Cuando Jenny Irons se inscribió a un club de reducción de peso para apoyar a su hermana, nunca esperó que la dieta y el ejercicio transformarían su propia vida, una vida que ahora cambió por completo. Con 108 kilos menos, Jenny ya no está deprimida ni se esconde detrás de la ropa holgada.
Es más, incluso está dispuesta a buscar el amor.
Jenny, una cuidadora de 46 años de Clacton-on-Sea, en Essex (Inglaterra), luchaba contra los dolores de pecho, de pies, de cabeza y la falta de aliento cuando pesaba 174 kg. Aceptó acompañar a su hermana a un grupo local de Slimming World para recibir apoyo moral en septiembre de 2018.
«Solo intentaba ser una buena hermana», admitió Jenny en un comunicado de prensa del centro de fitness, «¡pero meses después me di cuenta de que mi hermana había sido en realidad la que se había unido para ayudarme todo el tiempo!».
Tras un doloroso divorcio, un despido y verse obligada a vender su casa, Jenny recurrió a la comida en busca de consuelo.
«Estaba muy mal», explica. «Iba al supermercado a las 10 de la noche o a las 5 de la mañana para que nadie me viera. No hacía contacto visual con nadie y escondía mi cuerpo con ropa holgada. Era un lugar muy solitario».
Jenny se sintió aliviada al encontrar la solidaridad de sus compañeros de adelgazamiento. «Había gente [en Slimming World] de todas formas y tallas y todo el mundo era muy servicial y amable», recuerda.
Lo mejor de todo es que, a diferencia de las dietas de moda del pasado de Jenny, el plan de dieta de Slimming World «Optimización de los alimentos» le funcionó.
En su punto más bajo, los bocadillos típicos de un día para Jenny incluían sándwiches de pan blanco, galletas, patatas fritas, chocolate, tarta de queso, cacahuates y helado. Para cenar, solía comer palitos de pescado con patatas fritas y frijoles.
Bajo el régimen de dieta Slimming World, Jenny se transformó. Para los bocadillos, Jenny elige comer manzanas, frutos rojos, palitos de zanahoria, yogur sin grasa y palomitas de maíz. Para el almuerzo, come una ensalada de pollo o de camarones, y para la cena, espaguetis a la boloñesa o una tortilla con ensalada.
«Puedes seguir disfrutando de todas tus comidas favoritas», explicó Jenny, «solo que preparadas de forma diferente, y no se siente para nada una dieta».
Con el apoyo del grupo, la confianza de Jenny se disparó. También lo hicieron sus niveles de energía.
«Me sentí mejor conmigo misma y tuve la confianza de empezar a hacer ejercicio», explicó. «Antes, solo iba caminando desde mi coche al trabajo. Ahora, puedo caminar kilómetros, y si no salgo a pasear, me empiezan a picar los pies; ¡soy la nueva Forrest Gump!».
Las medidas de cierre a principios de 2020 amenazaron con interrumpir el progreso de Jenny, pero ella mantuvo su objetivo en primer plano. Se unió a las reuniones virtuales semanales, se puso en contacto con su asesora, Carole, y finalmente alcanzó su peso objetivo de 66 kg, marcando un increíble hito de pérdida de peso de 108 kg desde que comenzó su viaje.
Además, Jenny bajó 12 tallas de ropa y su IMC bajó de 54 a un saludable 22.
«No hay palabras para describir cómo te sientes cuando ves a alguien salir de un lugar muy oscuro… puedes verlo florecer», explicó Carole en una entrevista en vídeo.
(Cortesía de Slimming World)
«No puedo dejar de sonreír», declaró Jenny. «Me encantaría empezar a a tener citas después de COVID». Ahora que está más delgada que nunca, Jenny también quiere viajar por el mundo.
Por su notable logro, Jenny fue nombrada Mujer del Año 2020 de Slimming World.
«A veces tengo que pellizcarme», admitió, «y ser nombrada Mujer del Año es como la cereza del pastel, o debería decir, ¡la ensalada de frutas! Lo único que lamento es no haberlo hecho antes».
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