Rebecca Friedrichs tiene un fuerte sentido de la justicia. Eso la llevó a decidir querer ser maestra a la edad de 12 años. También es lo que formó su filosofía como maestra durante casi tres décadas, y ha sido la razón por la cual tomó la difícil decisión de dejar de enseñar para dedicarse a rescatar a los maestros de la cultura del miedo y el aislamiento instituido por los sindicatos de docentes a través de toda la nación.
“Los maestros han sido engañados. Les han dicho que el problema no es el sindicato, que el salvador es el sindicato, que los administradores, legisladores y la junta escolar son el problema, que los padres son el problema. Y es el sindicato el que los salvará”, dijo Friedrichs.
«De lo que no se dan cuenta es que es su sindicato el que pone a cargo a los legisladores con problemas, a las juntas escolares con problemas y esas juntas escolares controlan a los administradores con problemas».
Los maestros, que ya están bajo una gran presión y estrés, no tienen exactamente el tiempo para hacer el trabajo de detective y así descubrir quién está en el fondo de los problemas de la disciplina en la escuela o el problemático currículo que ahora se ven obligados a usar. Pero Friedrichs ha unido las piezas, y ahora quiere correr la voz.
Friedrichs es la fundadora de For Kids and Country, y autora de «Standing Up to Goliath», que relata su viaje al hablar en contra de los sindicatos de docentes estatales y nacionales, grupos de presión política que se hacen pasar por maestros y sindicatos para así recaudar dinero e influencia.
Friedrichs dijo que ella escribió el libro para los maestros.
«Esa es la razón por la que escribí el libro y lo escribí desde el ángulo del testimonio. Porque ellos no necesitaban escuchar mi opinión, ellos necesitaban ver la verdad, necesitaban ver imágenes de qué es lo que está sucediendo realmente y dónde está pasando, escuchar el testimonio de múltiples fuentes», dijo.
Le tomó un año de concentración constante, sentarse a la mesa de la cocina con 200 tarjetas de notas, irse a la cama cuando su esposo se levantaba por la mañana, entrevistar a maestros y padres con esas historias largas, injustas y desgarradoras para poder escribir su libro.
“Sin embargo, fue una experiencia gratificante, porque llegué al punto en donde me di cuenta de que la única forma de ayudar a los maestros a ver la verdad era el poder del testimonio. Eso me motivó”, dijo.
Encontrando el panorama completo
Friedrichs fue testigo del poder de los sindicatos desde el principio, incluso antes de que ella fuera una maestra en pleno derecho.
Como maestra estudiante, ella tenía un mentor maravilloso. Pero justo al lado había una maestra a la que nombraba como «la Bruja», porque gritaba y manejaba a los niños pequeños en su salón de clase de una manera francamente abusiva. Cuando Friedrichs preguntó acerca de presentar algún tipo de queja, pronto se enteró de que los sindicatos habían asegurado el mandato de esa maestra y que no podía ser despedida.
Friedrichs luego sabría por otro maestro que había estado en el campus al mismo tiempo que ella y que lo que había vivenciado no era un evento aislado. Esa persona también trabajó cerca de un maestro abusivo que no podía ser despedido.
El libro desmitifica, capítulo por capítulo, la impresionante variedad de formas en que los sindicatos de docentes estatales y nacionales pueden afectar a las escuelas a nivel del suelo, y muchas de esas formas pueden ser una sorpresa. La falta de maestros STEM (ciencias, tecnologia, ingieneria y matematicas) calificados, el aumento del acoso escolar, la radicalización de los niños y las protestas políticas masivas que no tienen nada que ver con la educación, todo esto tiene vínculos extraños e inquietantes con estos sindicatos.
Por ejemplo, el nuevo plan de estudios de educación sexual para niños de 11 años que enseña cómo llevarla a la practica, y que horrorizo a los padres que descubrieron tardíamente el contenido, debido a la forma secreta en que el material fue introducido, esto fue impulsado por estas uniones. El plan de estudios cuenta con contenido tan explícito que no se puede repetir aquí, pero está en el libro. La propia Friedrichs dijo que mientras escribía el capítulo, tenía que levantarse y pasear por la casa porque el nivel de abuso a nuestros hijos era muy inquietante, pero la gente necesitaba saber que esto está sucediendo.
