Los proverbios son fascinantes. El hecho de que perduren durante siglos y a veces milenios, nos demuestra la profunda verdad que encierran, ya que la gente los consideró dignos de ser transmitidos y nosotros también podemos poner de nuestra parte para transmitirlos a la siguiente generación. Reflexionar sobre ellos y reforzarlos en nuestras propias vidas puede ser una parte valiosa del proceso de continuar la tradición.
¿A quién o a qué debemos «No todo lo que brilla es oro»?
«No todo lo que brilla es oro» circula desde hace muchos siglos. En los «Cuentos de Canterbury» de Chaucer (1387) aparecía como sigue:
«Sin embargo, no todo lo que brilla es oro, Y esa es la verdad como a menudo se nos dice». (O, en el original, inglés medio, «But al thyng which that shineth as the gold, Nis nat gold, as that I have herd told»).
Esto implica que el dicho puede haberse establecido ya en ese punto.
El uso por Shakespeare de un conjunto casi idéntico de frases en «El mercader de Venecia» (1596) puede ser lo que consolidó el proverbio para las generaciones futuras. He aquí la cita, repleta de otras pepitas de sabiduría:
«No es oro todo lo que reluce»; muchas veces lo has oído decir.
Muchos hombres han vendido su vida
… Las tumbas doradas envuelven a los gusanos».
En la novela fantástica de J.R.R. Tolkien «El Señor de los Anillos», aparece lo siguiente, de nuevo con algunas líneas adicionales de perspicacia:
«No todo lo que es oro brilla,
No todos los que vagan están perdidos; lo viejo que es fuerte no se marchita,
las raíces profundas no son alcanzadas por la escarcha«.
A veces las apariencias engañan. Aunque todos lo sabemos, ¿cuántos de nosotros lo recordamos realmente y lo aplicamos a nuestra propia vida?
¿Hemos visto alguna vez lo que tienen los demás y lo hemos querido para nosotros? «No es oro todo lo que brilla». Puede que lo que tienes, o te han dado, sea en realidad lo mejor para ti. Ese vehículo de lujo, aunque cómodo, cuesta mucho de mantener y tienes que conducir lejos para encontrar un taller que lo revise. «No es oro todo lo que reluce». Con todo el oro puede venir presión añadida, estrés en las relaciones familiares, problemas de salud y una falta general de bienestar o incluso de satisfacción.
Tomemos como ejemplo las redes sociales. Todas las caras sonrientes y las vidas que parecen perfectas pueden dejarnos con ganas de más. Pero seamos realistas: Cada vida tiene sus retos y cada persona pasa por cosas difíciles. Es importante recordar que la reluciente apariencia física de la presencia online —fachada— de una persona, puede no reflejar la realidad de su carácter o de su vida.
¿Y un nuevo empleo? Un trabajo lucrativo puede parecer una oportunidad de oro, pero haríamos bien en evaluar el entorno laboral general, la cultura de la empresa y las perspectivas a largo plazo. El atractivo superficial de un puesto o de un salario puede no reflejar una carrera satisfactoria y estable.
Por ejemplo, las dietas de moda. A muchos nos ha pasado —hemos visto un vídeo, leído un artículo o leído un libro y hemos intentado adelgazar. Quizá nos ayudó, quizá no, pero en última instancia la pregunta es: ¿qué es realmente bueno para mí y para mi cuerpo a largo plazo? Si como de una determinada manera, ¿me dará energía o sólo me hará estar flaco y cansado?.
Curiosamente, la inversa de este proverbio también es cierta: «Todo lo que no brilla no es oro». El oro en bruto no brilla mucho ni parece especial. Puede parecer, francamente, aburrido. Y luego está el oro de los tontos, o pirita, que, de hecho, brilla pero no es oro. Si un día te encuentras con oro de verdad, es posible que ni siquiera te des cuenta.
En términos de «todo lo que no brilla no es oro», está el ejemplo de los estilos de vida. A veces, incluso los estilos de vida que parecen más restringidos (léase: «aburridos») pueden conducir a la mayor tranquilidad y conexión familiar. Una vez vi un segmento fascinante de Oprah titulado «Oprah Breaks Bread with a Hasidic Family», en el que habla con una familia cuyos hijos nunca han visto la televisión y no saben quién es Mickey Mouse. Sin embargo, no les importa y parecen estar contentos y satisfechos con las decisiones que han tomado. Es una vida frustrada por así decirlo, pero tiene su forma de sentirse satisfecha.
Puede que haya tesoros a nuestro alrededor de los que aún no nos hayamos dado cuenta. Podría ser alguien en nuestra vida o algo en nuestra comunidad y alrededores. Puede que no brille, pero podría ser oro.
El viaje de la vida nos presenta opciones que brillan —oportunidades, relaciones o posesiones que resplandecen con promesas. Sin embargo, la pregunta es: ¿Qué es lo que perdura en la vida? ¿Qué nos proporciona verdadera alegría, verdadera satisfacción y un auténtico sentido de la vida? ¿Qué satisface el corazón y el espíritu? ¿Dónde reside el verdadero oro?
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