Opinión
Podré estar en desacuerdo con lo que usted dice,
pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo.
Voltaire
Por la noche del seis de diciembre corrió como pólvora en las redes sociales la noticia de que Alfredo Jalife-Rahme, el conocido, controversial y polémico analista político había sido detenido por la Fiscalía General de la Ciudad de México, para ponerlo a la disposición de la Fiscalía de Nuevo León bajo la acusación penal que, por difamación, interpusiera Tatiana Clouthier, la actual vocera de la campaña de Claudia Sheinbaum, virtual candidata de Morena a la Presidencia de la República.
Esto sucede en el momento en que la candidata morenista pretende proyectar una imagen de moderada para lo cual defenestró a su anterior vocero —elegido después de la encuesta interna—, Gerardo Noroña, quien causó revuelo diciendo que el ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre había estado justificado. Al tener origen judío, la posición de la candidata morenista quedó bastante incómoda con tal vocero.
De inmediato comunicadores que no coinciden con Jalife-Rahme, muchos de sus seguidores y quienes no lo son, organismos como Artículo 19, protestaron por su detención al ser considerada un ominoso atentado contra la libertad de expresión, que en la actual circunstancia política mexicana es algo especialmente delicado.
En particular, al saberse por voz de ella misma que la acusación de Tatiana Clouthier se basa en una frase del analista: “Se robó el litio y entregó el Estado mexicano a los estadounidenses”, la indignación de muchos comenzó a crecer, pues se trata de manera evidente de una frase retórica que habría ameritado, en dado caso, un debate por parte de la que fuera secretaria de economía del actual gobierno.
Además causó también gran molestia que Tatiana Clouthier hablara de “violencia política” y se arropara en una supuesta violencia de género al señalar que “lo sucedido en los últimos tiempos en temas de mujeres, me parece muy grave”, como si la tragedia de las mujeres mexicanas tuviera algo que ver con las críticas que le hace a ella el analista geo político quien mantiene ideas nacionalistas radicales.
Sin embargo, este escándalo vuelve a cuestionar inevitablemente a Sheinbaum, pues de acuerdo a los usos y costumbres mexicanos, permitir revivir la acusación de su vocera contra Jalife-Rahme y avalar que la Fiscal capitalina —cuya titular es miembro de su facción política—, lo detuviera, la termina comprometiendo en el escándalo.
Se trata de un asunto que tiene así, de acuerdo con estos otros datos, un fondo más profundo que lo que pareciera ser sólo una inoportuna histeria de la vocera morenista, pues es conocida la incisiva postura crítica de Jalife-Rame contra Claudia Sheinbaum, a quien ha señalado de inepta, corrupta y arrogante.
De hecho el analista ha señalado hechos como el de una capilla católica que mandó derrumbar Claudia Sheinbaum en la Alcaldía de Tlalpan, acción que quiso reparar luego al ponerse una falda con la imagen de la Virgen de Guadalupe, un símbolo religioso muy sagrado para los católicos mexicanos, lo cual resultó en otro agravio.
Jalife-Rahme no ha parado de señalar la responsabilidad legal de Claudia Sheinbaum en el derrumbe del Colegio Rébsamen y en la caída sufrida por la Línea 12 del Metro, ambos acontecimientos con decenas de muertos.
Y es que el acusado penalmente de difamador —uno de los fundadores de Morena y un amigo cercano del presidente Andrés Manuel López Obrador— descalifica a la exjefa de gobierno de la CDMX, a quien señala negativamente como exbecaria de la Fundación Rockefeller financiada por la Exxon Mobile, una de las grandes petroleras del mundo, por lo que, de acuerdo con su canon político del analista, la hace proclive a no tener una postura nacionalista respecto a Pemex.
Antes de que Jalife-Rahme fuera enviado a Nuevo León —donde después del escándalo de la renuncia del gobernador Samuel García, un aliado en los hechos de Morena, el horno no está para bollos—, el presidente López Obrador intervino personalmente hasta que el exprofesor universitario y célebre analista fuera liberado, según confesó el propio mandatario.
Lo que se espera al margen del estilo de los comunicadores, es que los políticos hagan lo que nunca hacen, debatir por ejemplo, o responder de otra manera, pero no esposando, no intimidando, no encarcelando, a quienes ejercen su libertad de expresión. La idea de volver penal la lucha de ideas y posturas políticas es una pésima idea, tal como quedó demostrado en este caso.
En un país donde decenas de periodistas y comunicadores son asesinados prácticamente de manera impune, Tatiana Clouthier y su jefa Claudia Sheinbaum han tenido algo más que un resbalón.
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de The Epoch Times.
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