Desafortunadamente, a las vacas madres en las granjas lecheras no siempre se les permite criar a sus bebés porque serán vendidos como terneros. No pueden verlos crecer, enseñarles cosas nuevas o incluso cuidarlos todo el tiempo que quieran. Para esta mamá, su día de suerte finalmente estaba aquí, ya que se salvó justo a tiempo y llegó a experimentar ser madre por primera vez.
Maisie vivía en una granja lechera atendida por un anciano granjero de Pensilvania que decidió cerrarla porque ya no podía ocuparse de ella. Las vacas de la granja fueron subastadas, excepto Maisie, que tenía un vínculo especial con el granjero.
Queriendo que ella tuviera una vida fuera de la granja, la envió al Santuario de Animales de Poolesville, Maryland. Maisie era una vaca muy feliz, el fundador del Santuario, Terry Cummings, describe sus primeros días allí: «Cuando era joven, saltaba la valla del patio del granjero y pasaba el rato con sus perros. Ella corría y jugaba con los perros, amaba a la gente y la seguía».
El granjero lloró mientras dejaba a Maisie ir a una mejor vida, «con esta vaca pude ver cómo las vacas pueden ser amistosas y cuánta personalidad tienen si se les da la oportunidad de demostrarlo», dijo Cummings.
Esta no fue la única buena noticia; el granjero ese día no solo salvó la vida de Maisie, ¡sino también la de su bebé! Después de descubrir que iba a ser madre, ¡estaba lista para dar a luz!
La alegría que se extendió por el santuario cuando la ternera dio sus primeros pasos y fue amamantada por su mamá, fue hermosa.
Finalmente esta afortunada mamá puede disfrutar de la vida con su hermoso bebé en un nuevo hogar.
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