Una pareja de Johannesburgo, Sudáfrica, rechazó el consejo de su médico de abortar a su bebé después de recibir el diagnóstico de espina bífida. La madre dio a luz a un niño sano, que ahora tiene 5 años.
Christal Dreyer, de 40 años, y su esposo Bernard, de 40, estaban felices cuando se enteraron que estaba embarazada.
Cuando tenía unas 20 semanas de embarazo, Christal fue al médico a realizarse una ecografía 4D para determinar el sexo del bebé.
«Mi esposo y yo entramos, la señora continuó la exploración, no dijo mucho, confirmó que eran dos bebés varones y que todo se veía bien con el bebé B (Karl). No dijo mucho sobre el bebé A», dijo Christal a The Epoch Times.
Después de la ecografía, la trabajadora médica reservó una cita para que Christal viera a un especialista en fetos gemelos, informándole que era urgente.
«[Con la] carta en mano llegamos a casa, y las únicas palabras que pude distinguir fueron ‘espina bífida’, así que lo busqué en Google», dijo Christal. «Quedé destrozada, mi hermana estaba de visita en ese momento y me dijo que me alejara del computador y esperara mi cita con el especialista».
Unos días después, la madre y su esposo vieron al especialista, quien les confirmó que su hijo tenía dicha enfermedad.
«Nos dijeron que no tendrá calidad de vida, que estará en silla de ruedas y que tendrá una función cerebral mínima», dijo. «También nos dijeron que con la espina bífida viene una de las tres anomalías cromosómicas —síndrome de Down (trisomía 21), síndrome de Edward (trisomía 18), síndrome de Patau (trisomía 13)— y que teníamos que hacernos la prueba lo más pronto posible».
El especialista les aconsejó que interrumpieran el embarazo, y luego pasó a describir el proceso, que fue devastador.
«El médico me explicó que toman una aguja y la introducen en el corazón del bebé, matándolo con aire inyectado en su corazón, luego tenía que llevar a mi bebé muerto hasta que naciera el bebé B, y solo entonces me sacarían el bebé interrumpido», dijo Christal.
Después de algunas pruebas genéticas, la pareja decidió no interrumpir el embarazo. Conservaron al bebé y desecharon el consejo de su médico.
La decisión estuvo influenciada por una amiga que le envió a Christal un versículo de la Biblia que les dio esperanza, como recordó la madre:
«Nos enfrentamos a situaciones difíciles todos los días y podemos encontrar consuelo, en Jeremías 29:11, sabiendo que no es una promesa de rescatarnos inmediatamente de las dificultades o el sufrimiento, sino más bien una promesa que Dios tiene un plan para nuestras vidas e independientemente de nuestra situación actual, puede obrar a través de ella para avanzar y darnos una esperanza».
Christal continuó con su embarazo hasta el final; y tres días después de nacer, el bebé Deon fue sometido a su primera cirugía para eliminar el saco de médula en su espalda causado por la espina bífida.
Una semana después, Deon fue sometido a otra operación para insertarle una derivación ventricular para eliminar el exceso de líquido que se acumulaba en su cerebro. Luego de eso, se recuperó.
Fueron transcurriendo los años.
A los dos años y medio, Deon ya había superado las dificultades. Pudo caminar de forma independiente después de una fisioterapia intensiva.
«Sentí mucha alegría en esos momentos», dice Christal, y añade que lo único que quería hacer en ese momento era regresar con los médicos y demostrarles que estaban equivocados.
Ahora Deon tiene 5 años y es muy apreciado. Es conversador, inquieto e independiente.
Debido a la operación de espalda de Deon y a la derivación ventricular, no puede practicar deportes de contacto. Su madre dice que su mayor reto es explicarle por qué no puede participar en juegos como el fútbol.
Christal envía un consejo a los padres en situaciones similares que mantengan la esperanza y sean críticos sobre lo que dicen los médicos de la calidad de vida de su bebé.
«Lo más importante es que siempre hay alguien dispuesto a escuchar y a ayudarle en cualquier desafío que enfrente», añadió.
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