6 frases para ayudar el desarrollo emocional de su hijo

Enseñar a los niños los fundamentos de la regulación emocional puede ayudarles a navegar por su mundo interior

Por Ana Aznar
11 de marzo de 2020 11:07 AM Actualizado: 11 de marzo de 2020 11:07 AM

La competencia emocional es una habilidad importante en la vida. Los niños con un alto nivel de competencia emocional, tienden a tener más amigos, les va mejor en la escuela y es más probable que ayuden a los demás.

La competencia emocional tiene tres componentes: comprensión, expresión y regulación. Y estas son todas las cosas que los padres pueden ayudar a sus hijos a dominar. Una forma en que los niños pueden aprender sobre las emociones es hablando de ellas con sus padres. Así que aquí hay seis frases que pueden ayudar al desarrollo emocional de su hijo.

1. Está bien sentir lo que estás sintiendo

Los niños y adolescentes se preocupan por no ser «normales». Esta sensación proviene de la necesidad de encajar. Para empezar, los niños pequeños en su mayoría quieren encajar en su familia. Luego, a medida que crecen, la necesidad de encajar con sus compañeros se hace más fuerte.

Al decirles que está bien sentir lo que sea que estén sintiendo, estamos normalizando sus emociones. Les decimos que no hay nada «raro» en ellos, y que encajan perfectamente.

2. Lo que sientes ahora no durará para siempre

Las emociones no son permanentes, y los niños necesitan entender que los sentimientos tienen un principio y un fin. Es importante que los niños también aprendan que no solo pasará una emoción, sino que hasta que eso suceda, su intensidad disminuirá.

Al entender esto, los niños podrán enfrentar mejor sus emociones. Esto es especialmente importante en el caso de las emociones negativas, cuando la sensación de no poder afrontarlas puede conducir a un comportamiento perjudicial.

3. No deje que sus sentimientos lo controlen a usted

Aunque no podemos controlar totalmente nuestras emociones, podemos en gran medida influir en las emociones que tenemos, cuando las experimentamos y cómo las expresamos. Esto se llama regulación emocional y se logra mejor cambiando la forma en que pensamos sobre nuestros sentimientos.

Esto es posible porque las situaciones a las que nos enfrentamos no causan automáticamente emociones específicas. En cambio, las emociones que sentimos dependen de nuestra evaluación de esas situaciones. Por ejemplo, un adolescente que se presenta a una entrevista de trabajo de verano puede ver la experiencia como un éxito/un fracaso o como una oportunidad para aprender. Es la evaluación de la experiencia—algo que podemos controlar—lo que influirá en la forma en que nos sentimos al respecto.

4. Pongamos un nombre a tus sentimientos

Los niños no siempre son capaces de nombrar los sentimientos que experimentan. Pero es importante que ayudemos a los niños a poner una etiqueta en sus emociones porque hacerlo puede ayudarles a sentirse mejor. Los estudios que analizan la actividad cerebral de los adultos muestran que al nombrar los sentimientos de ira y tristeza, la amígdala (la parte del cerebro que se ocupa de las emociones) se vuelve menos activa. Esto, a su vez, reduce la intensidad de nuestras respuestas emocionales y nos hace sentir mejor.

5. Piense en cómo se siente

Nuestros comportamientos provienen de nuestras emociones, así que los niños necesitan entender el vínculo entre ambos. Al lograr esta comprensión, los niños son más capaces de predecir y regular sus propios comportamientos y los de aquellos que les rodean.

Por ejemplo, si un niño sabe que cuando está enfadado con su hermano suele pegarle, la próxima vez que esto ocurra, estará mejor preparado para regularse a sí mismo y no para arremeter contra él.

6. No importa lo que sientas, estoy aquí para ti

Esto es quizás lo más importante que podemos decir a nuestros hijos para ayudarles a desarrollar su competencia emocional. Los niños experimentan muchas emociones diferentes y algunas de ellas van acompañadas de culpa o vergüenza.

Si, por ejemplo, un adolescente se enamora de la novia de su mejor amigo, puede sentirse avergonzado o culpable. Al decirle que no importa lo que sienta que estamos ahí para él, se sentirá lo suficientemente seguro como para hablar de esas emociones, lo que a su vez le ayudará a procesarlas de forma efectiva, ayudando a su salud mental general.

En términos generales, cualquier cosa que ayude a los padres y a sus hijos a hablar de las emociones es un paso positivo. Cuanto más hablemos con los jóvenes sobre los sentimientos, más desarrollarán su competencia emocional. Al hacer esto, también les estaremos diciendo a nuestros hijos que los valoramos, que nos interesan y que los amamos. Estos son los mejores mensajes que podemos dar a nuestros niños—y los que les harán sentirse fuertes.

Ana Aznar es profesora de psicología en la Universidad de Winchester en el Reino Unido. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.

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