Para una adolescente de un país libre, la vida ronda en torno a la escuela, los amigos, los hobbies y pasar buenos momentos en familia, pero la vida de Grace Gao está muy lejos de eso. Después de sufrir la persecución del Partido Comunista Chino por ser la hija del abogado de derechos humanos Gao Zhisheng, se tuvo que refugiar en Estados Unidos para sobrevivir de la hostilidad del régimen y tener una vida digna.
A Grace Gao le ha tocado vivir en carne propia los atropellos causados por el Partido Comunista Chino. A principio de la década de los 90, su padre, Gao Zhisheng, era un humilde abogado dedicado a defender a los más necesitados, así como a disidentes y miembros de las minorías religiosas de China perseguidos por su fe, según International Service for Human Rights.
Su magnánima labor le valió en 2001 fue el título de «uno de los 10 mejores abogados del país» por el Ministerio de Justicia de China. Sin embargo, su voluntad por denunciar la injusticia y por defender los derechos humanos de grupos perseguidos como los millones de practicantes de Falun Dafa, despertó la ira a las autoridades y finalmente fue encarcelado, sometido a brutales torturas y encarcelamiento solitario durante tres años sin siquiera poder ponerse de pie. Cuando salió había perdido casi la capacidad de caminar y su estado de salud era delicado.
Mientras tanto, su familia también sufría la persecución. Grace Gao acababa de iniciar la escuela secundaria cuando su padre fue encarcelado por última vez y tuvo que vivir una vida atormentada por los oficiales que seguían ordenes del régimen chino.
Grace Gao recuerda cuando los agentes de seguridad se instalaron a vivir en su casa para vigilar a la familia en su intimidad. Todos los días le desordenaban la mochila antes de ir a clase para revisar que no tuviera «materiales peligrosos», y siete agentes de seguridad la esperaban afuera del salón de clase y le impedían hablar con otros compañeros, incluso en el recreo, según reportó Radio Free Asia. La golpearon en frente de los otros estudiantes e incluso quitaron la puerta del baño de las niñas para que ella no pudiera escapar de sus agresores.
Cuando su padre fue liberado, los agentes de seguridad se instalaron afuera de su casa, pero todo seguía prácticamente igual. Para Grace Gao era demasiado. Un día se autolesionó con una cuchilla de afeitar mientras su padre estaba en casa, él se dio cuenta de ello y no paraba de llorar. Su vida era muy miserable, pero ella no quería morir, solo estaba desesperada y se sintió muy egoísta por lo que había hecho.
El 9 de enero de 2009, Grace Gao se despertó con un sentimiento extraño, como si alguien fuera a partir a un largo viaje. Sin embargo, en el apartamento todo parecía igual que siempre, según la publicación de National Review Magazine. Su padre abrazaba a su hermano, luego a su madre y a ella con fuerza, sin imaginar que los que partirían serían ellos mismos, ya que su madre no toleró más la situación por la que estaban viviendo y decidió que huir era lo mejor que podían hacer.
«Please do not ignore the human rights abuses being done by the Chinese government. Do not stay silent.» -Grace Gao @GaoZhisheng #OsloFF pic.twitter.com/15xdkjSeSA
— Oslo Freedom Forum (@OsloFF) May 23, 2017
Ese día escaparon de China. Primero se fueron en moto y se escondieron en una bodega de equipaje de un autobús. Finalmente llegaron a Tailandia desde donde partirían hacia Estados Unidos, cuando Grace tenía tan solo 15 años de edad. Cuando llegaron a Estados Unidos, les tocó emprender una nueva aventura. Tenían que comenzar una nueva vida desde cero, aprender un idioma desde cero y la escuela habría de ser aún más difícil. Cuando tenía 20 años logró graduarse de la escuela secundaria y finalmente pudo asistir a la universidad.
Según Grace Gao, su padre nunca habló sobre la persecución que estaba sufriendo. Un día, por teléfono, ella le preguntó por qué no podía ser como otros padres y ser una luz para la vida de su familia, sin embargo, el le pidió que le diera unos años más para poder ayudar a más gente antes de dedicarse por completo a su familia, según cuenta Radio Free Asia. Sin embargo, ese día aún no ha llegado, aunque Grace no pierde la esperanza que algún día regresará para iluminar sus vidas.
Para 2014, Gao Zhisheng fue liberado de la prisión, pero está bajo arresto domiciliario bajo condiciones deplorables. Está bajo supervisión constante y no pude tener contacto con nadie. Su cuerpo, desgastado por el sufrimiento, necesita ver a un doctor y a un dentista, pero no se lo permiten, según el reporte de International Service for Human Rights. Aunque la familia pide desde la lejanía que lo dejen ver a un médico, eso no ha sido posible.
Para Grace eso solo demuestra que el régimen chino le tiene miedo a su padre, a sus ideas, a su verdad. A pesar de su lamentable condición, su espíritu siempre se ha mantenido fuerte y logró escribir un libro publicado en 2017. En su libro expresa su pasado, su presente y su futuro, añorando un cambio integral para China.
Grace trata de crear conciencia en todo el mundo, no solo de la situación que sufre su padre, sino también sobre la dura situación que sufre toda China por parte del régimen chino. «Desde que Xi Jinping llegó al poder … hemos visto un gran número de abogados de derechos humanos perseguidos. Esto es muy malo», dice Grace.
Entre los lugares que visita promoviendo su causa, es el Servicio Internacional de Derechos Humanos donde puede reunirse con varios funcionarios de las Naciones Unidas. «Quiero instar al Consejo de Derechos Humanos a hacer todo lo posible para alentar al régimen chino a hacer lo correcto y dejar que mi padre reciba tratamiento médico profesional e independiente», dice Grace. «Como dije, la verdad es poder, y continuaré diciéndolo», concluye.
En 2017, Grace se presentó en el Foro de Libertad de Oslo, Noruega, donde conmovió a todos los participantes con su dramática historia.
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