El régimen chino ha apuntado a lo que llama medidas “inaceptables” adoptadas por varios países para los viajeros de China, mientras la nación lucha contra la afluencia de nuevos casos de COVID-19.
Durante una sesión informativa diaria llevada a cabo el 3 de diciembre, la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Mao Ning, afirmó que las medidas “carecen de base científica”.
Los comentarios se producen después de que Australia y Canadá se unieran esta semana a un número creciente de países que ahora requieren que los pasajeros que vienen de China den negativo en la prueba de COVID-19 antes de abordar su vuelo.
“Creemos que las restricciones de entrada adoptadas por algunos países contra China carecen de base científica y algunas prácticas excesivas son aún más inaceptables”, dijo Ning.
“Nos oponemos firmemente a los intentos de manipular las medidas de COVID con fines políticos y tomaremos contramedidas basadas en el principio de reciprocidad”, agregó, sin dar más detalles sobre las contramedidas.
Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Canadá, Francia, India, Italia, Japón, Corea del Sur, España, Malasia y Qatar son solo algunos de los países que ahora requieren que los pasajeros que llegan de China proporcionen pruebas negativas de COVID-19 antes de la llegada tras las preocupaciones por un aumento de casos en todo el país.
La Comisión Europea, el órgano ejecutivo de la Unión Europea, ha dicho que un «número abrumador» de estados miembros también quiere restricciones similares para los pasajeros que vienen de China.
Los medios chinos restan importancia a la situación
Si bien los medios estatales de China continúan minimizando la cantidad de casos de COVID-19 en el país, los expertos en salud creen que las cifras son altas.
En un artículo publicado el martes, People’s Daily, el periódico oficial del Partido Comunista Chino (PCCh), citó a varios expertos que dijeron que la enfermedad causada por el virus era «relativamente leve» para la mayoría de las personas.
“Las enfermedades graves y críticas representan del 3 al 4 por ciento de los pacientes infectados actualmente ingresados en hospitales designados en Beijing”, le dijo al periódico Tong Zhaohui, vicepresidente del Hospital Chaoyang de Beijing.
Las cifras publicadas por el régimen chino muestran que el número de muertos en el país desde el inicio de la pandemia es de 5253. Según su última actualización diaria del COVID, el 24 de diciembre, había menos de 5000 casos.
Sin embargo, un informe publicado el 29 de diciembre por la firma de datos de salud Airfinity, con sede en el Reino Unido, estimó que alrededor de 9000 personas en China probablemente mueren cada día a causa de COVID-19.
En respuesta a los agudos comentarios del régimen chino el martes, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, dijo que “no hay motivo para represalias” por parte de Beijing solo porque los países de todo el mundo están “tomando medidas sanitarias prudentes para proteger a sus ciudadanos”.
«Eso es lo que están viendo por nuestra parte y por parte de otros», dijo Jean-Pierre, refiriéndose a Washington. «Esta decisión se basa en la salud pública y la ciencia. Viene de nuestros expertos de aquí”.
La primera ministra francesa, Elisabeth Borne, también defendió las pruebas y dijo el martes a la radio France-Info: “Estamos en nuestro papel, mi gobierno está en su papel, protegiendo a los franceses”.
La escasez crónica de medicamentos hace que el costo de los medicamentos se dispare
Por otra parte, el secretario de Transporte del Reino Unido, Mark Harper, dijo el martes a la radio LBC que el requisito de prueba del país es necesario para recopilar información porque el PCCh no está compartiendo datos sobre el COVID-19 con la comunidad internacional.
China ha implementado algunas de las medidas de bloqueo más estrictas durante la pandemia, incluidas pruebas rigurosas y cuarentena para los pocos extranjeros que pudieron visitar el país.
Pero en un movimiento sorpresivo, el PCCh eliminó su política draconiana de cero-COVID en diciembre, incluidos los cierres y las pruebas masivas, y reveló planes para reabrir sus fronteras el 8 de enero.
Desde entonces ha habido informes de escasez generalizada y crónica de medicamentos en las farmacias.
En algunos casos, medicamentos como el ibuprofeno líquido, que generalmente se vende por alrededor de USD 20 por frasco, se venden ahora hasta por USD 1453, ya que los chinos desesperados intentan obtener a toda costa el medicamento para aliviar la fiebre tras la reciente escasez.
Tanto Washington como la UE se han ofrecido a ayudar a China con, entre otras cosas, la donación de vacunas, pero Beijing ha rechazado esas ofertas diciendo que tiene la situación «bajo control» y las provisiones médicas «en un [nivel de] suministro adecuado».
La Organización Mundial de la Salud (OMS) también le ha pedido a China que comparta más información en tiempo real sobre la situación del virus, ya que el país ha sido reacio a compartir dichos datos con la comunidad internacional.
Los funcionarios de salud chinos dijeron la semana pasada que habían enviado datos a GISAID, una plataforma global para compartir datos sobre el coronavirus.
Con información de Associated Press.
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