Comentario
Apoyo los derechos de los homosexuales, pero me opongo a las interminables celebraciones del Orgullo y al Mes del Orgullo.
No es sólo por la reciente exhibición en el jardín de la Casa Blanca que nos convirtió en el hazmerreír del mundo —o de buena parte de él.
Ese acontecimiento fue la desafortunada apoteosis de un movimiento que surgió en 1970 con la primera Marcha de Liberación del Orgullo Gay, más justificable entonces como protesta contra la discriminación. Veintinueve años después, el primer Mes del Orgullo Gay fue declarado por Bill Clinton en 1999.
Ahora estamos en 2023, lo que supone 53 años de actos de este tipo en todas partes de nuestro país y en muchas otras naciones que nos han imitado.
Pero no se trata sólo de los gays o de la multitud LGBT, etc.
Que conste que me opongo a todos los Meses del Orgullo de cualquier grupo que elijas: negro, blanco, verde o heliotropo, irlandés, griego, italiano o singapurense.
Y desde luego no soy el primero en hacerlo. En 2005, Morgan Freeman tuvo el siguiente intercambio con Mike Wallace en «60 Minutos»:
«¿Vas a relegar mi historia a un mes? No quiero un Mes de la Historia Negra. La historia de los negros es la historia de Estados Unidos», dijo Freeman a CBS News.
Cuando Wallace preguntó a Freeman cómo acabar con el racismo, su respuesta fue directa:
«Deja de hablar de ello. Voy a dejar de llamarte blanco», dijo Freeman. «Y yo voy a pedirte que dejes de llamarme negro. Te conozco como Mike Wallace. Tú me conoces como Morgan Freeman. No dirías: Bueno, conozco a un tipo blanco llamado Mike Wallace. ¿Sabes a qué me refiero?».
Claro que sé lo que estás «diciendo», Morgan. (Por desgracia, el zeitgeist obligó al gran actor a retractarse de parte de su inteligente análisis).
Orgullo Negro, Orgullo Gay, Orgullo Blanco, todo es lo mismo: equivocado. Muy equivocado.
La soberbia (hace referencia a la palabra en inglés pride que en español puede traducirse como orgullo o soberbia) es un pecado, uno de los Siete Pecados Capitales o Mortales que son la avaricia, la ira, la envidia, la lujuria, la gula, la pereza y la soberbia.
Aunque esta lista de pecados —de los que yo y la mayoría de la gente somos culpables en un momento u otro— procede de la tradición católica, la mayoría de las grandes religiones del mundo —budismo, judaísmo, hinduismo, islamismo, otras confesiones cristianas, etc.— los reflejan de muchas maneras.
Los siete pecados se relacionan directamente con los Diez Mandamientos en formas que no necesito explicar aquí a los lectores. Los escritos del líder de Falun Gong, Li Hongzhi, también contienen muchas enseñanzas similares, sobre todo acerca del orgullo y sus peligros kármicos.
Lo más interesante es que la soberbia se considera el peor de los pecados. Wikipedia (que, admitámoslo, siempre debemos leer con cuidado) dice lo siguiente:
«La soberbia ha sido etiquetado como el padre de todos los pecados y se ha considerado el rasgo más esencial del diablo. C.S. Lewis escribe en Mere Christianity que la soberbia es el estado ‘anti-Dios’, la posición en la que el ego y el yo se oponen directamente a Dios:
«‘La falta de castidad, la ira, la avaricia, la embriaguez y todo eso, son meras pulgas en comparación: fue por la soberbia por lo que el diablo se convirtió en diablo: La soberbia conduce a todos los demás vicios: es el completo estado mental anti-Dios. Se entiende que la soberbia separa el espíritu de Dios, así como de Su Presencia dadora de vida y gracia'».
Vaya. Allá por los años 60, en alguna habitación llena de humo de marihuana, se podría haber dicho: «Pesado…» Irónicamente, según recuerdo, a la mayoría de nosotros nos encantaba Lewis. Sus libros de Narnia eran populares, incluso en la izquierda. Ahora la misma gente le presta poca atención.
Tanto el movimiento gay como el negro se encuentran actualmente en su fase jacobina en el esquema de la Revolución Francesa, sin practicar decapitaciones pero con censura y coacción, que son los equivalentes intelectuales y emocionales. Causas que empezaron siendo justas se volvieron extremistas y disparatadas. Los actos del Orgullo se nos hacen tragar sin cesar de una manera que casi parece diseñada para promover reacciones intolerantes, para demostrar que siempre fuimos sexistas u homófobos, aunque no lo fuéramos.
Las similitudes con Black Lives Matter son extraordinarias. Eres racista aunque creas que no lo eres, aunque hayas marchado con el Dr. King.
Nadie me ha acusado nunca de ser especialmente religioso, y no lo he sido. Pero si estás alardeando, actuando con arrogancia, como los antiguos griegos llamaban a la soberbia, estás haciendo, como explicó Lewis, la obra del diablo.
La buena noticia es que no tendrá éxito. Contiene las semillas de su propia desaparición en uno de los proverbios bíblicos más conocidos: «Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu», más tarde abreviado como «Antes de la caída es la soberbia».
Siempre lo hemos sabido.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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