Un productor de cine de Nashville tuvo un devastador accidente de moto en la autopista, pero sobrevivió y, por increíble que parezca, se libró de sufrir lesiones graves.
La coincidencia es que trabaja en CBN, una empresa cristiana de medios de comunicación que informa regularmente de historias milagrosas de supervivencia como la suya.
En 2020, con las restricciones del COVID aún vigentes, Rob Hull se reunía con sus compañeros de trabajo y amigos, por primera vez en un largo tiempo. Situado en el noreste de Nashville, el restaurante estaba a 40 minutos de la casa de Rob.
Era un día fresco. Montó su Kawasaki Vulcan Classic 1500 y se puso en marcha. Olvidó su chamarra de cuero en casa, y se abstuvo de volver a buscarla.
Después de su reunión, alrededor de las 3 de la tarde, estaba en la Interestatal 65 en dirección norte, a unos cientos de metros de la unión de la autopista con la Interestatal 24, cuando vio un gran F-150 azul parado en el carril de la izquierda.
Al pasar, Rob tomó el carril interior y dejó el camión muy atrás, o eso pensó.
«Recuerdo que miré hacia atrás para ver si se movía de nuevo. Y lo estaba, y todavía me seguía a bastante distancia», dijo Rob a The Epoch Times.
Eso es lo último que recuerda antes de despertarse en el pavimento.
«Me desperté en la autopista sin recordar por qué estaba allí», recordó. «Fue una sensación rarísima la de despertarme, abrir los ojos, mirar los coches que pasaban lentamente a mi lado mientras estaba tumbado en la autopista y preguntarme: ‘¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Por qué estoy tumbado aquí?».
Vio al conductor del camión, que se disculpó profusamente; al no ver a Rob, le golpeó por detrás. Rob salió volando por encima del manubrio y su cabeza y hombros se estrellaron contra el pavimento.
Una enfermera que se encontraba en el lugar de los hechos llamó a la esposa de Rob, Keri, que estaba de compras en ese momento.
«Lo primero que oí fue a una mujer al otro lado diciendo: ‘Su marido está bien, pero ha tenido un accidente de moto y va de camino al hospital'», dijo Keri a CBN.
Llegó una ambulancia. A Rob le pusieron un collarín y lo llevaron al TriStar Skyline Medical Center.
«Estaba como entrando y saliendo de la conciencia, todo daba vueltas, vueltas, vueltas», dijo a The Epoch Times. «Recuerdo, de nuevo, que me desperté en un TAC mientras me hacían una tomografía de la cabeza y de la parte superior del cuerpo».
Keri abandonó la compra en la cola de la tienda, recogió a su hijo y a su hija y corrió al hospital, temiéndose lo peor.
Rob estaba consciente y era consciente de lo afortunado que era cuando ella llegó. El siempre ambicioso productor de cine le dijo a su mujer que grabara en vídeo su propia supervivencia milagrosa.
«Sabía que iba a estar bien y que saldría de allí más pronto que tarde», dijo.
No era precisamente la imagen de la salud. La ropa ensangrentada, el collarín, las erupciones de la carretera y los zapatos con fuertes marcas de quemaduras componían el cuadro.
El hijo de Rob, Mason, y su hija, MJ, se vieron obligados a esperar fuera debido a las restricciones de la pandemia.
«Eso me pareció una especie de bofetada en la cara, en plan, no vamos a saber nada hasta que mamá nos avise», dijo Mason. «Inmediatamente, en ese momento es donde creo que mi hermana y yo no tuvimos miedo de la intimidad de rezar realmente juntos».
Keri ayudó a Rob a comunicarse por FaceTime con ellos, ofreciéndole el consuelo de que todo estaría bien.
Los médicos, por su parte, se sorprendieron por la levedad de las lesiones de Rob, que podrían haber sido mortales.
«Les sorprendió, según mis recuerdos, que no tuviera ninguna vértebra rota, ni huesos rotos, ni una hemorragia cerebral», dijo Rob. «En su opinión, tuve mucha suerte. Y sabía que Dios estaba allí. Me sentí bendecido. Estaba protegido».
Y añadió: «A pesar de no llevar una chamarra de cuero, estaba sorprendentemente intacto».
Rob no se libró de todos los daños. Su hombro tenía un agujero casi hasta el hueso. El codo, la rodilla y el pie presentaban rozaduras, pero perdió sorprendentemente poca sangre.
Y lo que es más extraño, salió del hospital esa misma noche, un milagro que los Hull atribuyen al poder de la oración.
«Mi mujer, que trabaja en la CBN —una organización cristiana— llamó inmediatamente a mi compañero en ese momento», explica. «Corran la voz, Rob necesita que se rece por él. Ha tenido un accidente de moto».
«Sé que mucha gente estaba rezando por mí».
Ella grabó en video el reencuentro de Rob y Mason en el vestíbulo del hospital, el padre en bata de hospital, ya que su ropa había sido cortada y ya no se podía usar. Se dijeron muchos te quiero en el viaje de vuelta a casa.
Ya se ha recuperado casi por completo. Después de haber sufrido un traumatismo craneal, está más tranquilo que su antiguo carácter bullicioso. Pero eso está bien, dijo.
Tampoco tiene ningún problema en lanzar un balón de fútbol con Mason o de responder a preguntas sobre la vida, ayudando a sus hijos a distinguir el bien del mal. Rob sigue siendo su padre en esta Tierra, por lo que está agradecido.
«Aprecio a las personas que tengo en mi vida, aprecio a mi familia y el tiempo que tengo con ellos», dijo. «Mi fe en Dios es tan sólida, en su bondad, que también pienso que podría haberme llevado con la misma facilidad que dejarme vivir. Y eso también habría estado bien».
«Sé que suena raro, pero confío en Dios y en su plan. Me alegro de tener más tiempo, pero sé que el Cielo está donde está Dios. Y eso también será increíble».
«Y creo que es allí donde iré».
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