Análisis de las noticias
La forma más engañosa de censura es el tipo que se cubre de un velo de buenas intenciones.
Por largo tiempo ésta ha sido la herramienta favorita del Partido Comunista Chino (PCCh) y ahora se usa en la censura de videojuegos.
La compañía Tencent Holdings Ltd de China lanzó un nuevo juego: «Game for Peace» («Juego por la Paz») en la plataforma china Weibo el 8 de mayo. Ese mismo día, el PCCh removió el popular «Player Unknown Battlegrounds» («Campos de Batalla Jugador Desconocido») de la misma tienda, al cual «Game for Peace» se le asemeja.
Aunque Tencent es propietaria en parte del juego tipo batalla real «Player Unknown Battlegrounds«—como también «Fortnight«, otro popular juego del mismo género—el juego aún es mayoritariamente propiedad del Grupo PUBG, una subsidiaria de la compañía de videojuegos coreana Bluehole. En otras palabras, luego de que una compañía china se asoció a una compañía surcoreana para lanzar su juego en China, el PCCh bloquea el juego el mismo día en que la compañía china lanza su clon.
Lo que es más interesante que el uso de la regulación estatal para la guerra comercial, es cómo el PCCh empaquetó la movida como un acto de censura moral.
La Administración Estatal de Prensa, Publicación, Radio, Cine y Televisión del régimen chino aseveró en 2017 que el género batalla real «se desvía seriamente de los valores centrales del socialismo en China».
Los reguladores del PCCh iniciaron un programa de licencias de juego el mes pasado, el cual prohíbe contenido considerado dañino para la juventud, que incluya imágenes de sangre, apuestas, cuerpos sin vida, y casamiento entre menores. La mayoría de la gente decente probablemente concuerde con la medida.
Pero encubierto bajo estos nuevos requisitos de censura, hay dos prohibiciones curiosas: juegos que muestren elementos religiosos y juegos que hagan referencia a China antes del PCCh.
Este es un método de censura que mezcla formas morales de censura—como oponerse a la violencia—con otras formas de censura para defender la persecución del régimen a la religión y encubrir su destrucción de la herencia tradicional china.
El PCCh es un régimen opresivo que persigue brutalmente a cristianos, practicantes de Falun Gong, budistas tibetanos y musulmanes uigures. Entre sus abusos se cuenta la destrucción de iglesias y templos, tortura, campos de concentración y el lucro con la sustracción de órganos en vida. A través de varias campañas políticas, como la Revolución Cultural, el PCCh ha hecho todo en su poder para destruir los valores tradicionales de China y su legado nacional.
El método de censura usado para juegos de video emplea una táctica interesante. Introduce políticas que perpetúan la opresión del régimen al pueblo chino, en medio de censuras con las que mucha gente estaría de acuerdo. Usando esta táctica, si una persona fuera a cuestionar las políticas de censura, los defensores del PCCh podrían responder rápidamente: «Oh, ¿entonces es que quieres ver cadáveres? ¿Quieres ver sangre y casamiento entre menores?»
Pero esas partes de las políticas no son el problema. Son las partes que requieren censura al legado tradicional de China y las que respaldan los abusos del régimen.
Este tipo de censura tipo caballo de Troya tampoco se limita solo al PCCh. Ha sido usado en occidente como una forma menos definida de censura política. Hemos visto esto recientemente cuando Instagram y Facebook expulsaron a Alex Jones, Milo Yiannopoulos, Paul Joseph Watson y otros, por diseminar una supuesta mala información y extremismo.
Los grandes medios de comunicación, como The Atlantic, respaldaron esta censura, catalogando a los individuos de «extrema derecha». Extrañamente, incluso describieron a Louis Farrakhan como de extrema derecha, a pesar de que Farrakhan preside Nación del Islam y ha sido por mucho tiempo un ícono de la izquierda.
Tal como hace el régimen chino con su «Modelo China» de censura, estos grupos a menudo comienzan campañas de censura apuntando públicamente a ciertos individuos con los que la gente aceptaría censurar. Luego que se establece la regulación, se puede usar a discreción, y cualquiera que la cuestione es acusado de estar del lado de las figuras públicas o asuntos que fueron inicialmente blanco de la censura.
Como es siempre el caso con la censura socialista, el asunto no es con el individuo, sino con el plan político detrás de la censura.
Esto es parte del arma clásica de la desinformación socialista: junta en un paquete una mentira con un grano de verdad. Si alguien cuestiona la mentira, apunta al grano de verdad, recurre a ataques personales, y úsalos para acallar la conversación—de esta manera se evita que la mentira y el verdadero motivo quede expuesto.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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