Análisis de noticias
La lección de la guerra de Rusia en Ucrania ha obligado a los países del Grupo de los Siete (G7) a enfrentarse cara a cara con Beijing este año. La declaración unificada de la cumbre de Hiroshima supone un gran paso que, según algunos expertos, era “impensable” hace dos años.
La gran pregunta, sin embargo, es si los países del G7 podrán mantenerse unidos y fuertes a la hora de enfrentarse a China, como han prometido, o si seguirán anteponiendo los intereses comerciales al «orden internacional basado en normas» o a sus valores fundamentales, como los derechos humanos y la democracia.
La 49° cumbre anual de las economías más avanzadas del mundo (Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá) se celebró en Hiroshima este año del 19 al 21 de mayo.
Si bien estas cumbres rara vez aparecen en los titulares, el comunicado de este año, más sanciones contra Rusia y una declaración separada sobre China demostraron que, al menos en términos de mensajes, los líderes de las democracias más ricas del mundo están más unidos que nunca.
Las tácticas dañinas de China que socavan las reglas y normas internacionales fueron un enfoque principal de la cumbre de este año, como se articuló en una nueva declaración especial sobre seguridad económica.
Los líderes del G7 han declarado públicamente que consideran a China como un matón económico y que la comunidad internacional no tolerará la “coerción económica” de Beijing. Advirtieron por primera vez que habrá “consecuencias”.
“Trabajaremos juntos para garantizar que fracasarán y se enfrentarán a repercusiones los intentos de convertir en armas las dependencias económicas, forzando a los miembros del G7 y a nuestros socios, incluidas las pequeñas economías, a cumplir y conformarse», reza la declaración.
La declaración del G7 sobre China, según Bonnie Glaser, directora del Programa de Asia del German Marshall Fund de Estados Unidos, fue “bastante sólida”.
Si bien la declaración especial no mencionó a China, se dejó en claro durante la cumbre que todo se trataba de China. Y en el comunicado de la cumbre, los líderes del G7 dejaron claras sus posiciones, condenando la actividad militar de Beijing en los mares de China Oriental y Meridional y las violaciones a los derechos humanos en el Tíbet y en Xinjiang.
La forma en que los países del G7 se han dirigido juntos a China, según un informe de los expertos del Atlantic Council, era “impensable” hace dos años.
El primer ministro japonés, Fumio Kishida, hizo de contrarrestar la coerción económica de China un objetivo principal, y durante la cumbre, los líderes anunciaron el lanzamiento de una nueva «Plataforma de coordinación sobre coerción económica».
Esta nueva plataforma es particularmente digna de mención, según Stephen Ezell, vicepresidente de política de innovación global de la Fundación de Innovación y Tecnología de la Información (ITIF), un grupo de expertos en tecnología con sede en Washington, porque «muestra que los países del G7 están dispuestos a coordinar para salir colectivamente en defensa de los demás frente a la coerción económica china”, le dijo a The Epoch Times.
Los esfuerzos de China por utilizar su creciente poder económico para influir en los gobiernos de todo el mundo han aumentado en los últimos años.
Por ejemplo, después de que Australia solicitara una investigación independiente sobre los orígenes del COVID-19, en abril de 2020, el régimen comunista chino impuso sanciones a aproximadamente una docena de productos australianos, incluido el vino, para los cuales China era el principal mercado.
Beijing también usó la coerción contra otros países, especialmente Corea del Sur en 2017 después de que instaló un sistema de defensa antimisiles de EE.UU. Lituania también estuvo en el foco de los ataques en 2022 a causa de sus esfuerzos por aumentar los lazos diplomáticos con Taiwán.
Si bien los líderes del G7 parecían más unidos este año, aún demostraron cierta debilidad al no poner pisar con firmeza e imponer sanciones a Beijing, según Antonio Graceffo, analista económico de China y autor de “Beyond the Belt and Road: China’s Global Economic Expansión» (Más allá de la Franja y la Ruta: La expansión económica global de China).
“Incluso reconocen que China está apoyando la guerra en Ucrania, pero no imponen sanciones significativas, como una prohibición comercial, contra China”, dijo Graceffo, quien también es colaborador de The Epoch Times.
“La buena noticia es que el G7 está unido”, señaló. “La guerra en Ucrania ha cambiado la dinámica de poder en el mundo, acercando a los aliados y cimentando la posición de Estados Unidos como líder del mundo libre”.
“Eliminación de riesgos”
Otro resultado clave de la cumbre fue el uso por parte de los líderes de la frase «eliminación de riesgos», en lugar de «desacoplamiento» de China, que se ha convertido en un nuevo término oficial del G7.
