Los matemáticos han descubierto un gran avance en el campo de la geometría y la probabilidad a partir de un problema solucionado por un estadístico alemán retirado en 2014.
A veces, hablando literalmente, la respuesta está justo debajo de la nariz.
En 2014, Thomas Royen, de 67 años, tuvo un momento de lucidez mientras se cepillaba los dientes. Encontró la solución a un problema de probabilidad que tenía perplejos a los matemáticos desde la década de 1950. ¡De repente, era tan simple!
Mientras se cepillaba los dientes, se le ocurre que la «desigualdad de la correlación gaussiana», (GCI, por sus siglas en inglés), podría explicarse analíticamente a través de fórmulas estadísticas. Esto le permitió simplificar la función y usar ecuaciones con las que había trabajado toda su vida.
«En matemáticas, ocurre con frecuencia que un problema especial aparentemente difícil puede resolverse respondiendo a una pregunta más general», dijo Royen, según Independent.
La solución que Royen había encontrado fue la prueba matemática de la desigualdad de la correlación gaussiana, la que se puede enunciar en términos generales: si se colocan dos formas diferentes una encima de la otra, como un rectángulo y un círculo por ejemplo, mientras se juega a los dardos, las posibilidades de alcanzar o chocar una forma aumenta las posibilidades de alcanzar o chocar a la otra.
Se sabía que era cierto, pero nadie podía demostrarlo.
¡Excepto Royen! Habiendo trabajado durante mucho tiempo como estadístico, no era matemático de carrera. En cambio, su interés en el GCI se basó en la creación de mejores modelos estadísticos de los resultados de los estudios realizados por las empresas farmacéuticas.
Royen excitadamente escribió la solución en Microsoft Word, y sin mucha fanfarria, publicó sus hallazgos en el sitio académico arvix.org. Sin embargo, la mayoría de los matemáticos usan un software profesional llamado LaTeX en vez de Word, y las soluciones falsas al GCI eran comunes. Así, muchos expertos eran escépticos de su solución.
Pero no el matemático Donald Richards de la Universidad Estatal de Pensilvania, que había trabajado en el problema GCI durante 30 años.
«Cuando lo miré supe al instante que estaba resuelto», dijo. «Realmente me golpeé la cabeza del entusuiasmo», agregó.
Sin embargo, muchos otros dudaban aún de que Royen lo hubiera resuelto.
Según Independent, Royen envió todos sus materiales de investigación y un documento a Bo’az Klartag, un matemático de la Universidad de Ciencias de Weitzmann en Tel Aviv. Sin embargo, debido a que el artículo de Royen estaba incluido en otras investigaciones, algunas de las cuales contenían errores, el profesor Klartag arrojó todo el paquete.
Thomas Royen discovered the proof of a famous long-standing conjecture while brushing his teeth: https://t.co/q21MCp4EEN pic.twitter.com/bxnqQvjiUm
— Quanta Magazine (@QuantaMagazine) 29 de marzo de 2017
La investigación de Royen fue entonces olvidada por dos años antes que la comunidad académica empezara a tomar nota, sobre todo porque, como jubilado, no tenía ningún deseo de soportar el largo y difícil proceso de presentar sus hallazgos a una publicación para ser revisada por pares.
La caminata del progreso avanza sin embargo, lenta pero segura, y su solución ganó mayor y mayor atención. Royen, humilde como siempre, estaba simplemente agradecido de hacer una diferencia.
«Es como una especie de gracia. Podemos trabajar durante mucho tiempo en un problema y de repente un ángel -que está aquí poéticamente en busca de los misterios de nuestras neuronas- trae una buena idea», dijo Royen según Independent.
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