Para las personas de fe, ser enterrado de acuerdo con los ritos religiosos es sumamente importante. No obstante, en China, desde que el régimen totalitario les impuso prohibiciones a los funerales religiosos, estos deseos de los fallecidos son cada vez más difíciles de cumplir. Para frenar la influencia de la fe sobre los residentes de China, incluso las lápidas están siendo despojadas de sus símbolos religiosos.
La tumba de un sacerdote fue despojada de sus elementos religiosos
El 16 de abril, cuatro funcionarios del régimen se presentaron en la iglesia católica de Linjiayuan emplazada en el condado de Cangnan de la ciudad de Wenzhou, en la provincia oriental de Zhejiang. Los mismos le ordenaron al director de la iglesia que eliminara los caracteres que significaban «padre» de la lápida de John Wang Zhongfa, un sacerdote que se había opuesto ardientemente a la injerencia del Partido Comunista Chino (PCCh) en los asuntos de la Iglesia católica, quien en el año 2017 fue enterrado en un cementerio cercano.
Los funcionarios amenazaron con destruir el monumento si no se acataban las órdenes. También ordenaron desmontar el techo y el piso de una estructura utilizada para celebrar misa en el cementerio y convertir un edificio adyacente utilizado por los clérigos para cambiarse antes de los servicios en un baño público. El director no tuvo más remedio que hacer lo que se le ordenó.
Un miembro de la congregación le dijo a Bitter Winter que desde que el padre John Wang llegó a la parroquia, en la primavera de 1982, se hizo cargo de los asuntos de la iglesia y organizó actividades para los creyentes, especialmente los jóvenes.
A principios de noviembre del año pasado, a fin de asegurarse de que las generaciones futuras lo olviden, las autoridades locales ordenaron retirar la biografía del padre Wang de una tablilla de piedra situada frente a su tumba.
Tras la implementación de los cambios, el sitio ya no parece un lugar de descanso para un sacerdote católico.
Tal y como Bitter Winter había informado anteriormente, lápidas de creyentes situadas a lo largo de toda China están siendo despojadas de sus símbolos religiosos. Según un informe de ChinaAid, el pasado mes de diciembre se demolieron 176 lápidas con cruces que se hallaban situadas en el condado de Xiapu, administrado por la ciudad a nivel de prefectura de Ningde, en la provincia suroriental de Fujian.
Los funerales son vigilados y allanados
El 4 de abril, sacerdotes y creyentes de la diócesis de Yujiang en la provincia suroriental de Jiangxi se dirigieron a la tumba de su antiguo obispo, Zeng Jingmu, para prepararla para el cuarto aniversario de su fallecimiento. La policía vigiló todo el procedimiento.
En la actualidad, las autoridades chinas supervisan todo lo relacionado con la religión: incluso los funerales de personas de fe son celebrados bajo la atenta mirada de los funcionarios.
En septiembre del año pasado, en la ciudad de Leqing de Zhejiang, la familia de un católico, quien falleció a causa de una enfermedad, estaba celebrando un funeral en homenaje al fallecido cuando funcionarios del Gobierno local irrumpieron en el lugar y ordenaron retirar todos los elementos religiosos, incluidas las cruces y pinturas. También le ordenaron al grupo de feligreses que cantaban himnos que se detuvieran, amenazando con negarse a incinerar al difunto si desobedecían.
Durante los dos días siguientes, los amigos y familiares del difunto llegaron para despedirse del mismo, luego de ello, el cuerpo fue cremado y sus cenizas enterradas; los funcionarios vigilaron de cerca todos los procedimientos para asegurarse de que no hubiera elementos religiosos.
«El Gobierno impone tal control sobre todas las actividades religiosas por temor a que las tradiciones espirituales puedan influir en la mente de las personas», comentó un creyente local que asistió al funeral. “Por lo menos 100 feligreses acudieron al funeral. Esto es justamente lo que el Gobierno teme: que nuestra religión prospere y que muchas personas elijan la fe en Dios en lugar de elegir al Partido Comunista”.
En el mes de diciembre, un católico de aproximadamente 80 años, procedente de la ciudad de Fuzhou de la provincia suroriental de Jiangxi, falleció. Antes de morir, les pidió a sus hijos que celebraran su funeral siguiendo los ritos católicos. Respetando el último deseo de su padre, los hijos llamaron a un sacerdote y a los miembros de la congregación para que rezaran y cantaran himnos durante el funeral.
Según un pariente, al enterarse del funeral, varios funcionarios gubernamentales se presentaron en el hogar del difunto, donde se estaba celebrando el velatorio, y le prohibieron a los hijos del mismo celebrar cualquier tipo de ceremonia religiosa. «Dijeron que, dado que el Partido Comunista los alimenta, el funeral debía ser organizado de acuerdo con sus políticas, y no siguiendo tradiciones religiosas», recordó el pariente.
“Los funcionarios también afirmaron que el catolicismo es una religión extranjera, proveniente de Roma, y que las reuniones de creyentes pueden indicar su oposición al Gobierno. Nos amenazaron afirmando que, si nos negábamos a obedecer, nos colocarían en una lista negra y nos aseguraron que nuestros hijos y nietos no podrían asistir a la universidad ni enrolarse en el ejército”. Parece que el acuerdo entre el Vaticano y China del 2018 no cambió la actitud de algunas autoridades locales del PCCh hacia la Iglesia católica.
La amenazada familia decidió descartar todos los elementos religiosos del funeral. «Mi padre fue un ávido católico durante más de 30 años, pero no pudimos enviarlo a su viaje final respetando su último deseo», le dijo uno de sus hijos a Bitter Winter.
Este artículo fue publicado originalmente en Bitter Winter, una publicación sobre libertad religiosa y derechos humanos en China.
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