¿Qué es el silencio? ¿Dónde se encuentra? ¿Por qué es hoy más importante que nunca? Estas preguntas se las hizo el noruego Erling Kagge, el cual salió en busca de ámbitos menos ruidosos que la moderna vida contemporánea hiperconectada. Buscó el silencio en la Antártida, en el Polo Norte, en la cima del Everest y en la soledad del océano Atlántico y sus experiencias las recopiló en un libro que publicó especialmente para sus hijas.
Este hombre de 54 años y padre de 3 hijas, ha dedicado gran parte de su vida a la aventura. Además de ser explorador, aventurero, abogado, coleccionista de arte y editor, fue la primera persona en completar el «desafío de los tres polos» al llegar al polo Norte, al polo Sur y a la cima del Monte Everest, completamente a pie y sin ayuda del «mundo exterior».
En busca del silencio, se convirtió en la primera persona en caminar completamente solo hasta el polo Sur. En su expedición a la Antártida estaba tan convencido de que no quería escuchar ni un solo sonido artificial que antes de iniciar su travesía desechó las baterías de la radio que le habían pedido llevar consigo.
Pero en realidad qué fue lo que hizo que este hombre polifacético se preguntara: ¿Qué es el silencio? ¿Dónde se encuentra? ¿Por qué es hoy más importante que nunca? Es que al observar a sus hijas de 21, 18 y 15 años de edad siempre conectadas y con sus teléfonos constantemente en sus manos un día pensó en explicarles sobre la importancia del silencio, y la paradoja de su imposibilidad.
Una noche hace varios años atrás, cuando trató de compartir con sus hijas su admiración por el silencio, las adolescentes lo miraron con incredulidad. «El silencio… no es nada, ¿verdad?«, dijo una de ellas. «Antes de que lograra explicarles cómo el silencio puede ser un amigo, y un lujo más valioso que esas carteras de Louis Vuitton que tanto desean, ya habían decidido que el silencio es algo que está bien para cuando uno está triste. Pero más allá, es algo inútil».
Todo comenzó así y el resultado fue escribirles un libro, llamado Silence in the Age of Noise (El silencio en la era del ruido), donde muestra 33 intentos de responder las preguntas que se formuló sobre el silenció y para esto decidió recorrer los territorios más extraños —desde el Polo Sur a la sonora ciudad de Los Ángeles— buscando aquello, el silencio, aquel que «guarda en su interior los secretos del mundo», según les dijo a sus hijas un domingo durante la comida, aunque ellas no le creyeron.
«Las dos hijas mayores lo leyeron», dijo en una entrevista publicada en 52 Insights. «Les pareció interesante y fueron muy positivas. Todavía se la pasan en sus teléfonos todo el tiempo, pero pienso que tuvo algún efecto en el modo en que viven». La menor, en cambio, comenzó a leerlo pero desistió: «Pensó que era una pérdida de tiempo», agregó.
Pero en realidad su libro es completamente asombroso, es como una meditación sobre el silencio exterior, el silencio interior y el silencio que falta en el mundo hiperconectado. Mezcla su propia experiencia —en los polos y en la red de alcantarillas de Nueva York, cruzando sin compañía el Océano Atlántico y en una habitación con aislamiento acústico bajo el Centro Pompidou de París— con observaciones de poetas, deportistas, filósofos, músicos y exploradores, resumidos en 33 capítulos cortos, cada uno es un intento de responder a sus hijas esas preguntas, los cuales están separados por fotos que él tomó durante sus expediciones.
Él asegura que «el silencio puede enriquecer la vida y ser algo positivo, es algo que nos falta, y mucho, en la sociedad. Si nada viene de nada, pensar que el silencio es nada equivale a pensar que nada saldrá de él». «Pero creo que eso es un error, porque el silencio es algo», dice.
«Cuando no puedo caminar, escalar o navegar para salirme del mundo, lo silencio. He aprendido a hacerlo», escribió. No fue un aprendizaje veloz: «Sólo cuando comprendí que tenía una necesidad primordial de silencio pude comenzar a buscarlo, y ahí estaba, muy debajo de una cacofonía de ruido de tránsito y pensamiento, música y máquinas, iPhones y barredoras de nieve, esperando por mí. El silencio».
Cuando llegó al al Polo Sur, por ejemplo, al comienzo solo vio una extensión idéntica de nieve muda. Pero al cabo de caminar varias horas comenzó a identificar diferentes sonidos del viento y el suelo, y de sí mismo en ese ambiente, del que era parte. El silencio también venía del interior, con esas ideas. «La Antártida no es un lugar completamente silencioso, pero es un lugar realmente muy tranquilo«, recordó.
Durante los 50 días y 50 noches que duró su travesía en la Antártida, «sólo extrañé el mundo algunas horas», dijo a 52 Insights. Y agregó que cuando regresó a la «civilización», lo que más le costó fue volver a hablar, volver a vivir mediante los dispositivos, volver a sumergirse en distracciones.
Todo esto le hizo reflexionar sobre la paradoja del silencio, ¿acaso el silencio es imposible? «Ahora creo que no voy a encontrar un lugar completamente silencioso», dijo. Sin embargo, su búsqueda del silencio lo condujo a una habitación bajo tierra en medio de París, cerca del Centro Pompidou, donde se supone que no hay ruidos en absoluto.
«Así que luego de terminar mi libro fui allí, y me resultó algo realmente extraño. Sin sonidos, pronto se vuelve difícil saber dónde queda arriba y dónde queda abajo, etcétera. Al final uno termina escuchando los latidos de su propio corazón, su propia respiración, casi puede escuchar cómo circula la sangre. Es decir que incluso ahí hay ruido«, agregó.
Muchas personas canalizan su necesidad de silencio en otras actividades como cortar madera, tejer, tocar el piano, leer. De alguna forma siempre tenemos una constante necesidad de silencio exterior y también interior. «Encontrarse a uno mismo es una de las cosas más difíciles de hacer en la vida, y por eso es tan importante«, dijo Kagge. «A lo largo de la historia siempre ha existido este consejo, conócete a ti mismo, y creo que se debería tomar en serio cualquier consejo que dure más de 1.000 años», expresó.
Muchas personas se han dado cuenta de que en realidad la búsqueda del silencio interior es mucho más beneficiosa y provechosa para el cuerpo y la vida que buscar el silencio en el exterior. Para esto a muchas personas les gusta realizar meditación, para reencontrarse consigo mismas y encontrar esa paz que tanto se necesita en la era de la informática. El estrés, las preocupaciones de la vida cotidiana y la contaminación (auditiva, visual, material, olfativa) hacen que las personas cada vez se sientan más decaídas y sin un rumbo claro. Los expertos aconsejan meditar con frecuencia para así aclarar la mente y el espíritu. Y el silencio, en realidad se encuentra allí… ¡esperando por ti!
Gigantes bloques de hielo rebasan muros de contención en el río Niágara
¿Te gustó este artículo?
Entonces, te pedimos un pequeño favor. Compártelo en tus redes sociales, apoya el periodismo independiente y contribuye a que tus amigos se enteren de las noticias, información e historias más interesantes. Tardarás menos de un minuto. ¡Muchas gracias!
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.