“No estamos desvinculándonos ni replegándonos sobre nosotros mismos. Al mismo tiempo, reconocemos que la resiliencia económica requiere la reducción de riesgos y la diversificación», afirmaron los líderes en el comunicado. «Tomaremos medidas, individual y colectivamente, para invertir en nuestra propia vitalidad económica. Reduciremos las dependencias excesivas en nuestras cadenas de suministro críticas”.
La presidente de la Comisión de la UE, Ursula von der Leyen, quien también estuvo presente en la cumbre, favoreció la eliminación de riesgos como estrategia.
“Ya pasó [el] momento de desvincularse”, dijo Graceffo, y señaló que los líderes del G7 finalmente lo están reconociendo.
“Esta eliminación de riesgos implica diversificación. Las nuevas inversiones no están llegando a China como antes. La disociación significaría sacar de China a las empresas existentes. La eliminación de riesgos implica realizar nuevas inversiones en India o Vietnam. Y eso es lo que está pasando”, explicó Graceffo.
Como parte de esta estrategia, los líderes acordaron implementar medidas de control de exportaciones e inversiones salientes para salvaguardar tecnologías sensibles y construir cadenas de suministro resilientes.
Esta estrategia de eliminación de riesgos se ajusta a los «Controles de octubre», un conjunto de restricciones promulgadas por el Departamento de Comercio de EE.UU. que impide, para proteger tecnologías críticas, que los grandes fabricantes envíen chips e insumos de alta gama a China.
El asesor de seguridad nacional de EE.UU., Jake Sullivan, explicó estas restricciones durante una conferencia de prensa en octubre del año pasado, y afirmó que la administración está implementando el llamado concepto de “patio pequeño, cerca alta”. El objetivo es limitar las inversiones salientes en tecnologías sensibles, en particular aquellas que podrían dar una ventaja a los competidores.
“El diablo está en las definiciones y los detalles”, le dijo Glaser a The Epoch Times. “Desde mi punto de vista, la disociación nunca estuvo en la agenda: Estados Unidos no iba a dejar de comerciar con China”, dijo.
«La pregunta sigue siendo: ¿Qué tamaño tienen los ‘pequeños patios’ y qué altura tienen las cercas?»
Ezell estuvo de acuerdo y agregó que las “acciones de los líderes del G7 importan más que las palabras”.
“Ciertamente es sensato reconocer que las naciones del G7 no van a desvincularse por completo de la economía china. La naturaleza integrada de las cadenas de suministro y los mercados globales hacen que eso sea inviable e indeseable”, explicó.
“Pero ‘eliminar el riesgo’ para disminuir las dependencias y vulnerabilidades centrales, especialmente aquellas que China podría convertir en armas a través de la coerción económica, es precisamente el paso correcto que se debe tomar”.
Mensajes contradictorios
Algunos criticaron el comunicado de la cumbre por enviar mensajes contradictorios al incluir referencias a un compromiso constructivo con Beijing, que no existían hace un año.
Los líderes manifestaron su voluntad de establecer “relaciones constructivas y estables con China”.
También enfatizaron que “nuestros enfoques políticos no están diseñados para dañar a China, ni buscamos frustrar el progreso y desarrollo económico de China”.
Según Steve Yates, un experto en China y exfuncionario de seguridad nacional de la Casa Blanca, la cumbre envió muchos mensajes contradictorios.
“Me pareció un tutorial básico de jardín de infantes sobre cómo tratar con el Partido Comunista Chino”, le dijo a “China in Focus” de NTD TV.
Yates dijo que el régimen chino trata «en acciones y poder» y no «respeta los juegos de palabras», y agregó que no hubo un progreso sustancial en la cumbre de este año debido a los mensajes contradictorios.
Todavía hay naciones del G7, como Francia y Alemania, que persiguen oportunidades económicas y confían tanto en China como en Rusia, al tiempo que “destacan la disuasión solo de palabras”, dijo Yates.
“Taller anti-China»
El 22 de mayo, el Ministerio de Relaciones Exteriores de China criticó el comunicado del G7 y convocó al embajador japonés en protesta ante el anfitrión de la cumbre. El Global Times, respaldado por el estado, publicó un editorial, llamando a la cumbre del G7 un “taller anti-China”.
Según el editorial, el comunicado del G7 demostró que Washington “está presionando con fuerza para tejer una red anti-China en el mundo occidental”.
En represalia, Beijing también anunció sanciones contra el fabricante de chips estadounidense Micron, alegando que sus chips plantean importantes riesgos de seguridad.
La respuesta del régimen se produjo después de que el presidente Joe Biden predijera un pronto “deshielo” en las relaciones con China durante una conferencia de prensa al cierre de la cumbre, el 21 de mayo.
Biden culpó del reciente deterioro de las relaciones con China a un “globo tonto” que sobrevoló Estados Unidos con equipo de espionaje antes de ser finalmente derribado por un avión de combate estadounidense sobre el océano Atlántico.
