Abusos de trasplantes de órganos en toda China

Por David Kilgour
09 de octubre de 2019 6:13 PM Actualizado: 09 de octubre de 2019 6:13 PM

El siguiente es un discurso dado por el Hon. David Kilgour, en el Harvard Club de la ciudad de Nueva York, el 25 de septiembre de 2019.

Las relaciones bilaterales entre Canadá y China se encuentran actualmente en su punto más bajo. El mes pasado una encuesta de opinión de Nanos en todo Canadá indicó que nueve de cada diez canadienses tienen una impresión “negativa” o “algo negativa” del Gobierno de China.

Esto se debe sin duda en parte a la “diplomacia de rehenes” de Beijing, con las detenciones arbitrarias de los canadienses Michael Kovrig y Michael Spavor, que meses después permanecen en duras condiciones carcelarias, y la suspensión de las importaciones canadienses de canola, soja y carne de cerdo, tras la detención por parte de Canadá de la ejecutiva de Huawei, Meng Wanzhou, en virtud de un tratado de extradición solicitado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos.

En cuanto a Hong Kong, el gobierno de China aceptó un estatus especial para la ciudad en la Declaración Conjunta Chino-Británica de 1984. Prometió un “alto grado de autonomía” y declaró que la democracia, el Estado de derecho y los derechos humanos básicos se mantendrían bajo el modelo de “un país, dos sistemas” durante 50 años.

El partido-Estado de Beijing ha violado sistemáticamente estos compromisos desde el traspaso en 1997. El Gobierno designado de Hong Kong ha optado por no salvaguardar su apreciada autonomía y el Estado de derecho. Esto perjudica a la ciudad y a las importantes cantidades de inversión extranjera y de intercambio que ahora entran a China a través de Hong Kong, en gran medida debido a su aún sólido sistema legal. El Libro Blanco de Beijing de 2014 sobre Hong Kong incluso desestimó la relevancia continua de la Declaración Conjunta.

Isaac Fish, investigador principal del Centro de Relaciones entre Estados Unidos y China de la Sociedad Asiática, observó: “Beijing sigue insistiendo –a pesar de su falta de elecciones libres y justas, de medios de comunicación sin censura o de un poder judicial independiente– en que es una democracia. (…) Una de las (…) consignas favoritas de Xi Jinping se refiere a los 12 ‘valores socialistas centrales’, de los cuales la democracia es la segunda después de la prosperidad nacional”.

‘Sistema judicial’

El canadiense Clive Ansley ejerció la abogacía en Shanghai durante 14 años hasta 2004 y dice: “China no tiene un sistema judicial en ningún sentido significativo. Es un sistema completamente falso, que se introdujo en 1979 por razones que tienen poco o nada que ver con el deseo de implementar el Estado de Derecho (…) China es un Estado policial brutal (…) Nuestra posición (sobre el robo de órganos) se basa en pruebas irrefutables de lo que realmente está sucediendo (…); en ausencia de asesinatos en masa perpetrados contra prisioneros de conciencia, podemos probar las estadísticas sobre los trasplantes reales llevados a cabo; podemos probar que estos números son totalmente irreconciliables con las fuentes disponibles”.

Gao Zhisheng, un abogado independiente de derechos humanos encarcelado por los clientes que apoyaba, fue nominado dos veces al Premio Nobel de la Paz. En 2015, en su primera entrevista en cinco años, Gao dijo a The Associated Press que había sido torturado y que había pasado tres años en régimen de aislamiento desde 2010. “Cada vez que salimos vivos de la prisión, es una derrota para nuestros oponentes”, dijo Gao.

Dijo que sobrevivió solo gracias a su inquebrantable esperanza en China y a su fe en Dios. La defensa de Gao para la comunidad de Falun Dafa incluye evidencia que dio en 2006 al Dr. Manfred Nowak, relator de la ONU sobre la tortura. Sobre la corrupción oficial, Gao concluyó: “¿Qué familia de ex o actuales miembros del Comité Permanente del Politburó no es tan rica como una nación pequeña? Al final, ya sea Mao, Deng o Xi, en términos de lógica política, motivos y modus operandi, son aves del mismo plumaje, y el resultado es una continuación de desastres históricos”.

Abuso de trasplantes

Durante más de dos décadas, el régimen de Beijing ha estado dirigiendo la vasta red de extracción de órganos de prisioneros de conciencia –principalmente de Falun Dafa– desde 2001, pero también tibetanos, cristianos y uigures musulmanes. Según algunas estimaciones, dos millones de uigures están confinados en campos y todos fueron sometidos a análisis de sangre, lo que es necesario para el trasplante de órganos.

