Una joven diseñadora de indumentaria no quería perderse la oportunidad de estar en todos los detalles de su boda, sobre todo de la creación de su vestido. Con todo el entusiasmo de la ocasión, se propuso confeccionarlo de camino a su trabajo, en el metro de Nueva York.
Esther Andrews, se puso a tejer a crochet un original vestido de novia mientras viajaba todos los días a su trabajo y el resultado fue increíble, logrando terminarlo en el transcurso de 9 meses, según New York Post.
«Siempre apreciaré este vestido y el tiempo que pasó para hacerlo», dijo Andrews en su red social.
Y decidió compartir todo el proceso de confección y el video fue un éxito viral.
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La mujer comentó que al vestido nupcial le tejió volados, una falda escalonada, mangas largas y un escote en V, resultando en un diseño “simplemente, tonto y divertido”. Además, para confeccionarlo, necesitó «cuatro millas de hilo de encaje de mohair».
El vestido también fue decorado con pequeños tomates rojos, con el tema de la boda: “Un pirata espacial que se encuentra con un huerto de tomates”, de acuerdo a su red social.
“Cuando llegó el momento de coser, me asusté porque solo podía confiar en que encajaría, no había tiempo para volver atrás. Afortunadamente estuvo bien, así que pude agregar los pequeños tomates», escribió la novia.
La diseñadora también confeccionó un llamativo traje para el novio, similar al traje de un astronauta que también compartió ne las redes.
Andrews expresó su gratitud hacia quienes elogiaron su traje de boda. «¡Fue tan especial compartir el proceso y ustedes han sido tan acogedores! Compartiré más sobre cómo hicimos y todo lo demás de nuestra boda», escribió.
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El esposo de Andrews escribió: «¡¡Solo para que sepas soy el esposo!! Y si estás pensando que soy afortunado, no sabes ni la mitad».
La joven finalmente logró terminar su vestido soñado demostrando que el tiempo de viaje en el metro puede ser aprovechado en un día ajetreado en la ciudad de Nueva York.
Otra mujer también se entusiasmó en el diseño de su vestido de boda, que aunque no lo realizó en el metro, el vestido también fue único porque se diseñó con la tela del paracaídas que le salvó la vida a su prometido en plena guerra.
Novia de soldado de la II Guerra Mundial diseñó su vestido de bodas con el paracaídas que lo salvó
Ruth Hensinger aceptó que su vestido fuera confeccionado con el paracaídas que le salvó la vida a su futuro marido.
En novio de Hensinger, es el mayor Claude Hensigner, cuyo paso por la guerra casi le cuesta la vida cuando saltó de un B-29 en China después de un bombardeo en Japón.
Afortunadamente, el paracaídas que llevaba puesto no solo le salvó la vida, sino que también lo mantuvo caliente y detuvo la hemorragia debido a una lesión que había sufrido. Fue ese mismo paracaídas que no solo cambiaría el curso de su vida, sino que también aparecería de manera muy significativa en su vida romántica.
Después de su terrible experiencia, se aferró al paracaídas de la suerte. Ese año, Claude regresó a los Estados Unidos y comenzó a salir con su amiga de la infancia, Ruth.
Después de estar con Ruth durante un año, Claude se le propuso a Ruth no con un anillo, sino con el paracaídas que lo salvó.
“Este es el paracaídas que me salvó la vida”, le expresó a su entonces su futura esposa, de acurdo a Ripley’s Believe It or Not. “Quiero que hagas un vestido de novia con él”.
Aunque no era el tipo de propuesta que Ruth esperaba, aceptó y se puso a trabajar. Después de todo, no todos los días tienes la oportunidad de llevar un trozo de historia.
Y comenzó la labor. El velo y el corpiño top fueron cosidos por una costurera, mientras que la propia Ruth diseñó y cosió la falda. El diseño estaba inspirado en el vestido que Scarlett O’Hara usó en la película clásica “Lo que el viento se llevó”.
Ruth y Claude se casaron el 19 de julio de 1947. Ruth usó la misma tela que salvó la vida de su novio hacía tres años antes. Según Ruth, Claude estaba más que contenta con su vestido, además de reunirse con su fiel paracaídas.
“Mi esposo no vio el vestido hasta que caminé por el pasillo”, dijo Ruth. “Estaba contento con él”.
Afortunadamente, este hermoso vestido no quedó juntando polvo en un cajón después que los Hensingers se casaron. Fue usado por su hija Susan y por varias otras novias en los años que siguieron a su boda.
Más aún, hoy en día se puede ver en el Museo Nacional de Historia Americana del Smithsonian. Sorprendentemente, el vestido todavía tiene un rastro de la sangre de Claude del corte que se hizo en 1944.
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