Nuestras vidas se pasan a menudo con prisa, casi en modo automático, pasando de una ola de ajetreos y distracciones a otra, a la deriva en un mar de crisis e impulsos.
Hay ruido y tareas rápidas, muchas páginas, mensajes y solicitudes, demandas que toman nuestra atención, realizar varias tareas a la vez, etc. Nuestra mente está esparcida por todas partes.
¿Y si pudiéramos encontrar una forma más deliberada de movernos a través del caos?
Voy a compartir algunas maneras en las que he estado tratando de moverme más deliberadamente; ninguna de ellas es nueva para mí o para ti, pero es más como un consejo de regresar a lo que sé que es útil. Siempre estamos regresando.
Fija tus intenciones al principio. Cuando comiences tu día o cualquier actividad significativa, verifica contigo mismo y pregúntate cuáles son tus intenciones para el día o para esa actividad. ¿Quieres estar más presente? ¿Quieres hacer avanzar tu misión? ¿Quieres ser compasivo con tus seres queridos? ¿Quieres practicar con la incomodidad y no correr hacia la comodidad? Fija una intención (o tres) y trata de mantener esa intención, a medida que te mueves a través del día o de esa actividad.
Escoje tus tareas importantes y concéntrate en ellas. ¿Qué tareas son significativas para ti hoy día? Escoge solo tres, o incluso una y concéntrate en eso primero. Deja a un lado todo lo demás, puedes volver a todo eso más tarde. Crea espacio para lo que tiene sentido en tu vida.
Una actividad a la vez. Si vas a escribir, cierra todas las demás páginas y simplemente escribe. Si vas a cepillarte los dientes, hazlo. Si la actividad es lo suficientemente importante como para incluirla en tu limitado tiempo, es lo suficientemente importante como para darle todo tu enfoque. Trátalo como si fuera tu último acto en la tierra.
Usa cualquier actividad como una meditación. Esto es realmente lo mismo que el punto anterior, pero cada uno de los actos es una oportunidad para estar completamente con la actividad. Todo lo que hacemos puede ser una práctica en la respiración, en la presencia, en la conciencia profunda. Trata cada acto como sagrado y practica.
Crea más espacio. En lugar de llenar cada minuto del día ¿Qué sería tener un tiempo de descanso, soledad, quietud y reflexión? Mi tendencia es terminar una tarea y luego lanzarme inmediatamente a la siguiente. Cuando no hay nada que hacer, busco mi teléfono o mi computadora y encuentro algo para leer, para aprender, para responder a algo útil. Pero el espacio también es útil. ¿Cómo sería incluir el espacio en nuestras vidas? Dale importancia a cada actividad y, cuando la hayas terminado, dale importancia al espacio entre cada actividad. Haz una pausa y respira.
Permanece en silencio más tiempo. Nuestros días están llenos de ruidos, mensajes, y de la cacofonía del mundo cibernético. ¿Qué tal si deliberadamente creamos un espacio o dos cada día para estar en silencio? Eso podría ser un par de sesiones de meditación, una caminata por la naturaleza, un baño donde no leemos, un tiempo para tomar el té y nada más que el té, o simplemente detenerse a ver una puesta de sol, sin tomar fotos. El silencio es curativo para el alma.
Crear contenedores para mensajes y otros caos. Necesitamos responder a los correos electrónicos y mensajes, leer las noticias y ponernos al día. Pero este caos no tiene que llenar toda nuestra vida. Crea un contenedor para cada una de estas actividades: reserva 30 minutos para responder a todos tus correos electrónicos, otros 30 minutos para los mensajes (tal vez 2-3 veces al día), y así sucesivamente. En cada contenedor, no hagas nada más que esa actividad. Cuando termines, deja esa actividad hasta que necesites volver a ella deliberadamente.
Simplifica limitando o prohibiendo. No tenemos que decir ‘sí’ a cada papa frita o galleta, o a cada video de YouTube o cerveza. Podemos elegir lo que queremos en nuestras vidas deliberadamente, lo que no queremos y de lo que queremos menos. Podemos establecer límites o prohibir actividades. Como por ejemplo, ¿puedes limitar el azúcar a una golosina cada semana? ¿O pasar un mes sin alcohol? ¿O solo ver vídeos de YouTube entre las 6 y las 7 p.m.? Este tipo de límites nos ayudan a simplificar y a ser más prudentes.
Escucha lo que la vida te está llamando a hacer. Mientras nos sentamos en silencio o nos movemos deliberadamente a los espacios que hemos creado y comprobamos con nuestras intenciones, podremos escuchar: Escuchen a la vida, a Dios, al universo, a lo que quieran escuchar, y vean lo que les está llamando a hacer. Tal vez solo sea tu propio corazón, pero te están llamando y si escuchas, lo oirás.
Cuando sumas todo esto; y no tienes que ser perfecto en ninguno de ellos, éstos fluyen hacia una bella forma de andar por la vida.
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Leo Babauta es autor de seis libros, escritor de «Hábitos Zen», un blog con más de 2 millones de suscriptores, y creador de varios programas en Internet para ayudarlo a dominar sus hábitos. Visita ZenHabits.net
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