El aumento en el verano de las hospitalizaciones por COVID-19 entre los niños se ha invertido rápidamente desde el inicio del curso escolar.
Los niños han estado siempre entre los menos propensos a enfermar gravemente de COVID-19. En junio, aproximadamente uno de cada millón de niños ingresaba en un hospital con una infección confirmada cada día, según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). Sin embargo, a medida que avanzaba el verano, la tasa de ingresos empezó a subir, llegando a cerca de cinco por millón a principios de septiembre.
Desde entonces, la tasa ha vuelto a descender, situándose en 3.5 por millón para los niños de 1 a 17 años hasta el 27 de septiembre. Es una cifra más cercana a la de enero, cuando la tasa alcanzó 3 por millón. Los datos recientes pueden seguir actualizándose, señalan los CDC.
El aumento de hospitalizaciones en el verano se concentró en los estados del sur, especialmente en Georgia, Florida, Alabama, Tennessee y Texas. De las más de 20,000 hospitalizaciones por COVID-19 desde el 1 de julio, más de la mitad se han producido en esos cinco estados.
Aunque los estados del norte han visto en general tasas mucho más bajas este verano, se están preparando para un posible aumento en la temporada de invierno. Si el invierno de 2020 sirve como indicio, será el norte el que se lleve la peor parte del virus en los próximos meses.
Se han producido más de 61,000 hospitalizaciones infantiles por COVID-19 en todo el país, según los datos de los CDC que se remontan al 1 de agosto de 2020. Alrededor de 600 niños han muerto con una infección confirmada o probable por COVID-19.
La tendencia de las hospitalizaciones infantiles podría ser significativa en los debates sobre la reapertura de las escuelas, el cierre de las mismas, las cuarentenas, las órdenes de mascarillas y vacunación y otras medidas para mitigar la propagación del virus.
Los representantes de los sindicatos de maestros han argumentado que el virus del PCCh (Partido Comunista Chino), causante del COVID-19, es ahora más peligroso para los niños y, por lo tanto, justifica medidas de mitigación especialmente exhaustivas en las escuelas.
Recientemente, Nueva York mencionó un «preocupante aumento de los casos pediátricos en zonas con menores tasas de vacunación» en los documentos judiciales, defendiendo su orden de vacunación de los maestros y demás personal escolar.
Quienes se oponen a las medidas de mitigación argumentan que, incluso con el reciente repunte, el virus sigue suponiendo un bajo riesgo para los niños y que las consecuencias negativas de las medidas más estrictas, como el uso de mascarillas obligatorio o las cuarentenas de niños actualmente sanos, causan un daño que supera los beneficios.
Muchos padres estaban indignados por los prolongados cierres de escuelas que asolan algunas partes del país, a medida que se acumulaban las pruebas de las consecuencias negativas. Las llamadas a las líneas telefónicas de emergencia relacionadas con los niños y la violencia doméstica aumentaron en más de un 50% durante los primeros meses de cierre en 2020, y las denuncias de depredadores que atraen a los menores en internet casi se duplicaron en 2020. El aprendizaje a distancia ha demostrado ser ineficaz para muchos estudiantes, haciendo que se retrasen meses en su educación.
A algunos expertos les preocupa que el uso prolongado de las mascarillas impida el desarrollo de los niños pequeños, ya que les impide leer los labios y las expresiones faciales.
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