Dorothy Williams, de noventa y tres años de edad, tuvo muchas oportunidades de encontrar el verdadero amor en los últimos 25 años, pero no encontró a nadie que hiciera latir su corazón como lo hizo con su difunto esposo.
Dorothy, quien enviudó unos pocos años antes de cumplir 70, estaba más que contenta con el hecho de que tal vez nunca encontraría otra persona con quien pasar sus días. Estaba bastante feliz de pasar tiempo con su hijo mayor, John.
Sin embargo, un día, cuando John fue a arreglar el techo con goteras de un vecino anciano, encontró a alguien que pensó que atraería la atención de su madre.
El vecino era Richard Rola, de 87 años de edad, quien le admitió a John que había estado solo desde que su esposa falleció cuatro años antes. Después de 60 años a su lado, la pérdida de su esposa lo había llevado a un estado de depresión, y no tenía ningún interés en conocer a nadie más.
Con la esperanza de poder ayudar al hombre mayor a superar algo de su soledad, John se arriesgó e invitó a Richard a su baile semanal de polca con su madre.
Inicialmente, Dorothy no estaba de acuerdo con el plan.
«Ella dijo: ‘No quiero que venga ningún hombre'», contó John, de 67 años, al Washington Post. «Yo le respondí: ‘Mamá, él no está interesado en ti, solo quiere unirse a la polca'».
Sin embargo, cuando la madre conoció a Richard a regañadientes en el baile, se dieron cuenta de que había una oportunidad de hacerse amigos. Eventualmente, después de pasar más y más tiempo juntos, para su propia sorpresa, Dorothy pronto empezó a entrar en el encantador mundo de Richard y sus chistes que la hacían reír; las mariposas empezaron a volar.
«Nunca conocí a una Dorothy que no me gustara», le dijo Richard con suavidad.
Muy pronto, Dorothy tuvo que admitir que estaba enamorándose.
«Nunca, nunca quise [volver a tener una cita]», declaró Dorothy. «Hasta que llegó él y no podía creerlo. Es un completo caballero. Todavía abre la puerta y te toma del brazo, todas las cosas buenas. Se preocupa por ti».
Así que, dos años después de conocerse, Richard hizo algo que nadie esperaría a su edad. Mientras cenaba con la familia, se le cayó una moneda por debajo de la mesa, y después de agacharse para fingir que la recogía, se puso de rodillas y le propuso matrimonio.
La pareja tuvo una boda con 150 invitados, participando en una emocionante aventura que uno esperaría de una pareja más joven.
Pero a pesar de que ya tienen 6 hijos, 13 nietos y 5 bisnietos entre ellos, Dorothy insiste en que el amor que encontró a sus noventa años no es diferente del que había encontrado cuando era más joven. ¡La edad, al final, es algo que no te detiene mientras seas joven de corazón!
Inolvidable propuesta de matrimonio sorpresa en las playas de Miami Beach
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