Cuando comenzó la pandemia causada por el virus del PCCh, se suspendieron las clases presenciales en la gran mayoría de las escuelas de Brasil. Sin embargo, la virtualidad o estudiar online estaba a kilómetros de distancia de las posibilidades de varias familias de escasos recursos económicos, hasta que una maestra, ayudada por su enorme corazón, tomó el asunto con sus propias manos.
La maestra Angélica Pulise, de 45 años, hizo una obra que pocos hacen y ha beneficiado a muchos niños de Vila Maria da Conceicão, Brasil, utilizando recursos propios. Bien dicen que el corazón de una maestra es parecido al de una madre.
Pulise aprovechó una habitación que una de sus hijas dejó disponible y la remodeló para que funcione como un aula que incluso pueda cumplir con los protocolos para prevenir contagios de COVID- 19, y en unos días logró poner en funcionamiento un salón para 11 estudiantes, de acuerdo a Upsocl.
Al principio, su iniciativa no recibió apoyo, tenía unos pocos niños en sus improvisadas aulas. Pero como su objetivo era que aquellos niños que no tienen recursos para asistir por medio de un celular o una computadora pudieran tener esa enseñanza sin contratiempos, su espacio comenzó a tomar notoriedad.
A la iniciativa fueron sumándose vecinos y amigos, inspirados por la bella obra y seriedad de la maestra, quien posteriormente transformó los demás espacios de su casa, hasta convertirla en escuela.
Es así como entre dificultades nació «El refuerzo del mañana», como se llama al lugar que sentó un precedente importante no solo entre los vecinos del sector donde funciona esta «casa-escuela» lunes, miércoles y viernes, sino en las vidas de los niños que allí asisten y en la comunidad que lo rodea, de acuerdo a Upsocl.
Hoy, la «casa- escuela» de Pulise tiene al menos a 30 niños entre los 6 y los 12 años de edad, donde la maestra les da a los niños todo lo que necesitan de forma gratuita, desde refrigerios hasta útiles escolares para que puedan continuar con su formación, de acuerdo a Bluradio.
Por fortuna, para esta comunidad de Brasil, la pandemia sacó a relucir el buen corazón de mucha gente, y la maestra Angélica con su amor y férrea vocación de servicio, está demostrando que ni los tiempo difíciles pueden detener las ganas de aprender y salir adelante.
Padres de familia y niños sonríen y agradecen el esfuerzo y abnegación de la maestra que, en plena pandemia, hace todo por cumplir con el valioso deber de enseñar.
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