«Están cambiando nuestra historia, han socavado nuestra ciencia, han socavado la disciplina. En la mayoría de los estados, los padres no tienen derecho a ver los registros médicos del niño después de los 14 años, todo tipo de cosas en donde los sindicatos están empujando a espaldas de los maestros», dijo.
La ciencia, por ejemplo, se ha redefinido literalmente para que se trate de un «consenso» incluyente, en lugar de basarse en datos empíricos.
Los sindicatos también son los que financian las protestas y la legislación contra la elección de escuela, a pesar de que muchos padres y maestros han visto cómo beneficia a los niños. Los sindicatos han apoyado una legislación desconcertante que parece ir en contra de la educación o la seguridad, y han rechazado un proyecto de ley federal que prohibiría a los delincuentes sexuales trabajar en las escuelas. Degradaron a un director que denunció a un maestro no apto, y premiaron a otro por habilitar a un delincuente sexual. Hay una historia desgarradora de una madre soltera del centro de la ciudad que intentó sacar a sus dos hijas de una escuela peligrosa y entrar en una diferente. No solo fue encarcelada y multada, sino que su anciano padre fue arrastrado a la cárcel donde luego falleció.
Los docentes buscan soluciones
Resulta ser que los profesores son excelentes solucionadores de problemas.
Friedrichs señala muchos casos donde los maestros encuentran soluciones para los problemas cotidianos que enfrentan, pero las historias tienen finales similares. A pesar del progreso, en algún momento los sindicatos entran y lo cierran.
Uno de esos maestros fue Aaron Benner, un maestro muy querido que enseñó en un campus de la escuela pública donde predominaba los alumnos de la comunidad afroamericana y que contaba con graves problemas de disciplina. Comenzó un programa de fútbol durante su hora de almuerzo, donde los estudiantes aprendieron a vivir con el lema «Gana con gracia, pierde con gracia».
Un día, un niño enojado golpeó a Benner y se negó a calmarse. Benner lo llevó a la oficina del director, pero descubrió que el estudiante no sería castigado. Incluso los otros estudiantes pensaron que algo no estaba bien.
Más tarde, Benner descubrió que su estado había pagado millones a una empresa consultora para que elaborara una estrategia de equidad racial en las escuelas. Lo encontró lleno de información engañosa, sugiriendo que los maestros estaban castigando a los estudiantes por raza, en lugar de comportamiento. Hubo directivas de la administración de Obama para reducir las tasas de suspensión para estudiantes de color. La equidad racial, en lugar de implementar estrategias de disciplina que funcionen, significa a menudo no castigar a los estudiantes problemáticos.
Muchos maestros han visto que esta estrategia conduce a la ilegalidad y al caos en los campus, ya que los estudiantes se dan cuenta de que no serán castigados sin importar cómo actúen. Los maestros que están allí para enseñar y los estudiantes para aprender terminan sufriendo bajo un ambiente temeroso y disruptivo donde el aprendizaje no puede suceder.
Sindicatos
Pero, ¿qué tenía esto que ver con los sindicatos?
Mientras Benner profundizaba, descubrió que la estrategia de equidad racial fue negociada por el sindicato de maestros, sin que muchos maestros en su distrito se dieran cuenta de esto. Luego, el sindicato contrató a una consultora para capacitar a todos los empleados del distrito escolar para verificar su «racismo sistémico».
El vio maravillosas maestras renunciar porque se enfrentaban a una amenaza física, y si fueran blancas, siempre serían acusadas de ser racistas. Dijo que un maestro estuvo a punto de morir en el distrito y que, en lugar de marchar contra la violencia o tener políticas que lo hubieran protegido, los sindicatos lo utilizaron como moneda de cambio para atraer más dinero. También fue reprendido personalmente por informar a una madre cuando vio a su hija de cuarto grado ser golpeada en la cara y noqueada por un niño.
Benner fue franco y, como resultado, fue golpeado con una serie de investigaciones, incluida una falsa denuncia de acoso. Había pagado sus cuotas sindicales, por lo que hizo lo que cada maestro haría en una situación así y recurrió al sindicato para obtener representación. El sindicato le dijo que se declarara culpable del inadecuado reclamo. El no aceptó. Cuando más tarde Benner se hartó les dijo que iría a la prensa, un representante le pidió que no lo hiciera, porque los haría «verse mal».
Como resultado, la escuela perdió un gran maestro. Benner renunció y luego aceptó un puesto como decano en una escuela privada.
