Opinión
Apodada «Organización WuHan» por los cibernautas chinos, el desempeño de la Organización Mundial de la Salud (OMS), junto con su director general, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha suscitado graves interrogantes estos días en cuanto a la politización de la institución ante su desvergonzado esfuerzo por complacer a los dirigentes comunistas chinos, mientras Beijing continúa encubriendo el alcance del virus de Wuhan.
Para ser justos, la OMS ya tiene un triste historial de fracasos al lidiar con epidemias mortales en los últimos años. Por ejemplo, en 2015, bajo el liderazgo de Margaret Chan, apoyada por Beijing, la OMS admitió que estaba «mal preparada» para manejar el brote de Ébola.
Según un artículo de Time, la OMS enumeró ocho lecciones que aprendió de la crisis, incluida la de «comunicar más claramente lo que se necesita», y más tarde propuso nueve remedios para hacer un mejor trabajo en caso de futuros brotes, como la creación de un «Grupo de Trabajo de Emergencia Sanitaria Mundial» con un fondo de contingencia.
Narrativas de Beijing
Sin embargo, esta vez el fracaso de la OMS no se debe únicamente a su incompetencia, sino que también incluye su nada sutil esfuerzo por pregonar las narrativas de Beijing en esta crisis del coronavirus de Wuhan.
Hubo críticas en todo el mundo por el hecho de que la OMS repitió la minimización del virus por parte de Beijing a principios de enero. Los expertos en salud de todo el mundo también han quedado consternados al ver que, dada la evidencia del control draconiano de Beijing sobre la información sobre el virus, incluyendo la amenaza de arrestos a los médicos que se atrevieron a hablar del tema, el jefe de la OMS elogiara a Beijing por «ponernos más a salvo» y declarara una emergencia de salud pública mundial solo días después del cierre de Wuhan, el epicentro del coronavirus, el 23 de enero. Para entonces este virus mortal ya había llegado a América del Norte y Europa.
Temiendo ofender a Beijing, la OMS vaciló durante días antes de nombrar finalmente a este virus de Wuhan como «COVID-19». La lenta respuesta de la OMS para advertir al resto del mundo sobre esta enfermedad mortal ha provocado críticas públicas contra Ghebreyesus, jefe de la OMS. En pocos días, más de 456,000 personas han solicitado su renuncia en www.change.org.
Según el sitio web de la OMS, China ocupa el puesto 16 en la tabla de los 20 principales contribuyentes, muy por detrás de Estados Unidos, el principal donante incluso después de la propuesta de la Administración Trump de recortar 65 millones de dólares del financiamiento a la OMS. Sin embargo, la influencia de Beijing en la OMS es visible y dicta muchas áreas críticas.
Uno de los actos perturbadores de la OMS es el manejo engañoso de la información de su sitio web sobre el coronavirus de Wuhan. Por ejemplo, el sitio web de la OMS inicialmente indicó en inglés: «Las siguientes medidas NO SON eficaces contra el COVID-2019 y pueden ser perjudiciales: fumar, tomar remedios de hierbas tradicionales. Usar múltiples mascarillas. Automedicarse, como antibióticos».
Sin embargo, la precaución contra tomar remedios de hierbas tradicionales como medida está en las versiones francesa/árabe/rusa, pero no en la china. Ahora esta precaución también se ha eliminado en la página en inglés.
Al parecer, la OMS tiene presente las campañas en la prensa estatal de China que promueven la medicina de hierbas tradicional china para combatir el virus de Wuhan—su posterior manipulación secreta de la información o tal vez la desinformación sobre una pandemia es desalentadora, poco ética e irresponsable, en particular para los pacientes afectados y los valientes profesionales médicos que están en la línea de frente en todo el mundo.
Cuando el Dr. Bruce Aylward, subdirector general de la OMS, afirmó que el manejo del coronavirus de Wuhan por parte de China era algo a imitar, ciertamente estaba ignorando, por no decir defendiendo, el sistema de una sociedad orwelliana en la que faltan el Estado de derecho, los derechos humanos, la transparencia y la libertad de prensa.
Cuando el Dr. Aylward dijo a la prensa, «Si yo tuviera COVID-19, querría ser tratado en China», los internautas chinos cuestionaron inmediatamente en Internet su estupidez e ignorancia de las horribles realidades de los centros de cuarentena de China. Un internauta incluso publicó, burlándose, una invitación para que este ingenuo canadiense se convirtiera en residente de Wuhan de inmediato.
