La atleta holandesa de origen etíope, Sifan Hassan, ganó de forma espectacular la medalla de oro en los 5000 metros en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, tras superar una caída en la carrera de clasificación. La joven llegó a Holanda luego de ser enviada por su madre en un vuelo a los 15 años, y solo pudo superar la soledad corriendo, lo que le llevaría a descubrir su talento natural.
La corredora de élite Sifan Hassan, de 29 años, pasó su infancia cerca de Nazaret, en el centro de Etiopía, rodeada de gallinas, vacas y caballos en la granja de su madre. Aunque no tuvo una relación cercana con su padre, que vivía en otra granja, más tarde descubrió que le había heredado su talento para correr, al igual que a su abuela materna que tenía una gran resistencia y podía caminar hasta «dos horas a los setenta», dijo en entrevista al medio holandés nrc.
De pequeña tenía mucha energía, y practicó varios deportes en la escuela. La puntualidad nunca fue su amiga, así que muchas veces tuvo que correr tres kilómetros para llegar a tiempo a las clases. A los diez años participó en su primera carrera de atletismo en 100 metros, donde quedó en cuarto lugar. Pero no quedó satisfecha y siguió compitiendo hasta que logró ganar el primer lugar en una carrera de 800 metros.
Sin embargo, su meta no era convertirse en atleta profesional. Lo que en realidad le apasionaba a la pequeña Hassan era la ciencia y más tarde la carrera de enfermería, de la que cursó dos años pero luego dejó para concentrarse cien por ciento en correr, de acuerdo al medio deportivo ED.
A los trece años terminó la infancia tranquila que hasta ese momento había tenido Hassan, y se mudó con su abuela a Adís, la capital de Etiopía. Dos años después, en 2008, la joven fue enviada por su madre en un avión a Holanda.
«Recuerdo que era peligroso en Adís. Si me hubiera quedado allí, habría sido difícil. Soy demasiado testaruda, creo que soy la dueña de mí misma. Muchas personas murieron allí porque querían la libertad. No sé si volverá a ser seguro en África», dijo a Hassan a nrc.
Hasta ahora, la atleta no ha compartido con ningún medio o incluso con sus entrenadores por qué se fue con su abuela o qué pasó para que su madre la sacara de Etiopía aún siendo menor de edad.
Casi cinco años después de su llegada a Holanda, recibió su pasaporte y pudo competir representando al país. Según su ex entrenador Honoré Hoedt, la corredora recibió rápido el permiso de residencia como refugiada.
«Si se consiguen los papeles correctos tan rápidamente, se puede suponer que hay una buena razón para ello. Y probablemente no es algo que se pondría en el periódico en público». dijo Hoedt en 2013 al medio Trouw.
Una vez que llegó a la ciudad de Assen, en Países Bajos, la joven se sintió «atrapada» y encima no podía trabajar porque era aún muy joven.
«Oh, fui tan infeliz allí. Toda la energía que normalmente podía gastar fuera se quedó en mi cuerpo. Como resultado, apenas podía dormir, estaba tensa todo el tiempo. Así que en un momento dado dije: voy a hacer deporte, si no me volveré loca», dijo a Jeugd Fonds.
Pero todos los deportes en los que pensaba la joven eran caros y lo único por lo que no tenía que pagar era correr, así que lo hizo. Más tarde se unió a un grupo de atletismo en el que le dijeron que era un «talento», e incluso le obsequiaron calzado deportivo.
Más tarde se mudó a la ciudad de Eindhoven, porque allí había una comunidad etíope. Inició así su entrenamiento con Aiduna Aitnafa, una exatleta etíope, que no solo la formó como atleta de élite, sino que le mostró imágenes de grandes corredores y le consiguió «una bolsa llena de zapatos nuevos» de Nike, lo más «valioso» que había recibido hasta ese momento.
«Aiduna me hizo creer que podía hacerlo, que tenía lo necesario para ser una buena corredora. Me cambió la mentalidad, me dio ambición», recordó la atleta.
En adelante, su carrera simplemente subió hasta las nubes. Tiene cuatro récords mundiales en distancias comprendidas entre la milla y los 10,000 metros: milla (4:12.33), 5 km en ruta (14:44), 10,000 (29:06.82) y la hora (18,930 metros).
Aunque los fantasmas del pasado regresaban a la mente de Hassan, incluso durante grandes torneos, decidió superarlo por sí misma.
«Tal vez mi fuerza mental se ha hecho grande por todo lo que he pasado. Tan grande que puedo controlar mi cuerpo con él. Que pueda decidir: vale, ahora no siento nada», dijo Hassa a nrc.
Este 2 de agosto, la atleta dejó a todo el mundo atónito cuando, en la carrera para clasificar a semifinales de los Juegos Olímpicos de Tokio, se cayó durante su serie de 1500 metros. Sin embargo logró levantarse, recuperarse y quedar en primer lugar, para doce horas después llevarse la medalla de oro en los 5000 metros.
Hassan regresó a Etiopía en 2014, 9 años después de haber salido huyendo, y desde entonces cada año va al campamento de Kenenisa Bekele, el mejor atleta en carreras de larga distancia. Pero también visita a sus padres, con los que pudo reencontrarse después de todos esos años, y eso le parece «fantástico», dijo Hassan a nrc.
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