La propia Friedrichs ha tratado de encontrar soluciones beneficiosas muchas veces en su carrera. Hace diez años, ella misma se desempeñó como líder sindical local de maestros intentando lograr un cambio desde adentro.
En ese momento, hubo una recesión en la economía y se les dijo que había recortes presupuestarios. El distrito tendría que despedir maestros, es decir, los maestros más nuevos, porque esas son las reglas sindicales.
Tres de estos maestros eran de los que Friedrichs había sido mentora; eran maestros que sabían jugar en equipo y que habían ayudado a mejorar significativamente los puntajes de escritura del distrito.
Friedrichs hizo una encuesta informal de maestros para ver si estarían dispuestos a aceptar un pequeño recorte salarial durante el año para ayudar a estos nuevos maestros a mantener sus trabajos. Muchos apoyaron la idea, por lo que Friedrichs la mencionó en la próxima reunión sindical. Ella fue inmediatamente reprimida. Persistió durante meses, pero el sindicato se negó incluso a estudiar la opción. Finalmente, el liderazgo sindical se enojó tanto con ella que le dijeron que no se preocupara, porque se asegurarían de que estos maestros desempleados pudieran tomar un seminario sobre cómo obtener beneficios del desempleo.
Ella se sorprendió, iban a representar a estos maestros sin trabajo.
Disfrazándose
Friedrichs ha descubierto que los sindicatos usan cuatro tácticas de manipulación para mantener a los maestros en línea: miedo, intimidación, aislamiento e ignorancia.
“Los sindicatos no solo están usando miles de millones, proporcionados anualmente por los maestros libres de impuestos, sino que también están intimidando a los maestros para que sean botas sobre el suelo para su agenda, incluidas estas huelgas de maestros de Red for Ed. Simplemente intimidando por completo a todo el país. Intimidar a cada legislador, intimidar a cada junta escolar, intimidar a cada padre, a través de los maestros”, dijo.
Hay historias de líderes sindicales que gritan a los maestros por expresar su opinión o incluso hacer una pregunta inocente sobre si esta política beneficiará a todos, y el resultado, una y otra vez, es que los maestros aprenden a guardar silencio. Friedrichs recordó uno de esos casos en una conferencia de la Asociación de Maestros de California, donde irónicamente también hubo un taller «Bullying 101″ disponible para ayudar a los maestros a abordar el acoso escolar.
Ahora también controlan las asociaciones de padres y maestros (PTA) que hoy en día no pueden ser nada más que «neutrales» en política, y han sacado a los padres de la ecuación de manera muy efectiva, un movimiento que los buenos maestros no apoyan. Los sindicatos son tan efectivos a la hora de provocar el miedo y la indignación que un padre que intentaba mejorar las cosas a través de su junta escolar abrió la puerta de su casa un día y descubrió que su jardín delantero estaba cubierto de tenedores, pinzas y papel higiénico. Sus hijos pequeños podrían haber resultado gravemente heridos si hubieran salido al césped.
«La parte más difícil: la palabra unión es una palabra positiva», dijo. «Hay un doble golpe porque están detrás de la profesión del maestro, que es muy respetada, y están detrás de la etiqueta de unión, que es muy respetada. Pero no son ninguno», dijo. «Realmente son comités de acción política para una agenda socialista radical».
El libro incluye estadísticas que abarcan varias décadas y muestra que, aunque la mayoría de los docentes tienen puntos de vista conservadores, el gasto sindical, que asciende a millones, es 100 por ciento hacia causas liberales. Y resulta ser que las conferencias sindicales estatales enseñan el acoso, a través de talleres que instruyen sobre «cómo lidiar» con los conservadores.
Friedrichs descubrió que el cambio en los sindicatos de docentes se produjo en la década de 1960. Antes de eso, la Asociación Nacional de Educación (NEA, National Education Association) tenía la misión de inspirar belleza y sabiduría, transmitir una herencia de propósitos. Era un llamado al servicio, y promovía la regla de oro.
Cita los discursos de los líderes de la NEA que llegaron durante los años 60 y lo convirtieron en una potencia política, completamente financiado por los sueldos de los maestros de las escuelas públicas. Con orgullo declararon que la NEA había sido tan efectiva no porque pusiera a los niños o la educación primero, sino porque hicieron lo que los sindicatos hacían mejor: la negociación colectiva.
El hecho de que el salario de Friedrichs se usara para financiar causas políticas con las que estaba personalmente disgustada parecía ser una violación constitucional.