A mediados de 2006, la Coalición para Investigar la Persecución de Falun Gong en China (CIPFG) nos pidió a David Matas y a mí, como voluntarios, que investigáramos las persistentes denuncias de saqueo/tráfico de órganos de Falun Dafa. Publicamos dos informes y un libro, Cosecha Sangrienta, y hemos seguido investigando. Concluimos que para los 41.500 trasplantes realizados en los años 2000-2005 en China, la fuente más allá de cualquier duda razonable fue predominantemente los prisioneros de conciencia de Falun Dafa.

Nuestra principal conclusión fue que “hoy en día sigue habiendo extirpaciones a gran escala de órganos de practicantes de Falun Gong contra su voluntad (…) Sus órganos vitales, incluyendo riñones, hígados, córneas y corazones, fueron extirpados contra su voluntad para venderlos a precios elevados, a veces a extranjeros, que normalmente enfrentan largas esperas para recibir donaciones voluntarias de dichos órganos en sus países de origen”.

Evidencia

He aquí 2 de los 18 tipos de pruebas que llevaron a nuestra conclusión:

1. Los investigadores hicieron muchas llamadas a hospitales, centros de detención y otras instituciones en toda China, afirmando ser familiares de pacientes que necesitaban trasplantes y preguntando si tenían órganos de Falun Dafa a la venta. Obtuvimos una grabación y luego transcribimos y tradujimos las confesiones de que una serie de instituciones estaban traficando con órganos de Falun Dafa.

2. Los prisioneros de Falun Dafa, que más tarde salieron de China, indicaron que se les realizaban sistemáticamente análisis de sangre y exámenes de órganos mientras estaban en campos de trabajo forzado en todo el país. Esto no pudo haber sido por su salud, ya que eran torturados regularmente, sino que era necesario para el éxito de los trasplantes de órganos y para construir un banco de “donantes” vivos.

‘El Matadero’

Ethan Gutmann, autor del libro “El Matadero: Asesinatos en masa, sustracción de órganos y la solución secreta de China a su problema de disidentes”, pone en contexto la persecución a Falun Dafa, tibetanos, uigures y comunidades cristianas domésticas. Explica cómo llegó a su “mejor estimación” de que los órganos de 65.000 practicantes de Falun Dafa y de entre 2000 y 4000 uigures, tibetanos y cristianos de casas-iglesias fueron “cosechados” en el período 2000-2008.

Actualización de mediados de 2016

Matas, Gutmann y yo publicamos una actualización de nuestros dos libros en 2016 en Washington, Ottawa y Bruselas (accesible desde el sitio web de ETAC en www.endorganpillaging.org).

  • Brinda un examen exhaustivo de los programas de trasplante de cientos de hospitales en toda China, en base a revistas médicas, sitios web de hospitales y sitios web eliminados que se encuentran en archivos.
  • Con precaución concluimos que a mediados de 2016 en toda China se estaban realizando un mínimo de 60.000 trasplantes por año, y no los aproximadamente 10.000 que el gobierno había declarado.
  • Ofrecemos mucha evidencia sobre una red de trasplante de órganos dirigida por el Estado.

Añade Gutmann: “Para los gobiernos y los medios de comunicación, nuestra (actualización de 2016) representó el punto de inflexión final: nuestro informe fue cubierto por la prensa mundial, desde el New York Times hasta el Daily Mail (del Reino Unido), mientras que el Congreso de Estados Unidos y el Parlamento Europeo aprobaron resoluciones casi idénticas en el verano de 2016 condenando al Estado chino por la sustracción [de órganos] de prisioneros de conciencia. En resumen, el sistema médico chino perdió la discusión”.

Qué pueden hacer los legisladores y los gobiernos

Bélgica, Italia, Israel, Noruega, España, Taiwán y otras naciones han prohibido el turismo de trasplantes a sus ciudadanos. El Dr. Jacob Lavee, miembro retirado del Comité de Ética de la Sociedad de Trasplantes (TTS), dijo a la periodista Didi Kirsten Tatlow del New York Times: “Soy un simple cirujano judío de trasplante cardíaco y el hijo de un sobreviviente del Holocausto, y la razón por la que dedico tanto tiempo a esto es que no puedo permanecer en silencio ante un nuevo crimen contra la humanidad. (…) He intentado y fracasado en persuadir a los líderes de la TTS para que se abstengan de trasladar a Hong Kong el Congreso TTS de 2016, originalmente planeado para ser llevado a cabo en Bangkok….”.

