Una antigua leyenda oriental cuenta que el camino de las personas está predestinado por un hilo rojo que los dioses atan a los pies de aquellos destinados a ser almas gemelas. Sin importar cuánto tiempo pase o qué eventos ocurran en la vida de cada uno, el hilo que los une puede enredarse o estirarse, pero nunca romperse. Esta es la historia de una pareja que encontró su camino de regreso a través del invisible hilo rojo.
Ximena Gray y Carlos Daniel Pérez se conocieron cuando ella tenía 15 años y él 16, en Viña Del Mar, Chile. La familia de él —de Mendoza, Argentina— iba a vacacionar cada año al lugar.
«Cuando la conocí quedé impactado», dijo Pérez en entrevista a la estación de radio Cadena 3.
«Ese día solo nos presentamos y al día siguiente yo me fui, pero antes dejé una carta para ella», agregó.
Eso fue en el año 1977, hasta que se volvieron a ver en enero de 1978. Pero durante todo ese año se escribieron románticas cartas, que conservan intactas hasta el día de hoy.
La relación de la joven pareja se alimentó a lo largo de 6 años de esas cartas, y de encontrarse cada vez que Pérez iba de vacaciones con su familia cada verano. Sin embargo, la relación «se enfrió» poco a poco, y las cartas llegaban cada vez con menos frecuencia.
En ese tiempo, Gray terminó su carrera y comenzó a trabajar, mientras Pérez continuaba en la escuela. Aunque cada tanto hablaban por teléfono, su realidad seguía siendo las cartas.
«Pero cada uno tenía su vida, yo en Chile y él en la Argentina. Eso sí, cada vez que nos veíamos, todo fluía. Siempre nos llevamos súper bien», dijo Gray a Infobae.
La vida continuó su curso y Luli, como le dicen cariñosamente a Gray, conoció al que fue su esposo durante 20 años. Pero en 1984 Pérez llegó de sorpresa a Chile, solo para recibir la noticia de que su amada se casaba, de acuerdo al medio argentino Vía Mendoza.
«¡Uh, llegué tarde!», dijo Pérez.
Esa frase todavía la recuerda Luli porque «fue dura» para su corazón. Antes de despedirse, el enamorado le dejó su última carta, cuando contaban con 22 y 23 años cada uno.
«Me escribió una carta en la que me deseó que fuera feliz», a pesar «que estaba destrozado», según supo más tarde Luli, cuando se lo dijo el hermano de Pérez.
Pasaron 33 años para que Luli y Pérez se reencontraran gracias a las redes sociales, en el 2016.
«Cuando me encontró, me mandó un mensaje en el Messenger de Facebook. Y cuando yo leí que me había escrito, me tuve que sentar porque no lo pude creer», recordó la emocionada Gray.
Casualmente, ambos estaban divorciados. Ella es terapeuta Gestalt, tuvo dos hijos, y Pérez es enólogo y propietario de una disco en Mendoza, y nunca tuvo hijos. Dos meses después de aquel primer mensaje en FB, se reencontraron en Mendoza.
«Para cuando volví a Chile, ya tenía a Carlos instalado en el corazón», dijo Gray.
En 2017 Luli y Pérez viajaron al interior de Argentina y a Canadá, solo para confirmar «que la convivencia era maravillosa», y que su amor estaba intacto.
La pareja tenía planeado casarse antes de la pandemia mundial, pero ya que tuvieron que posponer el compromiso, esperan el próximo 2022 unir su hilo rojo del destino.
Luego de hacerse pública la historia de Luli y Pérez, mucha gente los contactó para compartirles sus propias historias, «otros llenos de esperanza de encontrar un amor así», dijo Gray a The Epoch Times.
«Hay tanta gente que no se atreve por su edad o porque piensan que su vida ya terminó. Pero, que lindo es atreverse, dar el paso y no quedarse con la sensación de ‘que hubiese pasado si», reflexionó Gray.
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