China está desesperada por reparar su relación con Estados Unidos.
En apenas un mes, Beijing envió dos altos funcionarios en visitas diplomáticas a EE. UU. para hablar sobre comercio y hacer las paces.
El 8 de febrero, el Consejero de Estado y alto diplomático Yang Jiechi visitó EE. UU. y se reunió con el presidente Donald Trump y el secretario de Estado Rex Tillerson.
Solo semanas después, entre el 27 de febrero y el 3 de marzo, Liu He, un cercano aliado del mandatario chino Xi Jinping y elegido para ser designado vice-primer ministro, estará de visita. Liu es el asesor económico más alto de Xi.
Liu se perderá una reunión crucial del Partido Comunista Chino (PCCh) conocida como la tercera sesión plenaria. Esto demuestra cuán urgente percibe Beijing la situación.
Luego que el gobierno de Trump desafiara a China públicamente por sus políticas comerciales desleales, tomó acción: investigar el robo de propiedad intelectual por parte del régimen chino, elevar los aranceles sobre los paneles solares importados –la mayoría de los cuales son producidos en China– y proponer aranceles a las importaciones de acero de China y otros 11 países, entre otras medidas.
Las tensiones comerciales alcanzaron nuevas alturas. Y hace apenas unos días, Politico reportó que el asesor comercial de la Casa Blanca y conocido observador de China, Peter Navarro, será asesor directo del presidente, lo que le dará más voz sobre la agenda comercial del gobierno.
Los propios medios de comunicación estatales del PCCh declararon que: enviar dos altos funcionarios a EE. UU. en un período tan corto «prácticamente no tiene precedentes en la historia».
¿Quién pierde en una guerra comercial?
Después de todo, el régimen tiene mucho que perder si fuera a ocurrir una guerra comercial. EE. UU. tiene un enorme déficit comercial con China –que alcanzó los USD 375 mil millones en 2017 según datos de la Oficina de Censo de EE. UU.– pero Beijing necesita a EE. UU. para sobrevivir.
La firma de investigación Geopolitical Futures detalló en un informe que «China sentiría el impacto de las medidas proteccionistas de EE. UU. más de lo que EE.UU. sentiría cualquier represalia económica que China tiene a su disposición».
Si EE. UU. dejara por completo de importar del país asiático, alrededor de 15 millones de trabajadores chinos podrían perder sus trabajos.
Por otro lado, EE. UU. podría obtener los bienes que importa de China de otro lugar o bien producirlos nacionalmente. Como lo explicó el editor de negocios de La Gran Época Valentin Schmid en un artículo publicado en enero de 2017: «sería más difícil o caro para EE. UU. hacerlo así, pero esto no es nada comparado con el impacto de dejar a 15 millones de chinos sin empleo».
En cuanto a la posibilidad que China tome represalias con aranceles sobre los bienes estadounidenses, el informe de Geopolitical Futures señala que la última vez que eso pasó (en 2009) las cosas no salieron bien para China. Cuando el entonces presidente de EE. UU. Barack Obama impuso un arancel del 35 por ciento sobre las llantas chinas, EE. UU. fue capaz de encontrar proveedores en otros países, pero numerosas fábricas de llantas chinas cerraron y otras tuvieron que bajar los precios para mantenerse competitivas, según el informe.
China tomó represalias con aranceles sobre la carne de pollo estadounidense, pero las exportaciones de carne de ave de EE. UU. de hecho aumentaron.
Cambiando diplomáticos
Beijing está planeando una reorganización de sus altos diplomáticos para tratar mejor con el gobierno de Trump, según reportó Reuters el 27 de febrero.
Fuentes familiararizadas a la reorganización, contaron a Reuters que Wang Qishan, un confidente de Xi que fue clave en ayudarlo a deshacerse de enemigos de facción a través de una extensa campaña anticorrupción, probablemente se convierta en vicepresidente con una cartera enfocada en lograr vínculos con Washington.
«Wang Qishan es un peso pesado. Y los estadounidenses lo respetan», dijo a Reuters una fuente vinculada con la cúpula del PCCh. «Ojalá que sea capaz de atemperar la hostilidad estadounidense».
Mientras tanto, el actual ministro de Relaciones Exteriores Wang Yi, reemplazaría a Yang Jiechi como alto diplomático.
Song Tao, actual jefe del Departamento de Enlace Internacional, ascendería al rol de ministro de relaciones exteriores.
Las fuentes dijeron que la selección de personal aún no había finalizado y que podría cambiar. Cuando el PCCh anuncie formalmente las designaciones durante sus reuniones «Lianghui» en marzo, tal vez quede más claro cómo planea Beijing manejar los vínculos sino-estadounidenses.
Fang Xiao contribuyó a este reporte.
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