“Todo cambió en términos de hablar entre nosotros. Creo que verán que comenzará a descongelarse muy pronto”, le dijo Biden a la prensa.
Algunos criticaron a Biden por enviar señales contradictorias a Beijing y no mostrar fuerza durante la conferencia de prensa, mientras que otros aplaudieron su inesperada declaración sobre Taiwán.
“¿Claridad estratégica?”
Cuando se le preguntó sobre Taiwán durante la conferencia de prensa, el presidente tomó el micrófono y comenzó a hablar mientras paseaba por el podio, exudando confianza.
Biden enfatizó que Washington se ha comprometido con la política de “una sola China”, que reconoce al régimen comunista como el gobierno de China, y no espera que Taiwán declare su independencia por su cuenta.
“Pero mientras tanto”, dijo, “vamos a seguir poniendo a Taiwán en una posición en la que puedan defenderse. Y hay un claro entendimiento entre la mayoría de nuestros aliados de que, de hecho, si China actuara unilateralmente, habría una respuesta”.
El régimen chino, que reclama a Taiwán como parte de su territorio, ha intensificado el hostigamiento militar y las amenazas contra la isla en los últimos años, alarmando a las naciones occidentales. Washington, en virtud de la Ley de Relaciones con Taiwán de 1979, está obligado a proporcionar a la isla autónoma los medios para defenderse de un ataque.
Muchos halcones de China en Washington dieron la bienvenida al comentario de Biden porque proporcionó una claridad estratégica muy necesaria sobre el tema de Taiwán. Sin embargo, algunos cuestionaron su declaración y se preguntaron si realmente se estaba refiriendo a una respuesta militar y si realmente quería decir lo que dijo.
Biden ha dicho anteriormente en varias ocasiones que el ejército de EE.UU. apoyaría a Taiwán si los chinos lanzaran una invasión a la isla gobernada democráticamente, apartándose de la política de larga data de «ambigüedad estratégica», que es ser deliberadamente vago sobre lo que Estados Unidos haría en caso de un ataque. En cada ocasión, sus funcionarios se han retractado de sus comentarios y han dicho que el enfoque de Washington no ha cambiado.
Pero los expertos creen que Biden eligió deliberadamente sus palabras al hablar de aliados, y que la mayoría de las naciones del G7 al menos acordaron no sentarse a mirar si China invade Taiwán.
La declaración de Biden indica que “hay un acuerdo sobre el mínimo común denominador, pero ningún acuerdo sobre cuáles serían esas respuestas”, dijo Glaser.
Como Taiwán es un centro crítico en la cadena de suministro global de semiconductores, los gobiernos del G7 reconocen que una toma de control militar china causaría graves interrupciones en el suministro en muchas industrias que dependen en gran medida de los chips taiwaneses.
Rupert Hammond-Chambers, experto en Taiwán y presidente del Consejo Empresarial EE.UU.-Taiwán, cree que el mensaje de Biden es importante porque aclara una vez más su postura sobre el tema.
“Es la cuarta vez que lo hace, lo cual es muy interesante”, le dijo a The Epoch Times. “Continúa aportando claridad estratégica a este tema, cuando incluso los presidentes de línea dura antes que él se habían mostrado reacios a ser tan claros sobre la intención estadounidense”.
Hammond-Chambers cree que Estados Unidos debería abandonar su postura de “ambigüedad estratégica” y enviar un mensaje claro a China.
“Creo que es exactamente donde debería estar la política estadounidense”.
En el comunicado del G7 de este año, los líderes reiteraron la importancia de “la paz y la estabilidad en el Estrecho de Taiwán” e instaron a una resolución pacífica de los problemas a través del Estrecho. También expresaron una seria preocupación por la situación en los mares de China Oriental y Meridional y subrayaron su fuerte oposición a “cualquier intento unilateral de cambiar el statu quo por la fuerza o la coerción”.
Los líderes del grupo Quad (Australia, India, Japón y Estados Unidos) que se reunieron al margen de la cumbre, también dieron un mensaje similar a Beijing.
“Nos oponemos firmemente a las acciones desestabilizadoras o unilaterales que buscan cambiar el statu quo por la fuerza o la coerción”, afirmó el grupo.
Sobre el tema de Taiwán, los aliados de Estados Unidos han comenzado gradualmente a adoptar el mismo lenguaje que Washington ha utilizado durante muchos años, dijo Hammond-Chambers.
“Si, Dios no lo quiera, China atacara a Taiwán”, continuó, “creo que Japón lucharía junto a Estados Unidos y muy probablemente también con los australianos y los británicos”.
“Tal como está ahora, esa coalición está creciendo”, dijo.
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