El Universo es infinito, así como sus enigmas, y aunque cada día sucede algo nuevo, pueden pasar miles de años y realizarse cientos de investigaciones sin llegar a descubrir sus grandes misterios, como el del majestuoso círculo de piedras de Stonehenge que aún sigue sin resolverse.
La gran Stonehenge, es la estructura megalítica más fascinante y famosa del mundo. La misteriosa naturaleza de la disposición de las rocas y las leyendas tras ella, han llevado a siglos de teorías en busca de la verdad.
Situada en la planicie de Salisbury, en el condado de Wiltshire (unos 130 kilómetros al oeste de Londres), se cree que Stonehenge se construyó a lo largo de unas ochenta generaciones, durante unos 1600 años.
Esta joya arquitectónica está compuesta por un círculo interior con seis grandes bloques de piedra, rematados por tres colosales dinteles y un círculo exterior de diecisiete monolitos con dinteles, según el portal de National Geographic.
Y, aunque recibe un millón de visitantes al año, tiene intrigados a los arqueólogos que, hasta el momento, no tienen claro quiénes lo levantaron ni cuál es la función que cumplió, también se desconoce el método que utilizaron para trasladar las rocas y erigirlas en el lugar.
¿Cuándo se construyó Stonehenge?
Según estudios, Stonehenge surgió a finales del Neolítico, hacia el año 3100 a.C. Esta época se asocia con prácticas religiosas en monumentos de carácter permanente, relacionadas con el asentamiento de comunidades humanas en un territorio concreto.
En la década de los 70’, los arqueólogos llegaron a la conclusión de que los sarsens (tipo de piedra arenisca muy dura y muy pesada, parecida al granito) no es natural de Salisbury, por lo tanto sugerían que habrían sido llevadas desde Marlborough Downs a 32 kilómetros de distancia.
Sin embargo, según La Vanguardia, en 2018 esta teoría habría sido desechada por el arqueólogo Mike Pitts, uno de los pocos investigadores que ha excavado el interior de este complejo prehistórico y que asegura haber encontrado evidencia que, al menos, las dos piedras más grandes e importantes del monumento, habrían estado en ese punto exacto durante millones de años, como lo refiere en su estudio publicado en la revista British Archaeology.
Otras investigaciones como The Hidden Landscapes Project, de la Universidad de Birmingham y The Stonehenge Riverside Project, de la Universidad de Sheffield, patrocinados por National Geographic, dan testimonio que la planicie de Salisbury, albergaba grandes túmulos con entierros colectivos conocidos como long barrows (túmulos largos), unos mil años antes de la construcción de Stonehenge.
Este grupo de investigadores hicieron un sondeo del área en un radio de cuatro kilómetros cuadrados utilizando magnetómetros GPS y georradares, y descubrieron la existencia de 15 monumentos más, que son parte de este círculo de piedra.
Asimismo, descubrieron dos grandes fosas en la vía Cursus de Stonehenge, coordinadas con el solsticio de verano; alineadas, uno con el amanecer y el otro con el anochecer.
Cursus, es una superficie rectangular de tres 3 kilómetros de largo y cien metros de ancho, levantada al norte de Stonehenge en una fase anterior a las mismas piedras.
«Este proyecto ha desvelado que el área de Stonehenge está plagada de restos arqueológicos que no se habían detectado anteriormente», explica Vince Gaffney, director del equipo de expertos ingleses.
En la actualidad, el paisaje de Stonehenge está incompleto. Estas ruinas, son el resultado de diferentes etapas de construcción y restauración. Se sabe que en la Edad de Bronce algunas partes fueron removidas y que con el tiempo otras cayeron. Durante la Edad Media sufrió un gran deterioro y con la recuperación, que empezó en 1919 y terminó en 1964, algunas piezas volvieron a su lugar, según un reporte de La Nación.
¿Cuál sería la función de Stonehenge?
La alineación de Stonehenge con el solsticio de verano permite concluir que se debió levantar para acoger una actividad ritual o festivales estacionales relacionados con la observación del Sol y tal vez de la Luna.
