El alcohol es un depresor, un diurético y un desinfectante. Estos atributos no suelen ser agradables, pero la gente lleva bebiendo alcohol desde hace miles de años: algunos de los primeros textos escritos mencionan o contienen recetas de cerveza, y los fragmentos de cerámica de China muestran que la gente puede haber estado fabricando alcohol desde el año 7.000 a.C.
Entonces, ¿qué es esta sustancia química tan especial que nos gusta beber desde hace tanto tiempo?
Hay muchos tipos de bebidas alcohólicas -con gas y sin gas, calientes y frías, fermentadas y destiladas-, pero todo el alcohol que bebemos los humanos está basado en el etanol.
El proceso por el que el etanol pasa del vaso al cerebro no es sencillo. La rapidez con la que llega al cerebro (y la rapidez con la que lo descompone el hígado) depende de varios factores, uno de los cuales es muy fácil de controlar: si hemos comido o no.
Veamos qué ocurre después de ese primer sorbo de alcohol.
El órgano que asume la mayor carga de procesamiento del etanol en nuestro cuerpo es el hígado.
El hígado es uno de nuestros órganos más grandes e importantes y realiza cientos de funciones, entre ellas la de convertir los nutrientes de los alimentos en algo que nuestro cuerpo pueda utilizar realmente.
Pero hay una razón por la que pedimos disculpas a nuestro hígado si tenemos una gran noche: el otro trabajo del hígado es procesar cualquier sustancia tóxica que ingerimos en algo inofensivo, o eliminarla por completo del cuerpo. Por eso es el órgano perfecto para tratar el etanol.
La mayor parte -entre el 90 y el 98%- del etanol que consumimos se procesa en el hígado, y el resto se elimina a través de la orina, el sudor o al exhalar.
El hígado procesa el alcohol en dos pasos distintos. En el primero interviene una enzima llamada alcohol deshidrogenasa (ADH), que descompone el etanol en una sustancia química llamada acetaldehído. Desgraciadamente, el acetaldehído es una toxina, por lo que hay una segunda etapa en el proceso.
Otra enzima, la aldehído deshidrogenasa (ALDH), descompone rápidamente el acetaldehído en acetato, que es inofensivo. A continuación, se excreta, se utiliza para fabricar otras moléculas o se descompone en agua y dióxido de carbono.
Y mientras el hígado procesa lentamente el etanol en su sistema (tan rápido como puede), el resto llega al cerebro.
Un factor que complica la determinación del grado de embriaguez que podemos sentir tras una determinada cantidad de alcohol es que cada persona procesa el alcohol a una velocidad diferente.
Hay muchos factores que influyen en la rapidez con la que el cuerpo procesa el alcohol, como el peso, la composición corporal y las hormonas, el número de copas que haya tomado y la rapidez con la que las haya bebido.
Pero, a grandes rasgos, el hígado puede procesar eficazmente una bebida estándar en una hora, más o menos. Las mujeres y los hombres procesan el alcohol a velocidades diferentes, por lo que las campañas sobre el alcohol suelen sugerir a las mujeres que consuman menos bebidas en la primera hora que los hombres.
Los problemas empiezan cuando se consume más de una bebida estándar por hora, lo que no es difícil de hacer, ya que una botella de cerveza media tiene entre 1,2 y 1,4 bebidas estándar, y una copa de vino del tamaño de un restaurante tiene aproximadamente 1,5 bebidas estándar.
Aunque puede ser difícil establecer con exactitud cuántas copas equivalen a la sensación de embriaguez, la concentración de alcohol en sangre (o BAC) da una buena indicación de lo que la mayoría de la gente sentirá al ingerir cantidades crecientes de alcohol.
Entonces, ¿qué es lo que realmente se siente?
El alcohol nos hace sentir cada vez más placer y relajación a medida que bebemos más, al tiempo que dificulta nuestra capacidad de tomar decisiones e incluso de movernos con soltura, lo que puede tener consecuencias peligrosas.
La ingesta real recomendada para los adultos es de solo dos bebidas estándar al día, lo que supone menos de una pinta de cerveza. Siendo realistas, muchos australianos suelen beber más que eso. Así que lo importante es conocer los límites, planificar la cantidad que se pretende beber, comer antes de empezar a beber y hacerlo de forma responsable.
Emil Jeyaratnam, Editor de Datos e Interactivos, The Conversation y Wes Mountain, Editor Multimedia, The Conversation Este artículo ha sido publicado por The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.
Únase a nuestro canal de Telegram para recibir las últimas noticias al instante haciendo click aquí.
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.