Abrir ventanas ayuda a detener la propagación de COVID-19, aconseja ingeniera de arquitectura

La ventilación natural ofrece una forma agradable de aumentar la eficiencia y la seguridad de los edificios en el presente y el futuro

Por SUSAN ROAF
13 de agosto de 2020 3:05 PM Actualizado: 13 de agosto de 2020 3:05 PM

Más de 200 científicos, incluyéndome a mí, firmamos una carta que fue publicada en la revista Clinical Infectious Diseases el 6 de julio de 2020, diciendo que COVID no solo se propaga por contacto y las gotas rociadas desde la boca y la nariz, sino también por una tercera vía.

La tercera vía de infección está en las diminutas partículas de líquido y material transportadas por el aire, conocidas como aerosoles, que permanecen suspendidas en el ambiente durante mucho tiempo. Si el virus se adhiere a estas diminutas partículas, puede flotar en el aire y propagarse mucho más lejos. Una forma efectiva de reducir esta propagación es purgar el aire que contiene esos aerosoles de las habitaciones simplemente abriendo las ventanas, como mostramos a continuación.

Enfermedades infecciosas clínicas

Al abrir una ventana para dejar escapar el virus, se puede reducir la cantidad de partículas del virus en una habitación, lo que conlleva un menor riesgo de infección.

Tres días después de publicar nuestra carta en Clinical Infectious Diseases, la Organización Mundial de la Salud admitió que no se puede descartar la transmisión por aerosoles, dada la creciente evidencia de la propagación de la enfermedad en lugares poco ventilados como restaurantes, clubes nocturnos y lugares de oración.

La propagación por aerosol se demostró a finales de enero en Guangzhou (China), donde diez personas se enfermaron con el nuevo coronavirus después de almorzar en un restaurante de un quinto piso sin ventanas. El virus se había propagado probablemente en forma de aerosol por un aire acondicionado, aunque el estudio aún no ha sido revisado por expertos.

Para evitar que la propagación de la COVID-19, médicos expertos han promovido el lavado de manos, usar ropa de protección, la limpieza de superficies, el distanciamiento social, la reducción del número de personas en los ascensores y el uso de mascarillas faciales —todas estas son acciones prácticas y efectivas.

Mientras tanto, los ingenieros de calefacción, ventilación y refrigeración (HVAC) recomiendan limitar la propagación del virus con filtros de partículas de aire y ultravioleta costosos y de alta eficiencia y para los sistemas de control climático de los edificios para aquellos que puedan acceder a ellos.

Los arquitectos, al observar los impactos de la COVID en los edificios, a menudo abordan los temas del distanciamiento social y físico, y juegan con la idea del «fin de los edificios altos«, o el efecto del cambio del trabajo a casa en la eficiencia energética de nuestros hogares.

Muy pocos de los anteriores grupos mencionan que la simple apertura de las ventanas es muy importante, ya que tiene los beneficios del placer térmico, emocional y sensitivo de una brisa refrescante sobre la piel en un día caluroso. O el alivio del aire limpio y fresco que entra en una habitación congestionada.

Los diseñadores de edificios de hoy en día a menudo no entienden que fueron engañados al no enseñárseles cómo ventilar los edificios de forma natural. El diseño moderno, rápido y barato tiene tres factores clave. Uno, la fantasía arquitectónica de que su principal contribución profesional a la sociedad es el arte escultural. Dos, los requerimientos de las normas de construcción. Y tres, los límites impuestos a los diseñadores por el uso casi universal de modelos de simulación de edificios defectuosos que alejan a los diseñadores de la ventilación natural de los edificios.

Conflicto de intereses

Los reglamentos de construcción están excesivamente influenciados por los ingenieros de HVAC, lo que ha afectado a los códigos de construcción y ha hecho que se instalen cada vez más máquinas en los edificios —y cada vez menos ventilación natural.

El futuro tendrá que centrarse en edificios que estén ventilados naturalmente durante la mayor parte del día y del año como sea posible, por muchas y excelentes razones, entre ellas los costos de la energía, las emisiones de carbono y la salud y seguridad básicas de los ocupantes.

Las ventanas deben ser una característica que salve vidas en edificios más seguros y mejores en un futuro menos predecible e—aún más durante una pandemia cuando la red eléctrica falla.

Susan Roaf es profesora honorífica de ingeniería arquitectónica en la Universidad Heriot-Watt en el Reino Unido. Este artículo se publicó por primera vez en The Conversation.


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