Desde el estudio original de Baric en el que se demostró que la carga de betacoronavirus en modelos de laboratorio puede causar miocarditis hasta el primer año de la crisis COVID-19 ha existido la preocupación de que la infección por SARS-CoV-2 en humanos pudiera causar inflamación cardiaca.
Estudios epidemiológicos basados en códigos CIE [clasificación internacional de enfermedades] desencadenados por pruebas rutinarias de troponina cardiaca y o resultados implicaban que los pacientes hospitalizados desarrollaban miocarditis con la enfermedad respiratoria. Ninguno de estos estudios se confirmó con adjudicación clínica o autopsia.
En 2020, la conferencia atlética NCAA Big Ten, las Fuerzas Armadas de EE.UU. y muchas otras organizaciones realizaron pruebas de detección de miocarditis por motivos clínicos, pero se encontraron unos cuantos casos sin que se notificaran hospitalizaciones ni muertes. Tuvali, et al. de Israel, demostraron que la miocarditis en 2020 no era más común que los bajos niveles de miocarditis de referencia por parvovirus, células gigantes y otras afecciones.
Almamlouk, et al. realizaron una revisión sistemática de 50 estudios de autopsias y 548 corazones de pacientes que murieron de o con COVID-19. Los hallazgos post mortem habituales de edema tisular y necrosis se notificaron con frecuencia. En aproximadamente dos tercios de los corazones se encontró el SARS-CoV-2 en el tejido. Sin embargo, ninguno de los corazones presentaba una miocarditis extensa como causa de la muerte.
En resumen, esta revisión debería ser la clave para descartar la enfermedad por COVID-19 como causa de miocarditis mortal. A pesar de que el virus se encontraba en el tejido cardiaco, no causaba una inflamación significativa. La explosión de miocarditis mortal por informe de paro cardiaco inexplicado, adjudicación y en la necropsia debe tener otra explicación que la infección por SARS-CoV-2.
La única nueva causa demostrada de daños cardíacos en poblaciones humanas es la vacunación contra COVID-19. Se ha demostrado que las vacunas utilizadas en Estados Unidos (Pfizer, Moderna, Janssen, Novavax) causan miocarditis, como se ha publicado en la literatura revisada por pares.
Estas observaciones exigen el acceso inmediato a la base de datos de administración de la vacuna contra COVID-19 de los CDC [Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades] por parte de los médicos y otros proveedores que tratan el creciente número de casos de miocarditis. Esta será la única manera de estudiar la epidemiología de la miocarditis inducida por la vacuna COVID-19 y de mejorar los resultados para los pacientes.
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Republicado del Substack de Peter A. McCullough
Referencias:
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de The Epoch Times.
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