Una de las pianistas más antiguas del mundo lanzó su sexto álbum a la magnífica edad de 107 años.
La pianista francesa Colette Maze terminó su sexto álbum en mayo de 2021, después de interpretar su instrumento durante un total de 102 años. Joven de corazón —y con buena salud, a pesar del deterioro de su vista y su oído—, conserva un sentido de reverencia juvenil por el mundo que la rodea, que la hace seguir adelante.
«La juventud está dentro de nosotros. Si uno aprecia lo que es hermoso a su alrededor, encontrará un sentido de maravilla en esto», dijo a NPR.
Maze, nacida en el seno de una familia de músicos el 16 de junio de 1914, empezó a tocar el piano a los 5 años.
En su adolescencia, entre sus tutores y mentores estuvo el legendario pianista Alfred Cortot —que tenía una técnica única, enfocada en la relajación de los brazos y las manos—, con quien estudió en la École Normale de Musique de París, según el informe.
«Siempre he preferido a los compositores que me transmitían ternura, como Schumann y Debussy», dijo. «La música es un lenguaje afectivo, un lenguaje poético. En la música hay de todo: naturaleza, emoción, amor, revuelta, sueños. Es como un alimento espiritual».
Maze vive en el 14º piso de un edificio de apartamentos junto al río Sena, en París, con su gato atigrado, Tigrou, y dos pianos: un baby grand y un Pleyel que le regalaron cuando cumplió 18 años. Aún toca más de cuatro horas al día.
Sin embargo, la centenaria empezó a grabarse a sí misma hasta los 84 años, trabajando con un ingeniero de sonido en su casa los domingos, cuando el edificio de su apartamento está más tranquilo. A lo largo de 15 años, ha grabado seis álbumes, con un total de aproximadamente ocho horas de música, según el informe.
Su álbum más reciente es una recopilación de todas las piezas de Debussy —su compositor favorito— de todas las grabaciones anteriores.
El único hijo de Maze, Fabrice, de 71 años, afirma que el piano le ha dado a su mamá «energía positiva, fuerza y motivación» hasta el día de hoy.
Sus padres le prohibieron cursar una carrera profesional como músico, de modo que Maze no pudo obtener el título de concertista de piano y se convirtió en profesora. Según NPR, enseñó durante 20 años.
Tocar el piano resultó ser una pasión de toda la vida, pero Fabrice consideró que su mamá debía «dejar huella» de su precioso talento grabándose a sí misma. Maze no estaba muy convencida al principio, pero finalmente aceptó la idea.
«Ella respiraba a través del piano», dice Fabrice. «Ahora existe a través de su piano, y su piano ha sido su vida».
«La vida consiste en mantener la pasión y la curiosidad», dijo Maze a la Deutsche Welle. «¡Uno no puede dejar que se pierda!».
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