Este año, una pareja de ancianos de Hong Kong intentó escalar el Monte Everest, una de las escaladas más duras del mundo. Con la cumbre a solo 100 metros de distancia, la pareja tomó la decisión más difícil de su vida: regresar.
Wong Yim Leung, de 69 años, y Ho Suk Chu, o Stella, de 65, son entrenadores de montañismo en Hong Kong.
Alcanzar la cima del Everest siempre había sido el sueño de la pareja y también la aspiración de muchos alpinistas profesionales. Tras haber superado casi todas las dificultades en condiciones meteorológicas adversas a gran altura, resistir el riesgo y la tentación en un momento crítico no solo es de sabios, sino que requiere un enorme valor.
«[Durante nuestro viaje], siempre habíamos oído la voz de una mujer india que hablaba por teléfono todos los días desde un campamento próximo a nosotros… Se fue tres horas antes que nosotros el día de la cumbre, [que] habíamos decidido dar la vuelta debido al mal tiempo», dijo Wong a The Epoch Times. «No la vi regresar esa noche, y realmente me gustaría poder volver a escuchar su voz. Espero que pronto haya noticias sobre ella».
Wong estaba ansioso por compartir su historia tras el descenso del Everest, pero no su experiencia o sus sentimientos sobre la escalada, sino su preocupación por una escaladora a la que no conocía.
Cuando las cosas no salieron según lo previsto en un momento crítico -a 100 metros de la cumbre-, la pareja optó por renunciar a su sueño de alcanzar el pico más alto del mundo. Stella lo describió como el momento de «dar un paso atrás y considerar mejores planes».
Después de jubilarse, la pareja pasó la mayor parte de su vida ahorrando y preparando el ascenso a la montaña más alta del mundo, el Everest.
En 2008, la pareja completó la ascensión al monte Denali, la montaña más alta de Norteamérica, con 6194 metros.
Hace unos 10 años, Wong completó la ascensión al monte Everest, que luego se convirtió en el objetivo de Stella.
Wong había estado ahorrando en secreto durante muchos años para llevar a Stella al viaje, al tiempo que insistía en entrenar junto a ella. Este año esta pareja decidió hacer realidad su sueño.
En marzo, la pareja voló a Nepal para entrenar y preparar la ascensión al Monte Everest.
El 21 de mayo, con la previsión de un tiempo soleado, Wong y Stella decidieron partir hacia las 9 de la noche, previendo alcanzar la cumbre el segundo día.
La pareja se equipó con gafas protectoras y máscaras de oxígeno, y se unió a tres guías sherpas para subir a la montaña por el Collado Sur, una colina de bordes afilados entre el Everest y el Lhotse.
Sin embargo, las condiciones meteorológicas empeoraron repentinamente al aumentar gradualmente la velocidad del viento.
«Era muy difícil respirar con el fuerte viento que soplaba a nuestro alrededor, por no hablar de las máscaras de oxígeno», dijo Wong. «Fue muy aterrador… imposible avanzar».
Wong dijo que uno de los guías sherpas se esforzaba por caminar y mantener el equilibrio frente a él. El grupo subió a la cumbre sur, a 8759 metros, con un viento que alcanzaba los 80 km/h.
«¿Qué se siente al estar en un vendaval de 80 km/h? Sientes como si pudieras salir volando aunque te agarres a un palo resistente», dijo Wong.
En ese horrible momento, Wong supo que debían descender para evitar un desenlace que pusiera en peligro su vida. A pesar de que los tres guías les animaron a seguir adelante, ya que estaban a tan sólo 100 metros de la cima, Wong decidió no arriesgarse.
«Casi rodamos por la colina durante el descenso. El vendaval era casi insoportable; nuestros cuerpos estaban agarrotados por la gélida temperatura, y nuestras pestañas estaban cubiertas de hielo», dijo Wong. «Sin embargo, al final conseguimos salir a salvo».
Stella recordó que vio a una mujer india con dos guías sherpas delante de ellos con sus faros encendidos en la oscuridad, dirigiéndose hacia la cumbre. Al volver al campamento, Wong y Stella estaban ansiosos por ver si el grupo había regresado sano y salvo, pero no había señales ni noticias.
Tras regresar al campo 4, el equipo de Wong se acomodó, pensando todavía en que podría haber una posibilidad de alcanzar la cumbre. Tras unas horas de descanso, en la tarde del 23 de mayo, un equipo de rescate del Everest vino a comprobar el estado del campamento. El equipo de rescate recomendó la evacuación inmediata ya que «el mal tiempo [se] dirigía hacia ellos».
Al conocer la noticia, Wong y Stella se alegraron de haber tomado la decisión correcta de descender. En ese momento estaban totalmente agotados, pero sin demora, hicieron las maletas y se trasladaron del campo 4 al campo 2, a menor altura.
Para evitar más riesgos, Wong y Stella decidieron no quedarse mucho tiempo en el campo 2. Aunque estaban agotados, sabían que no podrían cruzar el glaciar Rongbuk con su estado físico. Tras pensarlo detenidamente, decidieron pedir ayuda. Un helicóptero de rescate los llevó de vuelta al Campo Base del Everest, marcando el final de su esfuerzo.
«A veces, hay que tomar decisiones difíciles y adaptarse si se producen acontecimientos inesperados. Estamos agradecidos de estar vivos y de haber evitado lesiones en esta peligrosa aventura», dijo Wong.
En cuanto a Stella, dijo que sus deseos se habían cumplido y que se había dado cuenta de que es importante saber cuándo parar, ya que las cosas no siempre son perfectas.
Aunque Wong y Stella no completaron la escalada, dijeron que no se arrepienten y que están contentos de haber elegido la seguridad por encima de su tentación en un momento crítico que podía decidir su vida o su muerte.
«Da un paso atrás y verás más posibilidades», dijo Stella, citando una famosa expresión china.
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