Human Rights Watch recomendó en mayo que los gobiernos utilizaran sus leyes Magnitsky y otras sanciones específicas contra los funcionarios de Beijing implicados en el saqueo de órganos. Canadá ya incluyó en la lista a varios funcionarios de Rusia, Venezuela, Sudán del Sur, Myanmar y Arabia Saudita que presuntamente están involucrados en graves violaciones de derechos humanos o corrupción, pero a nadie de China. Si los estadounidenses, canadienses y otros mostraran más compromiso con nuestros valores, el terrible comercio podría terminar rápidamente.

Destellos de la China contemporánea

Joe Nocera escribió hace unos años en el International New York Times que la “carga de la deuda de China hoy es de unos incomprensibles 28 billones de dólares”. El Financial Times informó que un “equipo nacional” de fondos e instituciones estatales de inversión gastó cerca de 200.000 millones de dólares para intentar apuntalar el mercado de valores de Shanghai. Bloomberg News informó que los más altos niveles del Partido han acumulado una riqueza inimaginable y que en 2012 la familia de Xi Jinping “valía” varios cientos de millones de dólares.

Un estudio del Banco Mundial de hace algunos años concluyó que la contaminación en China estaba causando alrededor de 750.000 muertes evitables al año. Los gases de efecto invernadero del carbón industrial quemado en todo el país causan estragos ambientales mucho más allá de sus fronteras. Casi 500 millones de ciudadanos chinos no tienen acceso al agua potable.

David Shambaugh, nombrado uno de los 20 mejores observadores de China por la Universidad de Asuntos Exteriores de China (afiliada a su Ministerio de Asuntos Exteriores), está ahora convencido de que estamos siendo testigos del “fin del dominio comunista chino”. Escribe: “En 2014, el Instituto de Investigación Hurun de Shanghai (…) descubrió que el 64% de los ‘individuos de alto poder adquisitivo’ a los que encuestó –393 millonarios y multimillonarios– estaban emigrando o planeando hacerlo. Los chinos ricos envían a sus hijos a estudiar al extranjero en cantidades récord”.

Tribunal de Londres

ETAC anunció en 2018 que se había establecido un tribunal popular independiente para investigar la sustracción de órganos de los prisioneros de conciencia en China con el fin de determinar qué delitos penales, si los hubiere, se han cometido mediante la sustracción forzada de órganos. En junio de este año, el tribunal, presidido por Sir Geoffrey Nice QC, que fue fiscal en el tribunal penal internacional para la ex Yugoslavia, dijo en una resolución unánime tras las audiencias que era “incuestionable que Falun Gong era una fuente –probablemente la principal fuente– de órganos para la extracción forzada de órganos”.

Añadió: “No hay pruebas de que la práctica haya cesado y el tribunal está convencido de que continúa”.

El tribunal tomó evidencia de más de 50 testigos, peritos médicos, investigadores de derechos humanos y otros. Entre los que fueron asesinados por sus órganos se encontraban miembros de minorías religiosas como Falun Dafa. El tribunal escuchó informes sobre la extirpación de riñones de prisioneros ejecutados desde los años setenta. Sin embargo, la mayoría de las pruebas se obtuvieron a partir del año 2000.

En su sentencia final, el Tribunal declaró: “La conclusión muestra que muchas personas han muerto de una forma indescriptiblemente horrenda sin razón alguna (…) [por] quienes, hasta el momento, dirigen un país con una de las civilizaciones más antiguas conocidas por el hombre moderno”.

Entre las recomendaciones del Tribunal:

  • El Comité contra la Tortura de las Naciones Unidas debe continuar su investigación anterior: [China] debería (…) encargar una investigación independiente para investigar las afirmaciones de que algunos practicantes de Falun Dafa (y ahora uigures) podrían haber sido sometidos a esta práctica [extracción de órganos sin consentimiento].
  • Muchos más Estados, incluyendo Canadá y el Reino Unido, necesitan crear y hacer cumplir restricciones que prohíban a los pacientes viajar a China para someterse a una cirugía de trasplante. La adopción de una legislación nacional más detallada contra el turismo de trasplantes es esencial porque la legislación parcial de unos pocos Estados clave no ha logrado ponerle fin.

Permítanme invitarlos a todos a unirse a nuestra Coalición Internacional contra el Abuso de Trasplantes en China, lo cual pueden hacer en www.endorganpillaging.org

Gracias. (www.david-kilgour.com)

David Kilgour, abogado de profesión, sirvió en la Cámara de los Comunes de Canadá durante casi 27 años. En el Gabinete de Jean Chretien, fue secretario de Estado (África y América Latina) y secretario de Estado (Asia-Pacífico). Es autor de varios libros y coautor con David Matas de “Cosecha Sangrienta: El asesinato de Falun Gong por sus órganos”.

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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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