Un veterano de la Segunda Guerra Mundial de 96 años, de Massachusetts, viajó casi 900 millas (aprox. 1450 km) hasta Carolina del Sur para rendir homenaje a un marine que le salvó la vida hace 76 años.
A principios de año, el soldado Anthony Grasso, de Norwood, encontró el lugar donde había sido enterrado el teniente Frank DuBose.
DuBose dio su vida por su antiguo camarada, protegiéndolo de la explosión de un proyectil durante la batalla de Hurtgenforest, en la frontera belga-alemana, en 1944.
Grasso fue lanzado a nueve metros de altura durante el impacto, sufriendo heridas en la cabeza y el cuello, pero sobrevivió, reportó Fox News. Obtuvo dos Corazones Púrpura durante su servicio.
DuBose, sin embargo, se llevó la peor parte de la explosión y murió, lo que le valió una Estrella de Plata póstuma por desviar el fuego enemigo.
El 27 de mayo, Grasso decidió visitar la tumba de DuBose en el cementerio Quaker de Camden (Carolina del Sur) para presentar sus respetos. Lo acompañaron varios familiares.
Los residentes de Norwood, con banderas estadounidenses, le hicieron una gran despedida; con un homenaje con gaitas, la policía lo escoltó hasta el aeropuerto Logan de Boston.
«Nunca pensé que lograría esto, y se lo agradezco a todo el mundo», dijo a la NBC, añadiendo lo mucho que ha significado el sacrificio de DuBose: «Si uno no estuvo allí, no podría entenderlo».
En el libro «All Souls Day» quedó plasmada la historia de Grasso, que además inspiró a varios habitantes de Nueva Inglaterra a ayudarlo a rendir homenaje al marine caído. Afirmaron que los veteranos de aquella época son cada vez menos.
El autor del libro, el periodista Joseph Pereira, ganador del Premio Pulitzer, ayudó a Grasso a localizar la tumba.
«Su historia es una historia de 76 años de dos cosas», dijo Pereira a Fox News. «Una es la lucha contra el TEPT (Trastorno por estrés postraumático). Lo tuvo de la peor manera. Y la otra cosa es la culpa del sobreviviente (…) esas dos cosas lo han ensombrecido durante toda su vida.
«Esto es muy catártico para él», añadió el autor. «Es toda una vida de dolor y pena que se quita de encima».
Durante su visita a Carolina del Sur, Grasso depositó una rosa blanca en la lápida de DuBose y luego levantó la mano en señal de saludo. Se dirigió a su camarada con unas palabras, informó CBS: «Un último saludo. Gracias. Que Dios lo bendiga, Frank. Nos veremos pronto».
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