después, Pragya tuvo que recuperar su propia vida reintegrando a la sociedad india. Se sometió a un total de 13 cirugías reconstructivas, y un año después de su tratamiento se mudó a Bangalore, una ciudad en la parte sur de India, con su esposo para comenzar de nuevo.
Sin embargo, Pragya enfrentó obstáculos; había perdido su trabajo después del ataque con ácido y se escondió en su casa, lejos de los crueles juicios del mundo exterior.
«La belleza es lo más importante en la vida actual», dijo. «A pesar de mis calificaciones, fui rechazada por varios trabajos debido a mi desfiguración y discapacidad».
Pragya no fue menos perseguida en público. «Una vez una niña de mi barrio dijo que me odia, que no le gusta mi cara (…)», recordó. «No culpo a la niña, después de todo, su madre no le había hecho entender lo que es la discapacidad (…) en lugar de sonreir cuando ve este tipo de personas, le enseñó a permanecer ignorante e inconsciente».
Una Fundación para el Cambio
Pragya perseveró en sus luchas personales por su inquebrantable deseo de ayudar a los demás en una situación similar a la suya. Fundó una ONG, llamada Fundación Atijeevan, en 2013. Con el apoyo de voluntarios, médicos y donantes filantrópicos, la fundación ha ayudado a más de 300 sobrevivientes de ataques con ácido hasta la fecha.
Alrededor del 80% de las víctimas son mujeres.
Atijeevan ayuda con la financiación de cirugías reconstructivas, procedimientos cosméticos no quirúrgicos, asesoramiento y formación educativa y profesional. Para aquellos que no pueden conseguir un empleo fuera de sus hogares, la fundación organiza exposiciones para vender productos caseros.
«Atijeevan se centra en crear campeonas que inspiren a otros sobrevivientes, y al mundo, a vivir la vida con el mismo entusiasmo y felicidad a pesar de lo que haya ocurrido en el pasado», compartió Pragya.
En Atijeevan, Pragya dijo que también promueve el concepto de donación de piel. «La mayoría de la gente ni siquiera sabe que se puede donar piel que se toma del muslo o de la parte baja de la espalda. Esta donación podría darle a un herido por ácido o a una víctima de quemaduras otra oportunidad de vivir».
Según ella, esto ayuda a salvar hasta el 80% de las víctimas de quemaduras.
En honor a sus innumerables esfuerzos, Pragya fue galardonada con el prestigioso Nari Shakti Purashkar («Premio al poder de la mujer») por el presidente de India en 2019.
Un viaje personal
Pragya descubrió que devolverle a la comunidad la ha ayudado. «Cuidar de los demás ha amortiguado mi propio dolor hasta cierto punto», reflexionó Pragya.
Otra progresión en su propia vida que le trajo una confianza renovada y un sentido de propósito fue el nacimiento de sus dos hijas, Aishi y Tishya. Pragya estaba preocupada por la forma en que sus hijas afrontarían las preguntas que recibían de otros sobre la apariencia de su madre.
«Fue muy difícil para ellas al principio», explicó Pragya, «pero me aseguré de hacerles saber mi historia de perseverancia (…). Me aseguré de que crearan su propia versión de compartir la historia de su madre».
La fuerza en los números
Los sobrevivientes del programa de Pragya no tienen que sufrir solos en silencio. Atijeevan ofrece talleres en los que se anima a los integrantes a compartir sus problemas y superar sus miedos. Mientras tanto, muchos están motivados por las historias de éxito de otros sobrevivientes.
Los beneficios del programa para estos individuos que han pasado por un incidente traumático en su vida han sido múltiples. Algunos sobrevivientes han recuperado su confianza perdida, mientras que muchos han sido capacitados para perseguir sus sueños de encontrar un empleo remunerado.
Hasta ahora, algunos de ellos han comenzado a trabajar en la industria de la informática, el sector de la hotelería y la industria de la confección. Un par de ellos también se han convertido en exitosos empresarios; mientras que algunos se han convertido en consejeros, como Pragya, por sí mismos.
Dos sobrevivientes de un ataque con ácido, Deepmala y Reshma, han estado muy cerca del corazón de Pragya. «Perdieron la visión después del ataque», explicó, «pero después de múltiples cirugías, ganaron visión parcial y están trabajando exitosamente (…) Han estado prosperando y han sido una inspiración para mí».
En cuanto a lo que el futuro le depara a Atijeevan, Pragya dijo que espera ampliar el programa de la ONG para incluir la autodefensa y talleres legales.
«Para mí, siento que estoy en el mejor lugar», compartió Pragya. «Quiero seguir encontrando formas de ayudar a potenciar a las chicas a mi alrededor, y también ayudar a mis hijas a convertirse en buenos seres humanos».
Un vaso medio lleno
«La vida nunca resultará como se planeó», reflexionó Pragya, ahora de 37 años. «A veces desordena las cosas, te empuja a un rincón y te deja destrozado (…) a veces es la forma que tiene la vida de dar un nuevo propósito y significado a tu vida. ¡Creo que he encontrado el mío!»
La madre de dos hijos compartió que su fuerza motriz es su propio lema personal: «No soy una víctima, soy una ‘embajadora'». Tengo que luchar por otros que necesitan mi apoyo en este momento».
«Hay personas con dos actitudes diferentes», añadió, «las que siguen el camino de la queja y las otras que siguen el camino de la gratitud. He aprendido a ver el vaso medio lleno».
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