La península de Kola, en las profundidades del Círculo Polar Ártico en Rusia, gracias a sus bosques, la niebla, sus lagos y su nieve, bien podría servir como escenario de un cuento de hadas. Sin embargo, en medio de esta belleza natural, podemos encontrar las ruinas de un centro soviético de investigación científica en completo abandono.
En mitad del edificio en ruinas, se encuentra una tapa metálica pesada y oxidada, empotrada en el piso de hormigón y sellada con pesados pernos. Y según algunos, es la entrada al infierno, indica BBC News.
Se trata del Kola Superdeep Borehole, el agujero artificial más profundo de la Tierra y el punto más hondo excavado por el hombre.
Esta perforación de 12,2 kilómetros, en la que los soviéticos tardaron en taladrar casi 20 años, es tan profunda, que las personas del lugar juran que se pueden escuchar los gritos de las personas torturadas en el infierno.
Pero no es todo… la broca perforadora todavía se encontraba a medio camino entre la corteza de la tierra hasta el manto, cuando el proyecto se detuvo supuestamente «por el caos de la Rusia post-soviética».
Según Mother Nature Network, durante la perforación, los científicos encontraron fósiles microscópicos de organismos unicelulares a 6,5 km de profundidad aproximadamente. Estos fósiles tenían más de 2 mil millones de años de edad y representaban 24 antiguas especies. No encontraron indicios de cómo llegaron allí, pero lo más interesante es que también descubrieron agua en las mismas profundidades, algo que los científicos creían imposible.
«El descubrimiento más fascinante del proyecto fue la detección de fósiles de plancton microscópicos en rocas de más de 2 mil millones de años de antigüedad, que se encuentran a 6,4 km debajo de la superficie», dijo Bryan Nelson, reportero de Mother Nature Network.
«Estos ‘microfósiles’, que representan a 24 antiguas especies, estaban encerrados en compuestos orgánicos que lograron sobrevivir a la extrema presión y temperatura que existen a esa profundidad en la Tierra», agregó.
La perforación se suspendió en 1994 tras haber alcanzado un punto en el que hacía demasiado calor en las profundidades a las que habían llegado. La temperatura registrada en el hoyo a 12 km bajo tierra fue de 356 grados Fahrenheit (alrededor de 180 grados Celsius).
Sin embargo, este pozo soviético no es el único. Durante la guerra fría, hubo una carrera entre las superpotencias para perforar lo más profundamente la corteza terrestre, incluso la meta era, alcanzar el manto del planeta mismo. Ahora son los japoneses quienes reclaman esa oportunidad.
Según le explicó Uli Harms, del Programa Internacional de Perforación Científica Continental, a BBC News. «La perforación se inició en la época del Telón de Acero». Él, en su juventud, trabajó como científico en el pozo que construían los alemanes y que era rival del Kola Superdeep Borehole.
«Ciertamente hubo competencia entre nosotros. Una de las principales razones era que los rusos simplemente no querían compartir sus datos», dice. «Cuando los rusos comenzaron a perforar, afirmaron que habían encontrado agua libre, algo que la mayoría de científicos simplemente no creían», añade Harms.
«Los científicos occidentales sabían que la corteza era tan densa a cinco kilómetros de profundidad, que el agua no podía penetrar a través de ella», dice el científico.
Sean Toczko, gerente de programas de la Agencia Japonesa para Ciencias de la Tierra y el Mar dijo a BBC que «el objetivo final del [nuevo] proyecto es obtener muestras reales del manto tal y como está en estos momentos».
«En lugares como Omán, puedes encontrar el manto cerca de la superficie, pero ese es el manto como era hace millones de años», asegura. «Es la diferencia entre tener un dinosaurio vivo y el fósil de un hueso de dinosaurio», añade el científico.
Toczko afirma que si la Tierra es como una cebolla, llena de capas, la corteza viene a ser la delgada piel del planeta y tiene solo 40 km de espesor, luego está el manto profundo, de 2900 kilómetros aproximadamente. Tras esto, nos encontraríamos justo en el centro de la Tierra, en el núcleo.
Y mientras a finales de la década de los 50, Estados Unidos fue el que encendió la mecha de la carrera por explorar la frontera profunda con su proyecto Mohole, tomando un atajo a través del fondo del Océano Pacífico en Guadalupe, México, los soviéticos empezaron a perforar en el Círculo Polar Ártico en 1970, y finalmente el programa de Perforación Profunda Continental (KTV) de Alemania, empezó en Baviera en 1990, llegando a perforar nueve kilómetros en total.
Sin embargo todas las expediciones fracasaron. Los falsos comienzos, las parálisis, las altas temperaturas que la maquinaria encontró en la profundidad del subsuelo, el costo y la política, pasaron factura a los sueños científicos de profundizar y batir el récord del agujero más profundo.
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