Un taxista del oeste de Canadá lleva 15 años haciendo todo lo posible por ayudar a sus clientes de la tercera edad.
Iqbal Alimohd, de Calgary, que conduce un taxi desde 1978, ha ayudado de forma gratuita a decenas de personas mayores en su esfuerzo semanal por comprar alimentos. Y lo que empezó como un favor para algunos de sus clientes de mayor edad hace unos 15 años se convirtió recientemente en una «tradición familiar».
Al principio, para los ancianos que el taxista llevaba a las tiendas cada semana, hacer la compra resultaba agotador.
Iqbal decidió hacerlo más fácil.
«Les digo: ‘Solo denme una lista, yo les llevaré la compra a su casa’, y a partir de ahí empecé», dijo a The Epoch Times el taxista, que este año cumple 70 años de edad.
«Recogí para un cliente, luego dos clientes, luego solo un edificio, otro edificio, que son en su mayoría edificios de personas mayores».
«Ahora mismo estoy recogiendo unos cuatro o cinco edificios», añadió Iqbal.
Aunque sus agradecidos clientes se han ofrecido a pagar la gasolina y su tiempo, el amable taxista, que emigró a Canadá desde Pakistán en 1973, se niega y cobra solo el valor de los alimentos.
A través del boca a boca, su operación de compra se expandió masivamente: actualmente ayuda a entre 20 y 25 personas de la tercera edad.
Al poco tiempo, su esposa Mumtaz decidió unirse, tomando los pedidos por teléfono y ayudando a conseguir los alimentos en la tienda.
Las llamadas suelen llegar entre el miércoles y el viernes. Él y Mumtaz llevan la cuenta de sus cuantiosas listas de la compra mediante una hoja de cálculo.
Los sábados salen temprano por la mañana para ir al supermercado Real Canadian Superstore antes que abra; toman tres o cuatro carros y reúnen artículos a veces de hasta 800 dólares. El personal de la tienda designa una línea de caja especial para esta enorme compra.
Luego, él y su esposa hacen las entregas y desempacan, lo que puede durar hasta las 7 de la noche.
Un par de viajes extra en un día no laborable no representan ninguna molestia.
«A veces vamos el sábado y nos dicen: ‘Yo también pedí eso'», añade. «Así que, si voy el domingo, les compro».
«Lo sienten en su corazón».
El conductor y sus clientes se han convertido en una familia, aunque siempre ha sido algo que ha mantenido en secreto. Pasan horas conversando y no tiene problemas en llevarlos a sus citas.
«Cuando voy a casa, me llaman: «Venga, venga a mi casa, vamos a sentarnos juntos», dice Iqbal. «Así que voy a su casa y hablo con ellos, son muy amables».
Ayudar a sus clientes de avanzada edad durante los últimos 15 años le ha dado una profunda satisfacción.
«Uno siente en su corazón que antes trabajaba muy duro y ahora necesitan ayuda», dijo. «Hubo un tiempo en que trabajaron mucho, ahora hay que darles un poco de respeto».
Y añadió: «Aprecian mucho esto».
Durante la pandemia, los dos hijos de Iqbal, Yasin y Faisal, empezaron a ayudar con las compras, para que sus padres no tuvieran que salir tanto.
Esto se está convirtiendo en una «tradición familiar», dijo Iqbal.
«A los siete u ocho meses empezamos con los niños, e incluso con los [nietos] más pequeños también», añadió el taxista con una sonrisa.
«¡Es un superhéroe!»
Sin embargo, el tranquilo conductor no está acostumbrado a toda la atención que ha recibido. Su historia se publicó en la CBC y en el Calgary Eye Opener, y sus dos hijos aseguran que probablemente esté avergonzado por toda la atención.
Según la directora de medios de comunicación de Checker Cabs, Layna Segall, Iqbal va a recibir un premio del gobierno canadiense por su servicio a la comunidad.
«Lo ha llamado el gobierno federal, el gobierno provincial, la ciudad de Calgary, todo el mundo lo llama porque se sienten conmovidos por lo que ha hecho todos estos años sin ningún tipo de reconocimiento», dijo Segall a The Epoch Times.
«Toda esta gente me llama para hacerle un reconocimiento, y él me dice: ‘Solo soy un tipo pequeño’. Yo le digo: ‘No, usted es una persona fabulosa, es un superhéroe'».
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