Después de todo, el coronavirus de Wuhan fue detectado por primera vez por médicos chinos en diciembre de 2019, sin embargo, Beijing postergó la divulgación pública hasta el 23 de enero de 2020. Según un informe de investigación recién publicado, «Contagio censurado» de la Universidad de Toronto, Beijing se ha dedicado a censurar el contenido relacionado con el virus de Wuhan en redes sociales como los populares WeChat y YY desde diciembre de 2019, y sigue restringiendo la información sobre la enfermedad.
Esto incluye referencias al Dr. Li Wenliang, el denunciante que murió a causa del coronavirus de Wuhan. Tal control de la información puede frenar la comunicación relacionada con el virus y la prevención, según el informe.
Es irresponsable que la OMS, los medios de comunicación mundiales y los gobiernos de todo el mundo utilicen sin comentarios datos y estadísticas de Beijing, dado su historial de falsificación de cifras durante el SARS y de nuevo en este brote de coronavirus de Wuhan.
Los medios de comunicación occidentales, los gobiernos y la OMS parecen haber dado credibilidad a los datos de Beijing al citarlos sin ningún signo de interrogación.
Esta agencia internacional parece centrarse en atender las necesidades de los líderes comunistas en Beijing en lugar del bienestar de 1300 millones de chinos y 23.7 millones de personas en Taiwán.
El milagro de Taiwán
A lo largo de los años, mezclar la política con la salud pública no ha sido inusual para la OMS. A pesar de los rigurosos esfuerzos de muchos Estados miembros, no se ha concedido a Taiwán un lugar en la OMS —esta denegación impide a Taiwán acceder a los datos y recursos de la OMS. Este impedimento fue especialmente crucial durante la crisis del SARS en 2003 y ahora lo es con el actual brote del coronavirus de Wuhan.
A fin de lograr que Taiwán adopte «un país, dos sistemas», la propaganda de Beijing incluso describe a los taiwaneses como «compatriotas que son sangre de nuestra sangre», pero durante crisis sanitarias como el SARS y el virus de Wuhan o cuando Taiwán trata de obtener la condición de miembro de la OMS, esa vinculación sanguínea no se ve por ninguna parte.
Según el Dr. Chen Chien-jen, epidemiólogo formado en la Universidad Johns Hopkins y vicepresidente de Taiwán, en 2003 Taiwán obtuvo información relacionada con el SARS gracias a Estados Unidos, ya que Beijing se negó a prestarle asistencia alguna.
Como se señaló en un artículo de Foreign Policy, «unos 60,000 vuelos transportan 10 millones de pasajeros entre Taiwán y China cada año. Taiwán tiene un gran interés en proteger su propio bienestar y el del mundo ante esta última amenaza para la salud… sin embargo, Taiwán fue excluido de las reuniones de emergencia de la OMS sobre la nueva crisis del coronavirus».
Las operaciones de influencia de Beijing en la OMS y otras organizaciones internacionales no han pasado desapercibidas. El 14 de mayo de 2019, dos investigadores del Center for a New American Security, publicaron el informe «República Popular de las Naciones Unidas«, sobre el revisionismo emergente de China en las organizaciones internacionales.
El informe afirma que «China está utilizando cada vez más su poder económico, político e institucional para cambiar el sistema de gobernanza mundial desde dentro… las organizaciones internacionales se han convertido así en un escenario de contienda ideológica, en el que el objetivo de Beijing es hacer que un régimen autoritario parezca tan legítimo como un gobierno democrático».
Taiwán es una democracia autónoma que se encuentra a solo 81 millas de China continental, con una población de 23.7 millones de personas. El impedimento de Beijing a los intentos de Taiwán de convertirse en miembro de la OMS durante el brote de SARS ha enseñado a este país insular a construir su infraestructura de salud pública para hacer frente a la siguiente crisis.
Al mismo tiempo, Taiwán ha decidido rechazar el régimen comunista de China continental. Tsai Ing-wen estableció un récord histórico de votantes en las recientes elecciones presidenciales—lo que demostró la firme voluntad del público de mantener su autonomía de China continental, rechazando así al candidato respaldado por Beijing, así como la propuesta del régimen de «un país, dos sistemas».
