El vidente argentino Benjamín Solari Parravicini profetizó sorprendentes acontecimientos con sus trazos en papel, y no solo se adelantó a los hechos, sino que dijo haber estado con extraterrestres en un plato volador. Con sus psicografías y relatos dio a conocer cómo son los visitantes del espacio exterior.
Ya desde niño Benjamín fue un ser especial que hablaba con ángeles, hadas y duendes, por lo que su padre, un reconocido psiquiatra de Buenos Aires, pidió un diagnóstico para determinar qué le estaba pasando a su pequeño. Sin embargo, los estudios revelaron que no padecía enfermedad alguna, mencionó un artículo del medio local El Litoral.
Varias décadas después comenzó a plasmar en hojas de papel los mensajes que recibía de una fuerza extraña, según relató su hermano Justino. Desde entonces dibujó y comentó los mensajes que recibía en tal estado de trance y que quedaron plasmados en cientos de psicografías de viajes espaciales, naves y extraterrestres.
Entre los numerosos dibujos de Benjamín, en 1939 retrató seres extraterrestres o “astronavegos”, “seres azules” del planeta “KI-EN-KI” que regresarán después de miles de años en enormes naves rojas en forma de pez, publicó Mistery Planet.
Además, en 1960, Benjamín tuvo un encuentro con seres de otro planeta, según relató en una entrevista con el periódico bonaerense La Razón, que Ricardo González reproduce en su web Legado Cósmico, con las experiencias de Benjamín viajando en un plato volador.
“Veníamos por la calle Chacabuco, en una noche con frío y niebla, con un amigo. De repente, surgió a un costado un hombre. Es decir, nos pareció un hombre”, dijo Benjamín en aquella entrevista.
“Ese ser, ese hombre era, más grande que nosotros”, agregó sobre sus peculiares rasgos, “era extraño… muy rubio, como de un metro ochenta y cinco de alto, con ojos grandes que parecían de ‘ciego’, porque no tenían párpados ni nada… eran redondos, rarísimos. Estaba vestido apenas con un saquito que parecía un cárdigan, verdoso, luminoso”.
“Empezó haciendo señas, y parecía que hablaba algo. Algo que no se entendía. Nos hacía señales como indicándonos que camináramos hacia la Diagonal, en dirección de la Casa de Gobierno”. En esa fría noche con niebla, Benjamín solo quería llegar a su casa y se alejaron, agregó el famoso vidente argentino.
Entonces el amigo que lo acompañaba le dijo: “¿no te parece que este hombre no es de este mundo?”. Y Benjamín le contestó que “era muy raro. Sobre todo los ojos, la ropa metálica”. Y con curiosidad, regresaron a donde lo vieron, “Volvimos, pero ya no estaba. Había desaparecido”.
Varias noches después, cuando salió de cenar después de asistir a un cine, dijo que mientras caminaba entre la neblina y el frío de la madrugada, “por la Diagonal, rumbo a Belgrano. Cuando iba cruzando la calle, se me apareció aquel hombre otra vez… Como caído del cielo”.
“El tipo éste empezó a hablar, pero de forma extraña: jap, gloa, prirp, jap. Yo lo miré medio confundido porque no entendía y me dije: ‘Bueno, éste me asalta’. Entonces apuré el paso […], y de pronto… me quedé paralizado. No pude caminar más… No podía moverme. Cinco metros apenas avancé”.
Benjamín agregó en la entrevista, que estaba totalmente consciente pero que no podía moverse, “comencé a perderme… a perderme… me iba… me iba… ‘me desmayé’”.
Después recordó: “me encontré, de repente, como en un borde de un ‘barco’, con una baranda que parecía de metal […] era como una explanada negra. Como de caucho. Entonces, aparezco yo allí, no sé cómo, y me encuentro con otros dos seres iguales. Muy sonrientes, me saludaron poniéndome las manos en el hombro”.
Cuando el entrevistador le pregunta si eso era un “plato volador”, Benjamín responde: “Sí, claro, no hay duda”, y luego lo afirma: “Yo estuve en un ‘plato volador’”.
Y continuó: “me cruzó la idea de que yo estaba en un objeto volador, porque veía allá abajo, ¡abajo!, la punta del Obelisco de la ciudad de Buenos Aires, que entonces tenía una luz. Y justo cuando se me ocurrió pensar eso, uno de ellos me dice: Sí, somos de Venus”.
En el viaje de Benjamín a bordo del plato volador vio ciudades desde arriba, hasta que fue regresado a Buenos Aires, al mismo lugar desde donde tales seres se lo llevaron.
Aunque hablaban un idioma extraño, aquellos seres le dijeron en castellano: «No se extrañe, porque nosotros hablamos todos los idiomas de ustedes, porque nosotros somos telépatas, y usted también es telépata”. “Yo hablo con usted telepáticamente”.
El ser agregó: “Así como ustedes tienen la televisión, en donde ven todo lo que pasa afuera, nosotros los vemos perfectamente, y los conocemos perfectamente”. También le dijeron que hacía tiempo que lo conocían y que querían mostrarle algo y tener una experiencia con él.
En su libro “El enigma del hombre gris” (2014) que Ricardo González se pregunta sobre lo que Benjamín dijo en esa entrevista: si acaso los seres que dijeron conocerlo eran los mismos que desde tiempo atrás lo contactaban telepáticamente para transmitirle los mensajes que plasmaba en sus psicografías.
Y muchas de ellas mencionan la visita y el regreso de seres extraterrestres y naves espaciales, así como sus propósitos para ayudar a salvar a la humanidad
“Ante las constantes visitas de navieros extraterrestres la ciencia negará, luego dudará y por fin dirá ¡Verdad es! Y nuestra sapiencia ha quedado atrás. ¡Siglos nos vigilan y contemplan!”, anotó Benjamín en una psicografía de 1940.
“La ciencia ha quedado niña ante el surgir constante de problemas OVNIS. […] la ciencia incapacitada en conocerlo lo niega. La ciencia crece, mas… no es!”, escribió en otro de sus dibujos en 1969.
Hecha en vistazo a los tiempo que corren y saca tus propias conclusiones.
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