Australia volverá a participar después de más de una década en los ejercicios militares «Malabar», junto a Estados Unidos, India y Japón en noviembre, en medio del incremento de tensiones diplomáticas y comerciales entre Camberra y Beijing.
Maniobras como Malabar son «fundamentales para mejorar las capacidades marítimas de Australia, crear interoperabilidad con nuestros socios cercanos y demostrar nuestra determinación colectiva de apoyar un Indo-Pacífico abierto y próspero», dijo la ministra australiana de Defensa, Linda Reynolds, en un comunicado.
Las maniobras, que se iniciaron en 1992 como una actividad bilateral entre Washington y Delhi, agrupan este año a cuatro potencias del Indo-Pacífico, en donde persiste la preocupación por la militarización de China y las disputas territoriales entre los países de la región.
Reynolds, quien se reunió el lunes en Tokio con su homólogo japonés, Nobuo Kishi, expresó anoche su «fuerte oposición a cualquier acción unilateral coercitivas o desestabilizadora que pueda alterar el status quo o incrementar las tensiones en el Mar de China Oriental».
Asimismo, la ministra australiana indicó que se opone a cualquier intento por modificar el status quo del Mar de China Meridional y reafirmó la importancia de la libre navegación en la región estratégica en términos militares y comerciales, sin mencionar abiertamente a Beijing.
El Ejecutivo de Camberra considera que la participación en Malabar «reforzará la capacidad de la India, Australia, Japón y los Estados Unidos de trabajar juntos para mantener la paz y la estabilidad en toda nuestra región», remarcó por su parte, Marise Payne, ministra de Exteriores del país oceánico, en el comunicado junto a Reynolds.
Australia participó en 2007 por última vez en Malabar, que había sido calificada por Beijing como ejercicios de una «coalición anti-china», tras las fuertes presiones al gobierno del laborista Kevin Rudd para mantener las relaciones con el gigante asiático, su mayor socio comercial.
Este año se han tensado aún más las relaciones entre Beijing y Camberra después de que Australia impulsara una investigación independiente sobre el origen de la pandemia del virus del PCCh (Partido Comunista Chino), también conocido como nuevo coronavirus, China por su parte ha suspendido o subido los aranceles a varios productos importados desde el país oceánico.
Asimismo las recientes leyes contra el espionaje y la interferencia en asuntos domésticos de Australia también han contribuido a enfurecer a Beijing, que mantiene una relación tensa con Camberra por asuntos vinculados a derechos humanos y la libertad de prensa.
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