«Los sindicatos están usando la cara de los maestros, la profesión docente, el dinero de los maestros y obteniendo acceso ilimitado a los niños de Estados Unidos a través de los maestros. Eso está torcido y corrupto», dijo. «Están ganando miles y miles de millones de dólares a las personas que nunca se necesitaron en primer lugar».
La división en la política se convirtió en el foco de la demanda de Friedrichs en 2016.
Sus 2 centavos
Friedrichs había querido ser maestra desde que tenía unos 12 años.
Recordó que, como estudiante, los maestros a menudo daban información, pero no el panorama general. Las cosas se enseñaban de forma aislada, o se omitía la información, y ella se sentía perdida a pesar de ser una de las mejores estudiantes.
“Solo quería ayudar a los niños a entender mejor. Me encanta ese proceso”, dijo. “Hacer que algo que puede parecer difícil parezca fácil. Y simplemente me encantó, me encantó. La gente me preguntaba: Oh, ¿cómo puedes soportar estar con niños pequeños todo el día?. Fue el mejor trabajo en todo el mundo. Definitivamente me encantó”.
Friedrichs hacía que los estudiantes leyeran cinco años por debajo del nivel de grado, los estudiantes etiquetados como «déficit» o «desorden» como lo había sido su padre, ella encontraría que con una buena educación aprenderían a amar la lectura y amar el aprendizaje.
Para Friedrichs, ser maestro significaba que estabas llamado al servicio, a ser un líder de servicio. Significaba una gran integridad, honestidad y trabajar muy duro para presentar la verdad e inspirar en el aprendizaje permanente de los niños, así como para darles las herramientas para hacerlo.
Independientemente de los sindicatos, Friedrichs amaba cada parte de la enseñanza.
Después de unos tres años de servir en su sindicato local, Friedrichs se había dado cuenta de que no había sindicatos posibles de cambiar desde el interior. Ella, como muchos de sus compañeros maestros, estaba completamente desmoralizada. Luego encendió la televisión y vio una escena horrible en las noticias.
La gente protestaba contra las propuestas del gobernador de Wisconsin Scott Walker para frenar la deuda de pensiones, y los maestros no solo estaban fingiendo estar enfermos para protestar, cerraron escuelas, atacaron a estudiantes que no estaban de acuerdo, bandalizaron edificios y orinaron en las paredes dentro del edificio del capitolio. Los daños acumularon hasta 2 millones de dólares, una factura que los contribuyentes tuvieron que pagar.
Esta sería la impresión que hoy América tenía de los maestros.
Friedrichs estaba profundamente avergonzada; ella reconoció que había activistas sindicales entre los maestros, pero también conocía a muchos buenos maestros que se preocupaban por sus alumnos para creer que lo que veía en la pantalla era la verdadera imagen.
Sabía que tenía que encontrar una audiencia y decirles la verdad.
Friedrichs sintió a Dios en su corazón y sabía que tenía que comenzar a escribir sobre las injusticias instigadas por los sindicatos. Sin embargo, tenía profundas reservas y pensó que nunca sería publicada.
Entonces me vino a la mente la historia de la viuda y los dos centavos. Ella lo sabía desde la infancia.
Una viuda pobre había colocado dos monedas pequeñas, básicamente dos centavos, en un cesto de ofrendas, y Jesús lo señaló a sus discípulos, diciendo que había dado más que todos los ricos porque había dado todo lo que tenía.
Dios le estaba diciendo a Friedrichs que diera lo que ella tenía: él haría el resto.
Entonces ella lo hizo. La primera editorial que escribió parecía no ir a ninguna parte, pero luego, dos días después, la senadora estatal de California, Gloria Romero, escribió un artículo sobre ese tema. Romero había escuchado sobre el abuso que muchos maestros enfrentaban por parte de sus sindicatos, pero tenían tanto miedo que ninguno de ellos reveló su identidad.
Friedrichs no tuvo miedo de renunciar al anonimato. Se puso en contacto con Romero, quien la puso en contacto con Larry Sand de la Red de Empoderamiento de Maestros de California. Siguió escribiendo editoriales, y luego dio entrevistas, y pronto el testimonio de Friedrichs se escuchó en todas partes.
En 2013, surgió la idea de una demanda entre varios grupos de apoyo al docente. Con el apoyo de su familia, Friedrichs se unió y terminó como demandante principal.