Con más de 850,000 taiwaneses viviendo en China continental y otros 400,000 que trabajando allí, solo el año pasado Taiwán recibió unos 2.7 millones de visitantes de China continental, lo que convierte a esta isla en quizás el lugar más vulnerable para el brote del coronavirus de Wuhan.
Sin embargo, la transparencia, las cuarentenas, el distanciamiento social, las medidas de vigilancia, el uso de big data y un Comando Central eficaz en Taiwán, según un artículo de Stanford Health Policy del 3 de marzo, han demostrado ser factores críticos para ayudar a contener esta enfermedad mortal, con solo 45 casos confirmados hasta el 10 de marzo.
El paso más significativo, como lo observan muchos expertos en salud, fue la rápida decisión del gobierno de Taiwán de imponer prohibiciones de viaje con China continental y Hong Kong antes de que la epidemia pudiera tener la oportunidad de propagarse.
Siguiendo los intereses de China
En contraste, Corea del Sur, Japón, Italia e Irán fueron lentos, o se negaron, para suspender los vuelos y han sufrido mucho con este brote de coronavirus de Wuhan. Tal vez no sea una coincidencia que el virus de Wuhan parezca seguir algunos de los intereses geopolíticos y económicos de China, como en Irán, Corea del Sur, Japón e Italia.
Mientras que Corea del Sur y Japón disfrutan de un alto nivel de cobertura de salud, similar al de Taiwán, ambos, a diferencia de Taiwán, han estado ansiosos por buscar lazos económicos y diplomáticos más estrechos con este Reino Central comunista.
Muchas corporaciones surcoreanas y japonesas están trabajando en asociación con Beijing, haciéndolas cada vez más dependientes de China. Muchos surcoreanos, viendo los crecientes lazos de la nación con China, están pidiendo ahora que se destituya al presidente Moon Jae-in por su postura pro-Beijing, llamándolo «presidente chino Moon».
Italia es el primer (y único) país del G7 que forma parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de Beijing (también conocida como Un Cinturón, Una Ruta, u OBOR) y mantuvo su frontera abierta de par en par a la gente de China, incluso después de que el coronavirus de Wuhan apareciera en Europa.
Según un artículo publicado en The Guardian hace nueve años, solo en Prato, en la región de Toscana, el número de residentes chinos ya había alcanzado más de 50,000 y constituían más del 30 por ciento de la población de la ciudad; el 32 por ciento de los niños nacidos en el principal hospital de Prato tenían madres chinas. Hoy, Italia se enfrenta a una creciente comunidad de inmigrantes chinos que apoya los planes comunistas pro-Beijing.
Es ciertamente desafortunado que China haya entregado a Italia un virus mortal antes de las prometidas ganancias económicas de OBOR. La reciente decisión de Italia de un cierre nacional llegó tarde, como señalaron los críticos.
Como el mayor socio comercial de Irán, China tiene una enorme influencia sobre la economía y la política exterior de Irán. Irán se pone del lado de China en prácticamente todos los asuntos de la ONU y ahora ha sido golpeado duramente por el coronavirus de Wuhan. Algunos de los principales líderes iraníes se encuentran entre las más de 7000 víctimas del coronavirus.
Es triste que grandes civilizaciones antiguas como Irán y China estén hoy gobernadas por dictaduras sin ley que se preocupan más por mantener el poder que por el bienestar de su pueblo.
Durante siglos, muchos pueblos de Asia han mantenido firmemente la eterna creencia budista de la retribución kármica—esta idea resuena en algunos aspectos con la tradición cristiana de «cosecharás tu siembra».
En retrospectiva, la negativa de la OMS a admitir a Taiwán como miembro podría ser una bendición disfrazada, ya que Taiwán ha respondido rápidamente por su cuenta, sin el mal asesoramiento de la OMS, que se basa en cálculos políticos. Como Shakespeare escribió sabiamente en «A buen fin no hay mal principio», «ningún legado es tan rico como la honestidad».
Peter Zhang es un investigador sobre economía política en China y Asia Oriental. Se graduó en la Universidad de Estudios Internacionales de Beijing, en la Escuela Fletcher de Derecho y Diplomacia y en la Escuela Kennedy de Harvard como becario masón.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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