Probablemente, estas ceremonias representaban ideas sobre la fecundidad, la vida, la muerte y el más allá; sin embargo, la presencia de entierros asociados a Stonehenge, dan otra idea sobre el aspecto ritual del monumento.
En 2002, fue hallada la tumba de un hombre de la Edad de Bronce, llamado Arquero de Amesbury y que fue enterrado hacia 2400 a.C. Una de sus dagas de cobre, procedía de la Península Ibérica y el análisis de su esmalte dental indicaba que procedía de la región de los Alpes.
En 2005, fue descubierto el esqueleto de un joven enterrado en Boscombe Down, con un collar de 90 cuentas de ámbar. El análisis de las cuentas mostró que procedían del mar Báltico, mientras que el esmalte dental reveló que el esqueleto datado hacia 1550 a.C., correspondía con el de una persona procedente de Europa mediterránea.
El descubrimiento en 2008 de más de sesenta restos de cremaciones datados entre 3000 y 2500 a.C., respalda el monumento de Stonehenge, como un lugar de culto ancestral de gran trascendencia.
Todo esto, sumado a nuevos descubrimientos como el de dos pozos descubiertos en el Cursus, es la evidencia más clara de que toda la zona fue diseñada para conmemorar eventos tanto religiosos como astronómicos.
Según el arqueólogo Mike Parker Pearson de la Universidad de Sheffield, la evidencia de los nuevos pozos muestra cómo se llevaron a cabo los complejos rituales y cómo las procesiones a lo largo o alrededor del Cursus se organizaron en el momento en que Stonehenge estaba en uso.
“Existe una cantidad excesiva de monumentos alineados con el solsticio en este paisaje, que no se repite en ningún otro lugar del planeta”, dice.
“El perímetro de la vía Cursus, quedó definido como una ruta guía de las procesiones ceremoniales que se llevaron a cabo en el día más largo del año”, agrega el arqueólogo.
Las fosas encontradas y el grupo de rocas de Stonehenge, forman un triángulo que refleja el movimiento solar. Por primera vez se ha encontrado un elemento que vincule astronómicamente al Cursus con Stonehenge.
El profesor Vince Gaffney cree que este nuevo estudio ayuda a apreciar lo complejas que fueron estas actividades y cómo, estas sociedades estaban íntimamente relacionadas con el mundo natural.
Sugiere que las procesiones en la vía Cursus, empezaron al amanecer de Este a Oeste por el Cursus y siguiendo el camino del sol, llegando al atardecer, para celebrar el día más largo del año.
Otra sugerencia refiere que los observadores habrían sido colocados en la Piedra Talón, con la que los hoyos se encuentran alineados.
«Si se mide la distancia a pie entre las dos fosas, la procesión llegaría exactamente a medio camino al mediodía, cuando el sol directamente cae en la parte superior de Stonehenge. Esto es más que una simple coincidencia, lo que indica que la longitud exacta de la vía Cursus y el posicionamiento de los pozos son de importancia», observa el Dr. Henry Chapman, profesor titular de arqueología y visualización.
Por supuesto hoy el paisaje de Stonehenge está incompleto. Las ruinas que se ven son resultado de diferentes etapas de construcción y restauración. Se sabe que en la Edad de Bronce algunas partes fueron removidas y que con el tiempo otras cayeron. Que durante la Edad Media sufrió un gran deterioro y con la recuperación, que empezó en 1919 y terminó en 1964, algunas piezas volvieron a su lugar.
Pese a todo ello, hasta el momento se desconoce quiénes asistían a las ceremonias. Tal vez en un intento aventurado podríamos deducir que se trataba de rituales de la comunidad o una reunión de élites, o posiblemente, Stonehenge fue uno de los lugares más sagrados y reverenciados en Europa entre el Neolítico y la Edad de Bronce… Eso, no podremos precisarlo mientras no se realicen nuevos estudios u otras excavaciones arqueológicas, incluso, un hallazgo fortuito que de luz a este misterio.
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