Para Navidad la hermana de Fredrichs le dio un collar. Fredriches le preguntó si era una antigüedad. Su hermana le dijo: «Es la moneda de una viuda».
Friedrichs usó ese collar durante toda la demanda.
El caso se trataba de impugnar los honorarios forzados, incluso si no se era miembro del sindicato, todavía se tenía que pagar los honorarios, que luego se utilizaron para financiar campañas políticas en las que los maestros no tenían voz.
Parecía que iba a ganar 5–4, pero luego con la muerte del juez Antonin Scalia, perdieron, 4–4. Un año después, Mark Janus ganó su caso laboral, Janus v. AFSCME (American Federation of State, County and Municipal Employees), lo que significa que todos los empleados gubernamentales sindicalizados tienen derecho a optar por no participar en sus sindicatos y no pagar nada.
Hay tremendas implicaciones para los maestros, padres, estudiantes y todos los interesados en el futuro de la nación.
Adopta un maestro
Durante el activismo de Friedrichs, ella todavía estaba enseñando. Pero mientras escribía editoriales en casa y daba entrevistas a la prensa, no hablo nada al respecto en la escuela.
“Nunca hablé de eso en el trabajo. En el trabajo, era maestra, estaba allí para los niños, apoyaba a mis colegas y esto no surgió», dijo.
Pero los maestros que sabían lo que estaba haciendo la contactaban en secreto. Enviaban correos electrónicos privados a su casa, o tenían reuniones clandestinas en la cafetería porque estaban tan aterrorizados de poder ser vistos en compañía de ella.
“Los maestros están aterrorizados. Están tan intimidados. No te atreves a hablar en contra del sindicato. Si dices algo en contra del sindicato, te arruinará”, dijo.
«La pregunta más común que me hacen las personas es si tengo miedo por mi vida, así que eso te dice algo sobre lo temerosas que son las personas», dijo Friedrichs.
Friedrichs quiere que todos sepan que ahora tienen un papel que desempeñar: todos conocen al menos a un maestro, y si puede «adoptar a un maestro» y transmitir el mensaje, las cosas cambiarán rápidamente.
Ella ha creado un folleto que describe seis pasos: abrazar, educar, iluminar, empatizar, alentar y empoderar. Los maestros no serán conducidos a la verdad con facilidad; probablemente estarán a la defensiva: ¿qué pasa con su paga, su pensión, su seguro de responsabilidad civil? Ella espera que su libro aborde cada uno de esos problemas y que reciban empatía y apoyo, después de haber estado solos en esta lucha durante tanto tiempo.
«La gente tiene que involucrarse», dijo. «La única forma de liberarse es el contacto personal».
«La gente dice: ‘Oh, no voy a hablar con un profesor, pueden enojarse conmigo’. ¿Sabes qué? Toma un riesgo. Deja que se enojen contigo al principio. ¿Los amas? ¿Amas a tus hijos? ¿Amas a esta república?”, Dijo Friedrichs.
Los maestros que han leído su libro tienden a abandonar sus sindicatos, sus sindicatos estatales y nacionales, porque pueden quedarse solo con sus sindicatos locales, que a menudo son asociaciones dirigidas por maestros que trabajan para maestros.
Hoy, Friedrichs viaja y habla sobre el tema constantemente. Se alejó de la enseñanza después de 28 años con un corazón pesado porque lo que ahora tiene que hacer es más importante que su deseo de estar en su salón de clases con sus alumnos. Recientemente, alguien le dijo que todavía estaba enseñando, que ahora estaba enseñando a toda América. Eso la animó.
Habiendo visto lo que ella ha visto, siente que estamos en una bifurcación en el camino.
«Tengo esperanza cuando las personas buenas, honestas y morales se ponen de pie y luchan. Pero muy pocos lo están haciendo», dijo.
«Si la gente buena, honesta y con buena moral comienza a luchar, entonces sí, tengo muchas esperanzas de que podamos cambiar las cosas». Podríamos fortalecer y mantener nuestra república rápidamente y cambiar las cosas rápidamente. Pero si no lo hacen, podríamos perderla rápidamente.
«¿Hacia dónde vamos a ir? ¿Vamos a seguir siendo políticamente correctos y demasiado temerosos para hablar?».
«Si los estadounidenses siguen siendo cobardes, estoy preocupada. Si las personas de buena moral se ponen de pie y hablan, no habrá nada que nos detenga».
«La bondad siempre gana al final, si se lucha».
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