La obligaron a abandonar a su bebé, pero 66 años después descubre que alguien más lo buscaba

Por The Epoch Times
28 de agosto de 2024 7:09 PM Actualizado: 28 de agosto de 2024 7:15 PM

En un mundo donde la tecnología nos conecta instantáneamente, hay historias que nos recuerdan que los lazos más profundos pueden sobrevivir décadas de silencio.

Imagina llevar en tu corazón un vacío durante más de 60 años, un espacio reservado para alguien que apenas conociste pero que nunca pudiste olvidar. Esta es la increíble odisea de una mujer que nunca dejó de buscar a su hijo perdido.

La vida de Issy Carr cambió para siempre en un día de junio de 1955. Con apenas 20 años, sostuvo en sus brazos por un breve instante al pequeño George, antes de que se lo arrebataran sin darle siquiera la oportunidad de despedirse.

Las palabras de su madre, «pronto lo olvidarás», resultaron ser una predicción equivocada que la perseguiría durante las siguientes seis décadas.

A sus 86 años, la Sra. Carr sigue siendo una mujer de espíritu inquebrantable. Desde su pequeño parque de casas rodantes en North Yorkshire, Inglaterra, nunca dejó de pensar en aquel bebé que le fue arrebatado.

«Nunca lo olvidé e intenté muchas veces averiguar dónde había ido, pero no lo logré», confesó la mujer, con una mezcla de dolor y esperanza en su voz.

La vida siguió su curso para Carr . Se casó con John Makinson Carr en 1962, disfrutando de un matrimonio feliz aunque sin hijos propios. Tras la muerte de John en 1991, sus pensamientos hacia su hijo perdido volvieron con más fuerza. ¿Estaría bien? ¿Pensaría alguna vez en ella?

(SWNS)

Lo que Carr no podía imaginar es que su hijo, ahora llamado Keith, había crecido a tan solo 16 kilómetros de distancia antes de emigrar a Australia con su familia adoptiva a los 15 años. El destino había mantenido a madre e hijo tan cerca y, a la vez, tan lejos durante tantos años.

La Navidad de 2018 marcó el inicio de un viaje que cambiaría la vida de la Sra. Carr para siempre. Animada por un consejo casual, decidió embarcarse en una búsqueda de sus antepasados. Lo que comenzó como una simple prueba de ADN se convirtió en el primer paso hacia un reencuentro que parecía imposible.

La muestra de ADN coincidió con la de una mujer de 43 años llamada Kym, residente en Perth, Australia. Kym estaba buscando a su padre, sin saber que este camino la llevaría a descubrir una abuela que nunca supo que tenía. Las pruebas revelaron una coincidencia del 99,59%, confirmando que Kym era la nieta biológica de Carr.

Con la ayuda de su sobrina Angela Bowskill y su pariente Janet Staveley, Carr y Kym emprendieron una búsqueda exhaustiva en redes sociales y registros de biblioteca. Cada pista, cada dato, las acercaba más a George, ahora Keith. Finalmente, en mayo, Kym dio con la dirección de su padre.

El momento del reencuentro fue tan emotivo como surrealista. Kym, acompañada de su esposo, se presentó en la puerta de Keith. Tras confirmar su fecha de nacimiento, le soltó la noticia que cambiaría su vida: «¡Soy tu hija!». Días después, la Sra. Carr vería por primera vez en 66 años el rostro de su hijo, ahora un hombre adulto, a través de una llamada por Zoom.

(SWNS)

«Descubrí que teníamos mucho en común y un sentido del humor similar», compartió Carr con una sonrisa. «Keith es la viva imagen de mí y su hija, es preciosa. Incluso tiene un gato llamado Bonnie, como yo».

Estas similitudes, aparentemente triviales, son los hilos invisibles que han mantenido unida a esta familia a pesar de la distancia y el tiempo.

La historia de Carr y Keith es un testimonio del poder del amor maternal y de la resiliencia humana. A pesar de las décadas de separación, el vínculo entre madre e hijo ha demostrado ser indestructible.

«Nunca superaré el trauma de verme obligada a entregar a mi hijo», confesó la Sra. Carr. «Sentí que fue muy cruel, pero no había nada que pudiera hacer. Esto me convirtió en una persona fuerte».

Kym, emocionada por el papel que ha jugado en esta reunión, comparte: «Estoy muy feliz de haber encontrado a mi abuela, fue algo tan inesperado. Y la alegría que siento al saber que tengo más familia en Inglaterra. No puedo esperar a conocerlos a todos». Su padre, Keith, expresa sentimientos similares, feliz de haber encontrado «una bonita familia» y a su madre biológica después de tantos años.

Este viaje de reencuentro nos recuerda que nunca es tarde para sanar heridas del pasado y forjar nuevos lazos. A medida que la Sra. Carr, Keith y Kym pasan los días conociéndose y compartiendo sus vidas, nos demuestran que el amor puede superar cualquier obstáculo, incluso el paso del tiempo.

Con información de SWNS.


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