Conservar el sueño de algún día convertirse en cantante fue suficiente para que Alejandra pudiera sortear las dificultades que la vida le presentó. Su historia es un ejemplo de cómo la perseverancia y la confianza pueden llevar a una persona a conectar con su talento innato.
Proveniente de un pequeño pueblo en Michoacán, México, Alejandra Rojas llegó a Watsonville, California, a los 14 años. Antes de ese radical cambio, durante su infancia trabajó junto a sus padres y hermanos como campesina, lo que dejó en ella un gran amor por el campo y un orgullo por ser «ranchera», dijo en entrevista a Impacto Latino.
Sin embargo, la decisión de migrar a Estados Unidos fue de su madre, así que en un primer momento la joven puso resistencia para dejar su pueblo, amigos y raíces.
«La única razón por la que contemplé venir a Estados Unidos, es porque [aquí] radicaba mi padre», compartió Rojas.
La última vez que Rojas vio a su padre, tenía tan solo 10 años, sin embargo, recordaba que él era su «héroe» y su «todo». Con la mirada puesta en localizarlo, un año y medio después, logró tener una llamada telefónica con él.
«Te quiero mucho y te he extrañado tanto», fue lo primero que le dijo a su padre, que vivía en Los Ángeles.
La joven, de entonces 15 años, pactó encontrarse con su padre en Watsonville, sin embargo él nunca llegó, debido a que fue herido de muerte antes de realizar el viaje de reencuentro. El momento más especial para Rojas se convirtió en el más trágico, un dolor que aún la acompaña; aunque eventualmente llegó a entender que incluso los eventos más difíciles tienen su lado positivo.
En medio de la inestabilidad familiar y emocional, la joven tenía un sueño que permanecía como una semilla: cantar. Aunque nunca lo compartió con nadie, finalmente decidió confesarlo a su hermana mayor, cuando tenía 22 años.
Inesperadamente la joven recibió todo el apoyo, pero cuando comenzó a organizar su vida para iniciar su camino como cantante, a su hermana le diagnosticaron cáncer.
Sin dudarlo, Rojas aplazó su gran sueño y dedicó los siguientes tres años a cuidar a la que consideraba su mejor amiga y confidente, hasta su fallecimiento. Los siguientes siete años los dedicó a educar a los hijos de su hermana, de 8 y 9 años, cumpliendo una promesa que había hecho a su hermana en el lecho de muerte.
Diez años después, cuando los sobrinos alcanzaron la mayoría de edad, Rojas decidió retomar el anhelado sueño de cantar, pero el panorama no se veía sencillo, ya que ahora tenía su propio hijo.
Sin embargo, su sobrina, consciente de su sueño de cantar, la inscribió en un concurso de talentos y le dio el valor que necesitaba para cantar.
«Ella fue la que llenó la solicitud para que yo me registrara, y me dijo ‘Vas a cantar, hoy, porque tú necesitas cantar enfrente del público, porque ha sido tu sueño y yo quiero que lo cumplas'», recordó Rojas.
Por primera vez en su vida, a pesar del «pánico escénico», y del miedo, Rojas subió a un escenario a cantar una canción ranchera, frente a tres jueces. Y lo logró.
Aunque solo lo tomó como una experiencia, un mes después le dieron la noticia de que pasó a la siguiente ronda, pero esta vez era en Los Ángeles. Aunque en un primer momento no quería ir, ya que esta vez lo haría sola, al final asistió al concurso.
Después de cantar, un juez le dijo «Yo creo que tienes mucho potencial, y tienes una presencia escénica increíble». Eso le dio una esperanza «del tamaño del mundo».
Tras nunca haber cantado, Rojas llegó victoriosa a octavos de final. Gracias a ese concurso, empezó a recibir llamadas de productores y, desde entonces, no ha dejado de cantar.
Rojas quiere seguir cantando «hasta que Dios me permita», y sueña con llegar a grandes escenarios e inspirar a otras personas.
La joven cantante confiesa que quiere lograr hacer cosas importantes, «por mí y por mucha gente como yo, que tienen sueños y que piensan que no se pueden cumplir».
«Todos los sueños se pueden cumplir, todas las metas se pueden cumplir. Si te caes te levantas, pero nunca pierdas la visión, nunca pierdas la fe en ti mismo», aconseja.
Otro de los sueños que Rojas logró, fue convertirse en la primera mujer que canta sobre un caballo, una proeza que la coloca como la única cantante ecuestre de música regional mexicana de su generación.
Alejandra reflexiona que viene «de la nada», «donde no había una esperanza para mí», pero gracias al trabajo duro y que no renunció a su sueño, ahora está cantando y colaborando con el mariachi Sol de México, uno de los más importantes de EU.
«Todo comenzó como una ilusión», compartió Rojas
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