Boyan Slat de 24 años de edad, es el fundador y CEO de The Ocean Cleanup, una compañía que ha desarrollado tecnología innovadora para remover el plástico de los océanos del mundo. Fundó esta iniciativa en su país natal, los Países Bajos, a la temprana edad de 18 años.
En octubre, Slat realizó una presentación demostrando la revolucionaria máquina de su compañía llamada ‘El Interceptor’, una barcaza estilo catamarán diseñada para navegar en los ríos e «interceptar» el plástico antes de que se derrame en el océano.
Este desarrollo es una maravilla técnica: opera completamente fuera de la red, está 100 por ciento alimentado por energía solar, almacena energía en baterías de iones de litio para uso nocturno, mide directamente la cantidad de desechos extraídos y puede medir las condiciones climáticas locales.
Una vez que está en funcionamiento, un solo Interceptor puede extraer unos 50,000 kilogramos (unas 50 toneladas) de plástico por día en un río. Eso es el equivalente a un millón de botellas de plástico de refresco.
La empresa de Slat fue financiada en gran parte por donaciones, recibiendo más de 31,5 millones de dólares hasta 2017.
Hoy en día, no es poca la preocupación por los efectos que estamos teniendo en el planeta. La mayoría de nosotros estamos de acuerdo en que se podría hacer mucho más para reducir cualquier consecuencia ambiental negativa por la acción humana. Donde se genera contención es en las soluciones.
It’s so weird how all the “solutions” to climate change are all the things the communists have been wanting since the creation of communism. https://t.co/WOMCYPJdex
— Jesse Kelly (@JesseKellyDC) December 27, 2019
Ser ridiculizado por una joven nórdica de 16 años, cuyo activismo climático más visible dio como resultado la misma cantidad de emisiones de carbono que aquellas de las que se burló en su discurso en las Naciones Unidas, no es la respuesta.
Las políticas represivas -como el Green New Deal- que desvían hasta tres cuarta partes del ingreso de una nación y lo redirigen hacia políticos que son completamente ineptos en ofrecer soluciones en temas ambientales, no son tampoco la respuesta, especialmente cuando ese dinero ni siquiera cubre los costos de esos programas, que están orientados más hacia el socialismo que hacia la sustentabilidad.
El logro de Slat es una clara demostración de que el mundo no necesita políticas intrusivas de un gobierno grande y socialista para cumplir con el compromiso de mantener un medio ambiente saludable.
Slat tenía aproximadamente la misma edad que la activista climática Greta Thunberg cuando se dio cuenta de la necesidad de enfrentar estos temas. Sin embargo, en lugar de sermonear al mundo de manera condescendiente sobre cómo debe adaptarse a su visión de cómo debería ser el planeta, tomó medidas y está iniciando el cambio que quiere ver en el mundo.
El equipo de Slat realizó una investigación y determinó que el 80 por ciento del plástico que va a los océanos de la Tierra proviene de solo 1000 ríos del mundo. Su compañía está enfocada en ellos y espera abordar esos ríos para el año 2025.
Los Interceptores ya están recolectando basura en Indonesia y Malasia, y se está preparando una tercera máquina para ser implementada en Vietnam. Un cuarto dispositivo va a ser enviado al Río Ozama en República Dominicana.
El proyecto de limpieza del océano también despliega sistemas diseñados para capturar y remover el plástico que ya ha llegado al océano.
Según su sitio web, hay más de 5 billones de piezas de plástico diseminadas en los océanos del mundo. La mayor parte «se acumula en cinco manchas de basura oceánica, siendo la mayor de ellas la Gran Mancha de Basura del Pacífico, situada entre Hawai y California».
Los sistemas están diseñados para complementar, en lugar de reemplazar, las estructuras de gestión de residuos existentes. La compañía de Slat estima que puede remover el 50 por ciento de la Gran Mancha de Basura del Pacífico en solo cinco años, y se proyecta que lo haga a una fracción del costo de los métodos tradicionales de limpieza. El despliegue de estos sistemas a nivel mundial daría una enorme ganancia para el ecosistema planetario.
El alarmismo climático es la nueva religión de la política de izquierda. Y la auténtica incómoda verdad es que no necesitamos el socialismo, el Green New Deal, o los mandatos de la ONU para arreglar nuestra Tierra.
En un duro golpe a los falsos profetas que sugieren que un gobierno abultado e intrusivo, con impuestos más altos, más cargas burocráticas y menos soberanía nacional son la única manera de salvar nuestro planeta, el proyecto de limpieza de los océanos es una prueba positiva de que la empresa privada es la manera más eficaz y moralmente superior de abordar nuestros desafíos ambientales.
A medida que nos adentramos en la tercera década de este siglo, todos deberíamos inspirarnos en los ejemplos de liderazgo del sector privado que han demostrado ser realmente prometedores para lograr una Tierra más limpia y saludable.
Adrian Norman es escritor y comentarista político.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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